Con este nivel de inflación retener stocks ya no es negocio, pero como el comercio está parado y la plaza seca, antes que recurrir a una liquidación desesperada, la actividad industrial puso más presión al pedal del freno y encendió las balizas. Adelante tiene una luz roja intermitente impuesta por el Gobierno y el FMI: algunos pasan, muchos otros no.
Apelando a una desregulación abierta, y al criterio empresario para el reacomodamiento de los precios, tanto la oferta como la demanda se contraen y como resultado casi inmediato el mercado se achica. Productos apreciados e ingresos retrasados coadyuvan para que la actividad, el comercio, las ventas y el consumo interno sea cada vez menor. No es una posibilidad teórica sino una certeza fáctica.
La producción industrial lleva ocho meses de caída consecutiva y la fuerte contracción interanual del 12,4% en el primer mes del año en curso así lo muestra, de acuerdo con los datos presentados por el INDEC. En la serie desestacionalizada, la baja del índice de producción industrial manufacturero fue del 1,3% con relación a diciembre.
También el uso de la capacidad instalada es otro indicador de la retracción, con un bajón interanual de 7,4% en enero y un nivel de utilización de la infraestructura disponible del 54,6%, el menor desde junio de 2020 por las restricciones drásticas en plena pandemia.
Los bloques sectoriales que durante enero presentaron niveles de utilización de la capacidad instalada superiores al nivel general fueron refinación del petróleo (83,5%), industrias metálicas básicas (76,3%), papel y cartón (69,8%), productos alimenticios y bebidas (57,7%), sustancias y productos químicos (57,1%) y productos minerales no metálicos (57,0%).
Mientras, los bloques sectoriales que se ubican debajo del nivel general son edición e impresión (53,9%), productos del tabaco (50,5%), productos de caucho y plástico (43,5%), productos textiles (36,7%), metalmecánica excepto automotores (33,4%) e industria automotriz (25,7%). En este grupo ya aparecen paradas de plantas, suspensiones y despidos.
Esta disparidad en el uso de las instalaciones y las máquinas no tiene que ver sólo con la bonanza de unas ramas industriales y la mala racha de otras, sino qué parte de su potencial está siendo utilizado, sin necesidad de incorporar más metros cuadrados de plantas, nuevas líneas de producción, más máquinas y herramientas.
Una transformación tecnológica, incorporar más personal o un salto de productividad puede bajar el uso de capacidad y no por eso contraer el ritmo de actividad. En cuanto a ésta, la baja puede deberse no sólo a menores ventas sino también a falta de financiación para crecer, inconvenientes para importar insumos o restricciones de caja para hacer frente a los aumentos de costos.
Hay que recordar que el Gobierno puso también a los sectores productivos en su ajuste y canceló todas las partidas destinadas a las pymes industriales, y a esta altura del año no ejecutó los fondos presupuestarios destinados a los programas de Desarrollo de Proveedores, de Parques Industriales y de Apoyo a la Competitividad, ni los de pymes de la Subsecretaría respectiva fondeados por organismos multilaterales de crédito.
Las materias primas pegaron un salto al principio del año, pero ahora el gran problema son la suba de combustibles y los acelerados incrementos de tarifas de los servicios públicos. Además, estas y otras situaciones coyunturales tienen un impacto diferente según el tamaño de la empresa, el destino interno, externo o mixto de su producción, el nivel de sindicalización de la actividad, entre otras variables diferenciales.
Por ejemplo, la industria manufacturera pyme cayó un 9,9% en febrero, según datos de la CAME, frente al mismo mes del año pasado a precios constantes y transitó el tercer mes consecutivo en que la actividad fabril se contrajo. Sin embargo, esa baja aminoró el porcentaje luego de haberse desplomado un 27% en diciembre y el 30% en enero.
En la comparación mensual, desestacionalizada, también se registró un descenso de 7,7% con relación a enero de este año y en el acumulado de 2024 la actividad cayó un abrupto 21,7%. Sin embargo, las pequeñas y medianas fábricas operaron en febrero con el 70,9% de su capacidad instalada, manteniendo los niveles de enero (70,8%).
Por otro lado, si bien tres de cada diez firmas industriales consultadas continúan reportando problemas para la reposición de stocks, son dificultades de mucha menor escala que en los meses anteriores. Por el contrario, en general manifiestan el dilema que conlleva trasladar a precios los incrementos de costos por tarifas eléctricas y aumentos de combustibles en el contexto actual.
A la vez, hay incertidumbre por el impacto que pudiera tener la apertura de importaciones en algunos sectores, como alimentos y medicamentos, pese a que una parte de las empresas de consumo masivo, varias oligopólicas y multinacionales, y los laboratorios fueron responsables de la inflación acumulada en los últimos meses.
Si será grande y preocupante el impacto de las medidas económicas del Gobierno sobre el sector industrial, que hasta la UIA acusó recibo de la acelerada recesión y en un comunicado oficial advirtió sobre la caída de la actividad y pidió desarrollar nuevos instrumentos de política industrial, como líneas de financiamiento, medidas tributarias y laborales.