El Gobierno encara su último año con más dudas que certezas - Política y Medios
19-04-2024 - Edición Nº5922

ENTRETELONES DE CASA ROSADA

El Gobierno encara su último año con más dudas que certezas

A poco de cumplirse los 1100 días de Gobierno -y camino al último trecho de administración- las diferencias permanecen y vienen arrojando resultados muy poco halagüeños en casi la totalidad del mandato que intenta encauzar el trío que conforman CFK, Massa y Alberto.

Por: Juan Pablo Peralta - DESDE CASA ROSADA

 

Como hemos venido contando en este segmento dedicado a lo que acontece en Casa Rosada, el esquema que se impuso luego de la salida de Martín Guzmán y la llegada de Sergio Massa al quinto piso del Palacio de Hacienda, ha catapultado a Alberto Fernández a una figura institucionalmente decorativa sin la más mínima capacidad de decisión en materia política y económica.

“Pero todavía tiene la lapicera”, afirman algunos de los seguidores que le quedan en la empequeñecida mesa chica que todavía lo rodea, y que pese a todo, le levanta el ánimo en largas cenas en la quinta donde vive, asegurándole que en 12 meses pueden pasar –y cambiar- muchas cosas. Le garantizan que no todo está perdido y que él todavía puede ser candidato a su reelección, eso sí, siempre y cuando haya PASO.

Entre los dirigentes de la autoayuda está –en especial- Emilio Pérsico, titular del Movimiento Evita, a quien lo que más le interesa, en ese escenario de primarias abiertas, es disputar junto a su esposa, Patricia “La Colo” Cubría, la intendencia del populoso partido de La Matanza a Fernando Espinosa. El hombre está tan imbuido en ese objetivo que le habla mal de Cristina y Máximo Kirchner al jefe de Estado y después se reúne con el diputado hijo de Néstor a escondidas para tratar de no quedar afuera del eje de Poder en el tercer cordón, donde siempre se definen todas las batallas.

Los ecos del triunfo de Lula en Brasil, que no le alcanzó para imponerse en primera vuelta, fueron demasiado moderados en Balcarce 50. Una por las declaraciones en campaña que el ex mandatario nacido en Pernambuco hizo contra la administración de Alberto Fernández -para despegarse de su mala gestión- especialmente en materia de derrota contra la pobreza y negativas negociaciones con el FMI. De todos modos, el Presidente, que tenía preparado un avión para ir a saludar en persona a Da Silva si ganaba, aguarda celebrar con algo más que un tuit el 30 de octubre, cuando se desarrolle el balotaje. Cristina Kirchner guardó el silencio que corresponde a una conductora que se vería comprometida a intentar imitar la gesta en 2023, como se lo piden sus bases, especialmente si del otro lado llega a estar Mauricio Macri.

Entretanto, Fernández dedicó la semana corta a viajar a Córdoba a firmar contratos –de cara al futuro- para desarrollar un lanzador de satélites; festejar un acto en conmemoración a los 150 años del Servicio Meteorológico Nacional; a anunciar un esquema de subsidios en los servicios de los clubes de barrio en la Provincia de Buenos Aires, donde Massa fue el centro de atención, pidiendo, como hacía el ex presidente Macri, que cuidáramos la luz y el agua.

Otra actividad del titular del Ejecutivo -que pasó desapercibida- fue la de la presentación con Juan Cabandié (Ambiente), de una capacitación de la Ley Yolanda dirigida a agentes del Estado en temas ambientales, fue en el CCK. Lo inesperado fue que uno de los invitados al evento adelantara a los periodistas acreditados en el lugar otra mala noticia: Alexis Guerrera (Transporte), dirigente del Frente Renovador, adelantó que los colectivos y trenes aumentarán un 40 por ciento en diciembre. Algo que indudablemente llegará a la red de subtes de Buenos Aires, como pasó con el último incremento impuesto hace poco, y que determina que en cinco meses la movilidad de los pasajeros, en su mayoría trabajadores que pelean cuerpo a cuerpo con la impiadosa inflación, se incremente un 80%, algo que sumó inclusive a los taxímetros.

Las ganas y necesidad de Juan Zabaleta (Desarrollo Social) por volver cuanto antes al partido de Hurlingham, donde quiere dejar de estar de licencia a sabiendas de que La Cámpora avanza en su bastión a pasos agigantados, se mezclaron con la pax temporal firmada con la Unidad Piquetera, que se apoya en la iniciativa motorizada por la Vicepresidenta a través de su nuevo delfín, Sergio Massa, para otorgar un bono dirigido a unas 2 millones de personas; a pagar en dos o tres veces; que rondaría los 17 mil pesos, y que no tiene otra finalidad que llegar a fin de año sin efervescencias sociales de magnitud.

