Por Patricio Ballesteros Ledesma
Aunque el presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo todavía insisten en que ya se observa una baja sostenida de la inflación y una recuperación de la actividad en las últimas semanas, el repunte en el precio de algunos alimentos y bebidas (un rubro crucial en el IPC general) en la última semana de mayo del 5,8% al 6,1% indica lo contrario.
Además, los registros estadísticos de caída en la industria, el comercio, las ventas y el consumo, más el reporte constante de suspensiones y despidos en el sector privado, contradicen el discurso oficial de virtual recuperación en V de la economía. Al contrario, la mayoría de los economistas locales ven una profundización de la recesión mes tras mes.
Según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) publicado ayer, que elabora el Banco Central con las proyecciones de consultoras privadas y economistas locales, la tendencia a la baja de la inflación que arrancó en enero cambiará a partir del dato que publicará el INDEC la semana próxima. El IPC de mayo marcará 5,2%, pero en junio y julio no bajará%.
Vale aclarar que en el REM se difunden los resultados del monitoreo realizado del 29 al 31 de mayo y que contemplan los pronósticos de 36 participantes, entre quienes se cuentan 23 consultoras y centros de investigación locales e internacionales y 13 entidades financieras locales.
En comparación con el monitoreo del mes previo (abril), que presentaba valores de inflación más altos , el descenso del índice hacia adelante era constante: mayo 7,5%, junio 6,8%, julio 6,3%, agosto 6%, septiembre 5,8% y octubre 5,2%. Y el pronóstico para todo el año les daba 161,3%.
Sin embargo, en mayo, con el dato certero del IPC general del 8,8% en abril y al posponer el Gobierno los nuevos aumentos programados, los analistas morigeraron el índice para el mes cerrado pero prorratearon su impacto en los siguientes: mayo 5,2%, junio 5,5%, julio 5,5%, agosto 5,2%, septiembre 5,3% y octubre 4,6%. Además, bajaron la estimación anual al 146,4%.
Esta relativa baja consecutiva de la inflación desde el pico del 25,5% de diciembre, impulsado en la segunda quincena de ese mes por el salto del tipo de cambio oficial del 118% impuesto por el Gobierno, más que una real caída debe verse como una desaceleración sobre el nuevo ritmo fijado por la devaluación impuesta el 12 de ese mes.
Esa brutal suba inicial de todos los precios de la economía, incluido el dólar pero excluidos los ingresos de los trabajadores activos y pasivos en igual medida, generó una igual de brusca retracción de las ventas. A partir de entonces, las empresas ajustaron por precio en lugar de por cantidad y el consumo se desplomó. El nivel de actividad y el uso de la capacidad instalada industrial viene en picada, como era de esperarse.
Aunque el contexto es otro, y la orientación económica casi opuesta, el esquema de Milei y Caputo recién en febrero (13,2%) casi igualó la inflación del último mes completo del anterior Gobierno (12,8%). Pero pasaron cosas, y ahora esa pendiente del índice y las expectativas del mercado dan todas las pistas de que empezará a rebotar.
En el entorno del presidente y el ministro tienen en claro dos cosas: que si empieza a subir la inflación están (estamos) fritos, por hasta ahora es el único logro que puede mostrar a sus seguidores y que el FMI espera que el índice cierre el 2024 en el 150% anual, algo bastante improbable con la acumulación del 53,6% en el cuatrimestre cerrado.
Entonces, no será la economía la que dibujará la V imaginada y prometida por el Ejecutivo, que contrajo la actividad a un nivel de depresión casi inédito en la historia reciente, sino que la V se irá delineando en el índice de inflación futura. La ven todos, y la padecen más los que tienen un contacto cotidiano con los precios en la calle, salvo los que tienen una fe ciega en la gestión más allá de la coyuntura.
Pero los datos son los datos y matan el relato. Con un plan financiero y monetario que ya alcanzó su límite, y la falta de un plan económico sólido con objetivos sustentables, la incertidumbre vuelve al centro de la escena. No sólo por la corrida sobre el dólar de los últimos días, la suba del riesgo país y la caída de las acciones y bonos, sino también por la falta de confianza en el rumbo en vastos sectores productivos, industriales y el creciente descontento social.
Y la línea descendente de los pronósticos de los que analizan la marcha de los precios desde que asumió Milei, llegó al vértice y empieza el ascenso. Ese 5,2% proyectado por los analistas del mercado tendrá su espejo o no el jueves 13 cuando el INDEC publique el dato oficial de mayo, pero hacia futuro los aumentos antes aplazados y ya vigentes desde junio auguran una escalada.
Como en la vida, lo difícil no es alcanzar el éxito sino mantenerlo. Tras la inflación pisada de mayo, los aumentos en las tarifas de gas, electricidad, agua, combustibles, transportes, más las correcciones semanales en los productos de primera necesidad, no podrán quedar al margen de la medición de los precios del organismo oficial.
Alguien insospechado de opositor como el exministro Domingo Cavallo publicó este domingo en su blog personal: “Si en mayo hubieran continuado los ajustes de los precios de la energía y de los transportes como habían sido anunciados, la tasa de inflación a publicar por el INDEC tendría que ser del orden del 7%, pero dado que el Gobierno decidió postergar los ajustes de los precios controlados para más adelante, es posible que la tasa mensual de mayo termine estando alrededor del 5%”.
Mientras tanto, los ingresos no se actualizan en igual medida, y abundan las ofertas y promociones en todos los rubros porque no hay ventas. La fuerte caída por quinto mes consecutivo de la recaudación del IVA en términos reales es una señal ineludible.
Muchas empresas redujeron turnos y suspendieron a parte del personal, pero otras están cerrando sus puertas y despidiendo a sus trabajadores porque la coyuntura es insostenible y el panorama de mediano plazo no es alentador.
No sólo se achicó la torta, y las porciones son cada vez más chicas, también hay menos comensales entre las personas y las empresas. En este real empobrecimiento de la economía, sólo comen bien los poderosos con espaldas y los que aprovecharon estos meses de carry-trade y especulación financiera. Fabulosas rentas del 8% mensual en dólares, con una economía estancada, sólo en la Argentina y para unos pocos. Ay, la codicia.