
El sector “albertista” del Frente de Todos (unas 10 personas) presagiaba un triunfo en las PASO del 12 de septiembre pasado. La encuesta presentada a Cristina Kirchner para que viajara desde Santa Cruz al búnker oficialista en el barrio de Chacarita, para celebrar lo que nunca pasó y que ella tomó como una redada, terminó siendo un chasco. Los 7 puntos con los que se iba a ganar en la Provincia de Buenos Aires, según el consultor Roberto Bacman, se convirtieron en calabaza cuando, pasadas las 21, se empezaban a dar a conocer los datos oficiales. Poco antes, el polémico “vocero” presidencial (en realidad Secretario de Comunicación y Prensa de Presidencia de la Nación), Juan Pablo Biondi, desde atrás de una reja le decía a los periodistas que le hablaban de bocas de urna favorables al Gobierno: “Yo que ustedes no me apresuraría tanto”.
A la medianoche, con el 95% de las mesas escrutadas, Juntos por el Cambio se imponía como primera fuerza opositora obteniendo el 40,16% de los votos, a nivel nacional, contra el 30,93% del Frente de Todos. Ya había salido al escenario de la derrota el presidente Fernández junto a su vice, a Máximo Kirchner, a Sergio Massa, y a los candidatos bonaerenses perdedores por casi cinco puntos: Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollán. Lo único que quedó de su discurso fue una dubitativa frase: “Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”. Las caras lo decían todo, la retirada en fila y los saludos de puños forzados dejaban atrás, entre otras cosas, la gran cantidad de comida y bebida que a la tarde se había depositado en el comando de campaña de la calle Corrientes 6271. Allí casi nadie probó bocado, sólo se quedaron Massa, Máximo, de Pedro, Zabaleta y Katopodis, analizando lo ocurrido.
El jefe de Estado decidió retomar su agenda el lunes como si nada hubiera pasado. En el Museo del Bicentenario presentó el proyecto de ley de Compre Argentino. Luego se quedó en Casa Rosada encabezando reuniones con varios de sus ministros, y se hizo un hueco para recibir al también derrotado candidato porteño, Leandro Santoro, quien horas más tarde expresó sobre lo que pasó en las Primarias, que "la respuesta la tiene que dar el Gobierno”.
El martes, el mandatario visitó el partido bonaerense de Almirante Brown para inaugurar obras. Ese lugar fue el elegido para comenzar a responder de manera simbólica a las presiones que recibe desde el espacio cristinista. Sentó a su derecha al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, algo que casi no hizo en ningún acto. Del Conurbano voló urgente a Olivos para encontrarse con la vicepresidenta Kirchner. La idea era negociar los cambios en el Gabinete, y, en consecuencia, el rumbo económico, que, para ella, fue el causante del fracaso electoral. Fue una entrevista difícil, donde hubo reproches y pases de factura que siguieron ocultos en las paredes de la residencia oficial.
En el transcurso del día, se conoció el número de inflación del mes de agosto: 2,5%. Dato que para propios y extraños se encuentra muy alejado de la realidad de las remarcaciones permanentes que no cesan en todos los rubros, en especial en el alimenticio y el de los medicamentos. Ese 32,3% (más de 3 puntos por encima de las proyecciones del Gobierno para todo el 2021), y el incremento interanual de precios del 51,4% encendieron las luces rojas en el Instituto Patria.
A mitad de semana Fernández visitó al intendente Mario Ishsii en sus pagos de José C. Paz. Mientras almorzaba con él se enteró que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y todos los funcionarios que pertenecen a La Cámpora le pusieron a disposición sus renuncias. Empezaba la crisis institucional que tiene en vilo al país. Después de bajar en el helipuerto del palacio rosado, el titular del Ejecutivo ingresó con cara de pocos amigos al Museo del Bicentenario, donde debía presentar el proyecto de Ley de Promoción de Inversiones Hidrocarburíferas. A su lado, el ministro de Economía, Martín Guzmán, echó nafta al fuego cuando aseveró que "la realidad nos exige seguir adelante con el FMI. Si ese acuerdo no existiera, las condiciones serían otras; sería distinto en las posibilidades que tiene el Estado en promover el desarrollo que queremos promover y se vería afectada la obra pública, la educación, la salud, el crédito para la empresa".
Minutos después empezaba a circular en los medios la carta de dimisión (no indeclinable) del titular de Interior y el resto de dirigentes kirchneristas que ocupan cargos en diferentes dependencias de gobierno. Massa, que participó de la actividad en el MB, se quedó en Casa Rosada y Fernández convocó en su despacho a los ministros que se mantuvieron leales. Por la tarde ingresó por explanada Aníbal Fernández, quien frente a la prensa acreditada aclaró que no le ofrecieron ni pidió nada, que no era emisario de nadie y, que si él fuera el Presidente, haría los cambios antes del 14 de noviembre, fecha de las elecciones legislativas. Las reuniones siguieron hasta las 21:36, hora en que Fernández se retiró de Balcarce 50 en helicóptero, algo que le habían recomendado no hacer.
