Elecciones en pandemia: los oficialismos, dificultados para definir el escenario y vencer en las urnas - Política y Medios
10-12-2024 - Edición Nº6157

ANÁLISIS

Elecciones en pandemia: los oficialismos, dificultados para definir el escenario y vencer en las urnas

Todo es sombra para los gobiernos democráticos de cualquier parte del mundo. Sean del color político que sean, la inevitable restricción de libertades individuales se lleva pesimamente con los principios democráticos que profesan, en sociedades abiertas donde el liberalismo, por lo menos en el plano cultural, ha triunfado de manera evidente.

Por: Nicolás Mujico - Politologo UBA- Maestrando en Defensa Nacional UNDEF
 

En política, es difícil sobrevivir a la catástrofe. La pandemia ocasionó efectos similares a una guerra. Esos efectos se hicieron sentir también en la arena política. Más precisamente, en la compulsa electoral. Desde la expansión del virus a escala global, en marzo de 2020 a la fecha, los oficialismos se han visto dificultados para definir el escenario y vencer en las elecciones. Por el contrario, las más de las veces fueron derrotados. Por supuesto, estamos hablando de países en los que las reglas de juego no son una farsa y existe competencia electoral.

Las primeras elecciones resonantes fueron en Corea del Sur, en medio de barbijos, campañas virtuales y medidas sanitarias a la hora de votar. Fueron elecciones parlamentarias, que terminaron con un plebiscito a favor del presidente por su gestión de la crisis. El baile recién arrancaba y fue afortunado de ser el primero. Eran épocas en que el virus parecía ser algo pasajero que sería controlado con aislamiento y cuarentena. Épocas en que, en Argentina, la ciudadanía se conmovía y aplaudía desde los balcones y el apoyo al presidente era total. Algo similar ocurrió en Corea del Sur, pero el romance entre el COVID, los medios de comunicación, pueblo y gobiernos estaba destinado a ser corto y ya nadie pudo montar su estrategia electoral mostrando la gestión de la pandemia como un valor positivo. Luego de escasos dos meses en que los gobiernos del mundo parecían haber encontrado una causa que convirtió modestos liderazgos en heroicos todo se volvió sombra, colapso y crisis. El virus demostró una resistencia que esmeriló gestiones al ritmo del cansancio social.

En Europa, luego de suspenderse las elecciones programadas para mayo, Duda, el presidente polaco que había afirmado apenas dos meses antes que vencería por el 70% de los votos, apenas pudo arañar una triste victoria en segunda vuelta por un margen ínfimo ayudado en parte por la afortunada y oportuna caída de casos hacia el final de la primera ola. En Polonia, la democracia esta tensionada por un gobierno que apostó a la grieta entre derecha e izquierda y casi cava su propia tumba.

En octubre de 2020, tan solo un año más tarde de tener que exiliarse en México, Evo Morales líder del MÁS recuperaba el gobierno con el 55% de los votos. Luis Arce se consagró presidente y, pocos meses más tarde, se terminaba el exilio para el ex presidente. Fue la primera elección en donde la oposición vence al oficialismo, aunque -meses antes- parecía imposible que eso suceda. La oposición a Evo no había sido suficiente para vencer electoralmente en 2019, pero si para derrocarlo y entronar en el palacio quemado a Jeanine Añez, ensalzada por la revista Forbes y que hoy enfrenta un duro proceso judicial y, en apariencia, el fin de su carrera política. Tan solo una semana más tarde de la elección en Bolivia, el Referéndum para modificar la constitución en Chile, mostraba los inconvenientes de los oficialismos para hacer pie en el plano electoral en este contexto de pandemia y, una semana más tarde, en una trifecta resonante, se daba una derrota histórica para Donald Trump quien, en marzo del 2020, se presumía victorioso por más de 10 puntos. Más allá de los papelones, la toma del capitolio y las denuncias de fraude, la victoria de Biden fue aplastante y fue, además, una de las pocas veces en la historia de la democracia más antigua del planeta en donde un presidente en ejercicio no logra su re-elección. La principal potencia mundial y su gobierno, en un momento crítico, con la ingeniería electoral más sofisticada, no pudo vencer. Una nueva derrota para los oficialismos y una nueva derrota para la confrontación política como estratega electoral.