En la coalición gobernante es sabido que el Índice de Precios al Consumidor rebalsará el 100% en todo el año, y que el 60 por ciento que se puso como meta en el Presupuesto 2023 es una entelequia. Los precios no se frenan, y donde más se nota la falta de reflejos, es en la Secretaría de Comercio Interior, donde Matías Tombolini, aún con el aliento furioso de “La Jefa” en la nuca por sus nimias preocupaciones en referencia a las figuritas del Mundial, pretende alcanzar un acuerdo de “Precios Cuidados” con las empresas alimenticias por unos 600 productos, que incluyan primeras marcas, pero que tendrán ajustes mensuales de 4 a 6 por ciento. Algo que parece poco, teniendo en cuenta que varias consultoras ven subas semanales en productos de la Canasta Básica del 2,5%.

Los ecos de las presiones que le llegan a Massa a la cartera vecina de Economía, se oyen en el despacho presidencial, pero con un suspicaz silencio de fondo. Los gremios todavía cercanos a Alberto, le piden, entre otras cosas, subir urgente el piso de Ganancias, y por supuesto mejores acuerdos paritarios, aunque sosteniendo a Claudio Moroni en Trabajo. Obviamente para evitar las sumas fijas que impulsa el kirchnerismo, que es el que no se cansa de pedir la salida del amigo del Presidente que sobrevive al frente de la cartera laboral con un desgaste que pocos de sus antecesores han soportado.

Al ministro no se le mueve un pelo al aseverar que la Argentina ha sido el país que mejores salarios ha mantenido en pandemia y ahora, olvidando que estamos atravesando el infierno inflacionario, al que le cantaba Luis Alberto Spinetta, ese mismo que se encarga de licuar sueldos registrados, informales, sin perdonar ni siquiera a los que realizan changas marginales, que para muchos determinan poner un plato de comida en la mesa de sus familias. No olvidemos que los números oficiales de la pobreza son de 17,3 millones de argentinos y 4,2 que sobreviven en la indigencia.

En el Frente de Todos no hay siquiera tiempo y disponibilidad para celebrar la interna encarnizada en Juntos por el Cambio. Apenas algún caminante del Patio de las Palmeras ensaya una sonrisa por los palos que Facundo Manes recibe desde el PRO y de parte de sus propios correligionarios -por igualar a MM y CFK- escasean los segundos para tener que mirar el WhatsApp y volver a la preocupación, al rostro circunspecto y el cigarrillo ansioso. 

Otro tema del que se ha desligado Fernández es el de las tarifas. En la privacidad de Olivos se ríe de los que criticaban a Martín Guzmán. La “segmentación” sigue en espera por los temores que presiente el cristinismo con respecto al mal humor social, y porque además sabe que el laberinto diseñado para determinar los precios que deberá pagar cada usuario va a generar diatribas inevitables. Las trabas que impulsa Massa a la hora de que los ahorristas puedan acceder al denominado “dólar ahorro” están generando mayores rechazos en la clase media y media baja, a la que le quedaba ese recurso como única posibilidad en la que resguardar algo de sus ingresos. Claro, los plazos fijos corren detrás de un IPC que nunca alcanzan.

Propios y extraños critican la desprolijidad del plan massista que avisó a los que ya se habían inscripto para seguir percibiendo el subsidio, que si accionaron en esa línea ya no podrían acceder al billete verde formal, sumándole que luego de bajarse, y sin querer, quedarían a tiro de otra estocada: el gas y el agua tiene formulario para bajarse del beneficio: el agua no, al menos hasta mediados  de octubre. “La gente ya no confía en Sergio per sé, y encima sale con esto”, se atreve a murmurar en estricto off uno de los hombres cercanos a Fernández que entiende que su jefe fue "traicionado por el tigrense”.

Mientras los Moyano -derrotados por el macrismo en el club Independiente- pidieron un aumento salarial del 130%, volvió a surgir la polémica por los viajes internacionales de la troupe presidencial. Esta vez fue Silvina Batakis (Banco Nación) quien fue filmada por un argentino en Nueva York mientras paseaba por un Apple Store. La respuesta oficial fue: “no estaba comprando nada, sólo miraba”. El mismo tipo de justificaciones se dan cada vez que se piden explicaciones sobre los tremebundos gastos que realizan los funcionarios y sus numerosas comitivas en esas giras que carcomen divisas del Banco Central, las mismas que se le pide a los argentinos que cuiden como al oro.

