
El ex presidente Mauricio Macri avanzó un nuevo paso de cara a la dominación del PRO este jueves, cuando a través de sus dirigentes desplazó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de la presidencia de la Asamblea.
El empresario ordenó a sus alfiles desconocer el acuerdo concertado con el ala bullrichista y votar al diputado nacional Martín Yeza como titular de la Asamblea. Como consecuencia, los representantes de la ministra se retiraron del lugar sin ocultar su malestar, al igual que la representante de Horacio Rodríguez Larreta -que no jugó para ninguno de los lados-.
El arreglo de palabra era que el ex mandatario nacional se hiciera cargo de la presidencia del Concejo del partido, mientras que la ex funcionaria de la Alianza y de Cambiemos encabezaría la Asamblea, logrando un equilibrio de fuerzas.
Sin embargo, ante la avanzada del Gobierno nacional en las últimas semanas para concretar una “fusión” con el partido amarillo -intenciones que Bullrich comparte- desde el macrismo comenzaron a enviar inequívocas señales de desmarque profundizadas esta semana: el comunicado de la Fundación Pensar y una publicación del propio Macri cruzando a Javier Milei por no cumplir con el pago de fondos coparticipables a la Ciudad de Buenos Aires.
Las evasivas venían anticipando esta traición, que en el partido era un secreto a voces y sin embargo no ocasionó la ruptura formal del bullrichismo, que insistirá con acercar el partido al oficialismo y disputar definitivamente la conducción al calabrés. Este último, tal como lo hizo en el PRO bonaerense, busca vaciar de poder a los dirigentes que le responden a la ministra.
La Asamblea fue desarrollada en un hotel ubicado en Balvanera y fue inaugurada por Claudio Romero, que responde a Larreta y dio la palabra a Nidia Moirano como presidenta provisoria. Esta, previendo la maniobra, en lugar de llamar a votar rápidamente se encargó de llamar a proclamar presidenta a Patricia Bullrich en honor al acuerdo concertado.
La respuesta fue un griterío donde la opaca maniobra ya se sentía en el aire. Desorden estridente que luego comenzó a encolumnarse al grito de “que se vote”, por parte del macrismo. Silvana Giudici, del riñón de Bullrich, llamó a “cumplir la palabra” señalando que es “lo más importante” y pidió: “No se comporten como niños”.
Pero poco importaron los llamados a conductas honorables, que se conjugaron con acusaciones de clientelismo político a Macri (como utilizar fondos del partido para la movilidad y el alojamiento de asambleistas del interior). Cuando se hizo evidente que se llevaría adelante una votación y no una proclama, el bullrichismo se retiró. Lo mismo hizo Guadalupe Tagliaferri, ladera de Larreta.
El larretismo no colaboró con la maniobra de Macri ni se inmoló por el acuerdo, pero la dirigente advirtió: “No cuenten conmigo para olvidarme de nuestros principios, para andar por la vida política repleta de contradicciones. Yo estoy en el mismo lugar que siempre estuvimos. Es por eso que frente a estas dos opciones de fusionamos o en alianza, mi postura es la abstención”.
Como consecuencia de la votación en ausencia de las otras partes, Yeza fue votado como titular de la Asamblea y Macri se aseguró el dominio de ambos órganos de poder en el PRO.
“Ojalá que sea la última vez que ven al PRO en estos actos inmaduros de que si no tenés la razón, te vas y decís cualquier cosa del otro”, cruzó tras asumir el ex intendente de Pinamar, y sentenció: “Es lo que nos trajo hasta acá. Han sido cuatro años del PRO de internas con Larreta, con Bullrich. Mauricio dice somos el cambio o somos nada y ese es el mantra con el que vamos a trabajar”.
Sobre esto, envió un mensaje a Casa Rosada recordando: “Vamos a seguir defendiendo la institucionalidad en la Argentina. Si hoy el PRO no existiera, el Gobierno estaría en minoría absoluta en el Congreso y la Ley Bases no hubiera sido sancionada”.
Bullrich publicó una carta recordando que entre agosto y noviembre del año pasado resultó candidata a presidenta del espacio gracias a la cantidad de votos otorgados por los argentinos, y luego se refirió a sus intenciones para con el partido.
“El debate que quiero dar en el PRO no es un debate de cargos, es mucho más profundo: es un debate de rumbo. No vamos a dar marcha atrás. Decidimos apoyar a Javier Milei porque si el cambio no se daba ahora, nos hundíamos”, consideró.
Luego, ante los dirigentes que le responden a ella marcó el camino apuntando que “les vamos a disputar poder. Ellos se quedan con un PRO muy disminuido” y más tarde descartó ante los medios la ruptura del bloque de Diputados que volaría en pedazos al partido.