Mientras la nave levantaba vuelo, en la reja interior de la sede de Gobierno y entre risas, un prensero oficial decía “parece que Alberto se empacó”. En Plaza de Mayo, un dirigente oficialista se enteraba que el Movimiento Evita, Barrios de Pie, y la CCC, junto a otras organizaciones sociales del FdT, convocaban a movilizar el jueves a las 15 hs para respaldar al Presidente (algo que después fue desactivado). Al respecto y exaltado el hombre vociferaba: “¡Es una locura!, ¿van a marchar en contra de Cristina!?”.
Por su parte, la prensa de Presidencia se encargaba de enterar a los periodistas que unos ocho gobernadores y algunos intendentes llamaron al mandatario para brindarle su respaldo. Ya habían hecho lo suyo Héctor Daer y Antonio Caló desde la CGT, también Hugo Moyano. Un funcionario albertista, que pidió discreción expresó: “Después de semejante operación, Alberto tiene todo su derecho a tener un mini 17 de Octubre, pero el tema es, ¿quién va a votar a nuestros candidatos el 14 de noviembre?”. Mientras tanto salía hacia el Congreso el Presupuesto 2022, elaborado por el equipo económico. El mismo prevé números de dudosa ejecución: una inflación del 33 por ciento, un dólar de $131,1, y un crecimiento del 4% en el Producto Bruto Interno.
En la semana más convulsionada para la coalición gobernante, el jefe de Estado prefirió que el jueves fuera un día sin agenda y con actividades en Olivos, donde recibió a dos gobernadores, el sanjuanino, Sergio Uñac y el tucumano, Juan Manzur. Luego se supo que Fernández les ofreció ocupar la jefatura de Gabinete, algo que los mandatarios provinciales declinaron, agradeciendo la invitación. A las pocas horas se encargó de subir un hilo de tuits donde lo más relevante fue el mensaje que le dedicó al núcleo duro del camporismo: “La altisonancia y la prepotencia no anidan en mí. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido”.
En el atardecer porteño empezó a circular mediáticamente la supuesta aceptación, por parte del Presidente de la renuncia de Eduardo de Pedro. La “vocería” que administra Biondi lo confirmó y la noticia se replicó, hasta que la Secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, manifestó oficialmente cerca de la fuente del Patio de las Palmeras, que “oficialmente, el presidente Alberto Fernández no ha aceptado ninguna renuncia de las que están presentadas y que todas ellas, como la composición del Gabinete está a su consideración y lo va a informar en el momento que tenga algo para informar”.
La sucesión de hechos no iba a quedar ahí. Desde el principal despacho de la Cámara alta, CFK hacía pública una carta con claras definiciones, entre ellas una frase en la que contó que mientras escribía esas líneas con el televisor muteado, leía un graph que decía “Alberto jaqueado por Cristina. No… no soy yo. Por más que intenten ocultarlo es el resultado de la elección y la realidad”, y sentenció, “es más grave aún: en la Provincia de Buenos Aires, termómetro inexcusable de la temperatura social y económica de nuestro país, el domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo Unidad Ciudadana en el 2017 con nuestra candidatura al Senado de la Nación”.
Las críticas de la vicepresidenta fueron dirigidas a la gestión de la economía, pero también a las operaciones de prensa que dirige contra su persona y espacio político, Juan Pablo Biondi. La jefa política del FdT dio detalles de las 19 reuniones que tuvo con el primer mandatario en Olivos, y de las propuestas de cambio de funcionarios que había hecho. Por ejemplo, proponer a Manzur como coordinador de los ministros, rechazando que Wado de Pedro ocupara ese cargo. La línea más directa fue la del final, donde le pidió a Fernández que honre la decisión que ella tomó en 2019 cuando le propuso acompañarla en las elecciones para enfrentar a Mauricio Macri.
La polvareda institucional no se privó de nada, inclusive de audios (en teoría privados) de la diputada Fernanda Vallejos, en los que cuestionaba al jefe de Estado y a su equipo de Gobierno, con adjetivos descalificativos que rellenaron las pantallas y espacios radiales de cuanto programa político y no político saliera al aire, incluyendo las redes sociales. Por su parte* -y después de una madrugada junto a su mesa chica- Fernández intentó este viernes empezar a mostrar que intenta ordenar la situación. Después de participar de manera virtual del Foro de Energía y Clima convocado por su par estadounidense Joe Biden, aterrizó en Casa Rosada con el Secretario de la Presidencia, Julio Vitobello y Gustavo Béliz (Secretario de Asuntos Estratégicos). Antes habían ingresado a Gobierno, Cafiero y su segunda, Cecilia Todesca. El primero estuvo poco tiempo y se retiró, dando lugar a todo tipo de especulaciones, entre ellas la de su posible salida.
De todos modos, los acuerdos sobre las modificaciones ministeriales se cocinan a fuego lento en los cónclaves entre Cristina y Máximo Kirchner, Sergio Massa y Wado de Pedro. Los contactos con el Presidente son telefónicos y, entre los nombres entrantes y salientes, aparecen Julián Domínguez, Matías Kulfas, Daniel Scioli, Juan Pablo Biondi, Agustín Rossi, y enroques que podrían protagonizar, al menos temporalmente, dirigentes como Béliz y otros de los que integran el staff del convulsionado Frente de Todos, que, aunque no parezca, forma parte de la campaña electoral de cara a las Legislativas de noviembre.