La contradicción que “colisiona con el derecho a la generación de puestos de trabajo”, como afirmó Batakis, va a persistir. En breve (11 y 12 de noviembre) el jefe de Estado viaja a Francia invitado por su par Emmanuel Macron a participar del Foro por la Paz. Tiene a confirmar fecha de aterrizaje en Washington y visita bilateral con Joe Biden, uno de sus más importantes anhelos. Luego lo aguarda el G20 en Bali entre el 15 y 16/11. Todos paseos que son temas de Estado en el sector de comunicación de Presidencia, donde se dedica gran parte de las jornadas semanales a conformar listados con los funcionarios y colados que subirán a los aviones rentados a Aerolíneas Argentinas. De la misma manera que se hace con los vuelos de cabotaje, en los que se ha vuelto costumbre devolver favores (por los servicios prestados) a correveidiles que entregan a sus madres –de ser necesario- a cambio de un viaje con una viandita hervida en el vientre de algún microondas aéreo.

Mientras se sumaban más tipos de cambio, como el “dólar tecno” (otra invención del massismo renovador) el BCRA, encabezado por el discutido Miguel Ángel Pesce, debió salir a vender moneda estadounidense por unos USD 100 millones -después de varias ruedas de compra- anque con la “tranquilidad”, que remarcaron voceros oficiales, de tener un dólar blue por debajo del piso de USD 280 (en USD 277), esos mismos operadores que le otorgan el mote de marginal, y por ello sin importancia, o no, según a cuánto cotiza en las cuevas de la city. El problema es que esas bajas no se replican en absoluto en los precios de todos los rubros de la economía, donde por el contrario, los valores suben por el ascensor del Empire State y no se detienen.

Como afirma la Biblia: “cada día tiene bastante con su propio mal”. Así que mientras Alberto Fernández -y equipo- se aprestaban a cerrar el jueves en la calma que presagiaba el fin de semana reloaded, llegaron fuertes reverberancias desde Villa Mascardi (Río Negro). El desalojo de Mapuches ordenado por Aníbal Fernández (Seguridad) llevó a la ex abogada de Jones Huala (líder de la RAM) y actual ministra de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, a cuestionar en duros términos la detención de siete mujeres, una de ellas embarazada, denunciando una grave violación a los derechos humanos. La frutilla del postre fue la presentación de su renuncia indeclinable, de quien también fue defensora de Milagro Sala, sosteniendo hasta ahora que es una presa política, en contradicción con el Presidente Fernández, que asegura que “en la Argentina no hay presos políticos”.      

Lo cierto es que entretanto, el Mandatario se encontraba en un acto en Escobar, en la Fiesta Nacional de la Flor y en la proyección en un teatro local de la película “Argentina, 1985”, donde además se charló sobre la democracia con estudiantes. La incertidumbre prosiguió, y recién por la mañana del viernes, Fernández aceptó la dimisión después de intentar infructuosamente que Alcorta se quedara. Ahora se analiza quién será el reemplazo. Como ocurre desde que existe, la errática portavocería había negado temprano cambios en el Gabinete, algo, que como ocurrió en otras ocasiones, se confirmó poco después.

Para rematar, por la noche y paralelamente al nuevo conflicto entre los ministros del ya casi inexistente “albertismo”, desde La Plata se reproducían en todos los medios, imágenes de la violencia en el partido entre Boca y Gimnasia, que tuvo que ser suspendido entre gases lacrimógenos, policías bonaerenses disparando a camarógrafos, y lo peor, un fallecido: César Regueiro de 57 años y ex jugador de fútbol, quien murió en la ambulancia que intentaba auxiliarlo. Sucesos que llevaron al gobernador Kicillof a despedir al jefe del operativo de “seguridad”, y a avanzar con una investigación que determine qué agentes de la fuerza ejercieron semejantes excesos. La respuesta del jefe de la cartera que debía garantizar que esto no ocurriera, Sergio Berni, fue que esto ocurrió “porque muchos hinchas querían ingresar sin entrada”. El cuestionado funcionario no se responsabilizó por los graves hechos, pero aclaró que su renuncia está a disposición "todos los días”. En Rosada, el silencio de radio fue ensordecedor.   

Como se pudo observar desde casi el principio, las discordancias en el seno de la alianza gobernante forman parte de esa necesaria génesis para vencer al macrismo. El dilema es que a poco de cumplirse los 1100 días de Gobierno, y camino al último trecho de administración, esas distinciones permanecen y vienen arrojando resultados muy poco halagüeños en casi la totalidad del mandato que intenta encauzar el trío (CFK-Massa-AF) que fue mutando en sus aspectos vinculados al Poder sin dejar de sostener sus divergencias, esas que le complican el futuro cercano en materia de gobernabilidad, y por supuesto, de capacidad electoral el año que viene.   

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