—¿Cómo y cuando surgió Estrellas Amarillas?

—Esta organización viene trabajando hace alrededor de 9 años. Surgió a partir de la pérdida de dos personas que tuvo el Ing. Julio Ambrosio. En ese momento él renunció a toda actividad y comenzó a dedicarse exclusivamente a darle forma a la ONG. La misma nació como la Fundación Laura Cristina Ambrosio Battistel, ahí surgió la Asociación Argentina de Familiares y Amigos de Víctimas del Tránsito que es Estrellas Amarillas.

—¿Qué actividades realizan?

—Una de nuestras acciones es pintar una estrella amarilla en los lugares donde hubo accidentes fatales. También llevamos una estadística veraz, en la medida en que se pueda, de la cantidad de víctimas. Nosotros tenemos información de los hospitales donde fallecen personas a consecuencia de accidentes. La estadística que llevan el diario o la prensa se refiere a cuando las personas fallecen en el lugar, pero no contabilizan a quienes fallecen posteriormente. La primer estrella que se pintó en el país fue en la ciudad de Córdoba. Acá en La Plata fue en diag. 79, esq. 4.

—¿En qué lugares están trabajando a nivel nacional?

—Estrellas Amarillas ha crecido en todo el país en una forma impresionante. A su vez tenemos ahora invitaciones de Chile, Paraguay, Uruguay, para que nos unamos y hagamos estrellas amarillas a nivel latinoamericano. La estrella en sí significa varias cosas: un llamado de atención a los que van manejando, a los transeúntes; un recordatorio del accidente en sí, inclusive para las personas que tienen a su cargo el caso, sean policías, jueces o fiscales. Cada vez que pasan, nosotros con la presencia de la estrella les refrescamos que necesitamos de la justicia, que necesitamos que no se cajoneen las causas, necesitamos que no se dejen corromper por las empresas… De manera cada estrella tiene varias representaciones.

—¿Qué planes tienen para seguir trabajando?

—En el caso de La Plata nos proponemos formar profesionales para la contención, trabajar con psicólogos, médicos, asistentes sociales y estar presentes nosotros también. El primer tramo, cuando el familiar recibe la noticia del accidente es de una incertidumbre tremenda, te lo digo como papá de una víctima. Basado en mi propia experiencia y habiendo dialogado con otras personas que pasaron por lo mismo, entiendo que lo más grave es la primer hora; yo ahí no sabía dónde estaba, qué había pasado. Por eso queremos formar un protocolo de actuación inmediata. Así como llaman a la ambulancia, que nos llamen a nosotros para poner en marcha inmediatamente la contención, que no tiene precio y sirve para toda la vida de esa persona. Queremos estar en esa primer hora para hablar con la persona y decirle “nosotros ya pasamos por esto, tranquilízate, los pasos que vienen son estos…” ¿Qué evitaríamos con esto? ¿Cuál es la ayuda? Si es un accidente de tránsito, la reacción suele ser “dónde está el desgraciado porque lo mato”. La primer reacción es la Ley del Talión y nosotros queremos evitarla porque creemos que ese camino es erróneo.

—¿Qué otra medida creés que sería importante tomar?

—Además de armar ese protocolo queremos perseguir a las autoridades para que haya alcoholemia cero. En Córdoba se puso en vigencia y mermó dentro de los accidentes el 15%, que es mucho. Los argumentos son públicos, necesitamos una ley extremadamente dura con alcoholemia cero. Por otro lado, si la persona va alcoholizada, debería estar estipulado que el seguro no se hace cargo. El autor de manejar alcoholizado debe hacerse cargo de todo lo provocado por el accidente.

—¿Cómo se puede trabajar a nivel cultural el tema de alcoholemia cero?

—Tenemos un proyecto en relación a la persona que recibe a los pibes en los boliches bailables. La idea es que les pregunten si vinieron en auto. De ser así, la idea es que esa persona les pregunte quién maneja. Al conductor asignado le pondrían una estrella refractaria amarilla, que tiene que devolver cuando se va. De ese modo la persona tiene puesto el prendedor toda la noche. Si tiene la estrella no tiene que tomar, los amigos no le tienen que ofrecer y el boliche no le tiene que vender. La idea es que el distintivo tenga un sistema tipo precinto para que no se lo intercambien, sino que cuando el conductor se va del boliche se lo corten y listo. Es una acción que queremos proponer confiando en la buena voluntad de todos para actuar de modo preventivo. Lo estamos trabajando con la persona que se ocupa a nivel municipal de las habilitaciones.

—¿Hay algún proyecto para trabajar la educación vial?

—Ahora estamos trabajando con la directora de tránsito de la ciudad de La Plata, Natalia Cepeda, para generar educación vial a través de los niños. Hemos hecho una serie de folletos que dicen “Por favor usá el casco, gracias.” “Por favor no uses el teléfono, gracias.” La campaña se llama “Por favor y gracias”. Nos vamos a reunir con los conductores de los transportes escolares y les vamos a entregar ese material a los chicos para que cuando ellos detecten una infracción, muestren el folleto que corresponde. Confiamos en que este mecanismo activado por un niño sea más efectivo que la represión, que genere un acto reflexivo. En los festivales entregamos remeras que dicen “El que conduce no bebe”, tratamos de difundir ese slogan lo más posible.

—¿Cómo se financia la entidad?

Hacemos todo a pulmón. El intendente Bruera a veces nos da una mano, también el diario El Día. Cuesta mucho que la gente accione. Si uno hace una encuesta todo el mundo está preocupado por la inseguridad, cuando en realidad los accidentes de tránsito producen más muertes que los asaltos. Desde nuestro lugar tratamos de crear conciencia. Ahora en el salón del seguro Rivadavia haremos jornadas con los conductores de los transportes escolares porque la salida de los colegios es caótica y se torna peligrosa especialmente para los chicos que entran y salen del colegio.