María Eugenia Vidal ya no se mueve al ritmo de Horacio Rodríguez Larreta. Se cortó sola cuando propuso quitarle a Sergio Massa la presidencia de Diputados y no lo consultó para proclamar a Cristian Ritondo como futuro candidato a gobernador, durante un plenario de Tigre que nadie tenía muy en cuenta.
La autonomía de la exgobernadora encendió la disputa por las sucesiones de Juntos, una guerra fría que levantará temperatura desde diciembre porque todos los líderes se juegan algo en 2023.
El botín mayor es la Ciudad de Buenos Aires, pero no el único. Con la salida de Vidal de la provincia, la expectante candidatura a gobernadora se la disputan Larreta, con su alfil Diego Santilli; y los intendentes del PRO como Jorge Macri (Vicente López), Néstor Grindetti (Lanús), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Julio Garro (La Plata),
El jefe de Gobierno quiere sumar al primo del expresidente a su equipo de la Ciudad para captarlo, una maniobra similar a la que ensayó con Martín Lousteau en la Ciudad. Pero no le será fácil repetirla con cada alcalde que haya con pretensiones.
La otra disputa se da entre candidatos del PRO que ganaron en diferentes provincias e intendentes radicales que se anotan para 2023.
Así como Larreta y Vidal juegan su partido, Mauricio Macri y Patricia Bullrich disputan el suyo, con la pelea presidencial como telón de fondo.
Y los radicales avisan que darán pelea en todos lados con un dato que pocos analistas toman en cuenta: sumadas las listas que compitieron en las primarias, el PRO y la UCR tuvieron cosechas de votos muy parecidas.
Las fotos del miércoles pasado fueron postales de la disputa por las sucesiones que se avecina.
Hasta el juzgado de Dolores llegaron para acompañar a Macri legisladores de todas las vertientes del PRO, pero Vidal y Larreta no quisieron ir y cumplieron con una foto el día previo, a la que se sumó Santilli. Bullrich si fue a los Tribunales y no se apartó un minuto del expresidente.
El único radical que viajó fue el senador Luis Naidenoff, y los demás se reservaron para el acto de Ferro de esa tarde que cerró Facundo Manes, cuya aspiración presidencial está vigente aunque pocos la tomen serio fuera de la UCR.
Pero el volumen de votos que obtuvo en Buenos Aires y su buena imagen en el interior del país son una amenaza real. En caballito nombró a cada gobernador e intendente radical del país como si fueran un capital propio.
El mandatario jujeño Gerardo Morales prende y apaga su aspiración presidencial, pero su foco está en la presidencia del Comité UCR que le disputará en diciembre a Lousteau, quien podría ser considerado el militante radical del año.
Recorrió cada comité del país, participó de todas las internas, ganó y perdió, pero sembró un grupo de convencionales y legisladores propios para participar de todos los debates. Su padrino, jefe y financista es Enrique “Coti” Nosiglia, que a sus 72 años se ilusiona con un radicalismo socialdemócrata que vuelva al poder.
Manes, Morales y Lousteau son parte de la guerra fría de las sucesiones. El economista quiere que Vidal se haga un lado y lo deje competir en la Ciudad, pero a Macri no se le cruza por la cabeza perder las riendas del edificio de calle Bolívar.
Prefiere a Vidal o a Bullrich, si no le da para la Casa Rosada. Cualquiera que le garantice atender a sus viejos amigos que todavía se benefician de espacios de poder.
Lousteau nunca será su elegido si no lo dejan jugar amenaza con frustrar la alianza Juntos retaceando sus convencionales radicales que deberían firmarla. O hasta jugar una candidatura presencial por afuera. Pero la presión social no le haría fácil romper.
En el interior también hay tensión por las candidaturas a gobernaciones que pueden estar al alcance de la mano, protagonizada por candidatos del PRO victoriosos e intendentes radicales que quieren jugar.
Rogelio Frigerio anticipó parte de esa pelea en las primarias, cuando venció en las primarias al intendente de Chajarí, Pedro Galimberti, aliado a los radicales locales de Lousteau. En 2023 tendrá que negociar otra vez.
Los diputados del PRO se fueron a Chubut a celebrar el fenómeno de su compañero Ignacio Torres, ganador de las primarias y con chances claras de imponerse en las generales.
En septiembre le ganó a su colega radical Gustavo Menna, pero en 2023, si quiere disputar la gobernación, deberá enfrentar al intendente de Rawson, Damián Biss.
En 2019 fue de los pocos triunfos del partido centenario en una capital provincial, que siempre le sentaron bien. No dejarán que se jubile tan fácil. La pelea por las sucesiones está en marcha.