Portugal se presentó como la excepción cuando Marcelo Rebelo De Sousa ganó su reelección cómodamente. Un presidente que buscó consensos, que tuvo que incorporar a su agenda de gobierno conceptos propios de fuerzas políticas más progresistas y que buscó constantemente no perder la cohesión social en un contexto en donde los pobres, son cada vez más pobres, la injusticia es cada vez más injusta y los ricos son cada vez más ricos.

En Ecuador la situación es particular. El oficialismo, llegó a la elección sin candidatos y con la lengua afuera luego de tantas reiteradas traiciones. Andrés Arauz afín a Correa y enfrentado frontalmente a Lenin Moreno, se alzó con la victoria en primera vuelta por más de 10 puntos, pero no logró vencer en el Ballotage, en donde Guillermo Lasso ganó por estrecho margen. En Perú, la situación se definirá en junio, pero la primera vuelta fue una enorme sorpresa  en una elección donde la izquierda se impone pero sin gran ventaja sobre sus rivales. Incluso Netanyahu en elecciones recientes, con la campaña de vacunación más exitosa del mundo a cuestas, perdió 6 escaños en las elecciones que se dieron a fines de marzo y enfrenta severos problemas para ganar aliados y formar gobierno.

Todo es sombra para los gobiernos democráticos de cualquier parte del mundo. Sean del color político que sean, la inevitable restricción de libertades individuales se lleva pesimamente con los principios democráticos que profesan, en sociedades abiertas donde el liberalismo, por lo menos en el plano cultural, ha triunfado de manera evidente. Para sociedades profundamente individualistas, cualquier obligación es incumplible y el confinamiento reviste carácter de epopeya fundacional de un nuevo tiempo no deseado, una patriada que día a día pierde apoyo mediático primero, político después y finalmente popular.

Argentina no escapa ni escapará a ninguna de las cosas que pasa en el mundo y en la región. Así como se muestra las restricciones en otros lugares para justificar las medidas de gobierno, es necesario advertir a donde lleva la pandemia y la grieta en el terreno electoral. Existe la creencia de que se trata de gobiernos de derecha, siendo derrotados por gobiernos progresistas. Sin embargo, el balance arroja más victorias de gobiernos evidentemente conservadores. Es cierto que el recorrido de este artículo es un poco caprichoso, sin embargo, existe una verdad hace tiempo olvidada en el país y probablemente en el mundo que rezaba que los votos se encuentran en el centro en la célebre campana de Gauss y que, ciertamente, puede estar corrido hacia la izquierda o hacia la derecha, depende de donde se sitúe el sentido común de la sociedad, pero es ese centro, el de los acuerdos, el que se debe disputar. En la era del algoritmo, la confrontación tiene más visibilidad y la racionalidad política pierde terreno. La intensidad es necesariamente poco abarcativa por mas tentadora que parezca y por mucho que se disfruten los memes y las chicanas twiteras. Decía Perón que, si nos quedamos solo con los buenos, vamos a ser muy poquitos, y con poquitos no se puede hacer nada en política. Esta sabiduría viscachesca, nos recuerda aquel viejo refrán español: “vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos”

La pandemia, nos agota, nos agobia, nos confunde y quizá, en ocasiones, nos derrota. En la puerta de un largo invierno, debemos prepararnos para mayores cierres y restricciones, una crisis que se prolonga, una pobreza que no cesa y, posiblemente, en el mediano plazo, unas elecciones que arrojen un resultado electoral que aumente aun más el desconcierto. En un escenario de esta clase, la paz social debe ser cuidada como un tesoro y evitar profundizar la grieta un posible medio de lograrla.  

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