
La morosidad con tarjetas de crédito alcanzó en marzo su punto más alto en los últimos tres años. Así lo confirmó un informe reciente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que reveló que los saldos vencidos escalaron al 2,8%. Al mismo tiempo, los préstamos personales también marcaron un récord: la morosidad superó el 4,1%, el nivel más alto en nueve meses.
Según datos del BCRA, la presión financiera no solo golpea a las familias: también se observó un incremento en los cheques rechazados, que treparon un 91,7% interanual y un 11,2% mensual. En total, se registraron más de 64.000 cheques sin fondos, con una tasa de rechazo del 1,3% del total compensado, el peor dato en cinco años.
El informe del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) muestra con claridad hacia dónde va el crédito: el 58% de los argentinos endeudados con tarjeta lo están por gastos en alimentos. En un contexto de inflación aún alta y salarios estancados, muchos hogares deben recurrir al financiamiento para llenar la heladera.
Además, el 15% de los hogares tomó nuevas deudas este año, mientras que un 12% arrastra pasivos desde 2023 o incluso antes. En cuanto a la cantidad de compromisos asumidos, el 65% de los hogares acumula entre dos y tres deudas, un 23% solo una, y el 12% más de tres.
Austeridad y consecuencias: la economía real bajo presión
La política de ajuste impulsada por el presidente Javier Milei estabilizó algunas variables macroeconómicas, pero ya comienza a mostrar tensiones en la economía real. Desde el sistema financiero alertan sobre un "deterioro del crédito", con bancos que ven caer la capacidad de pago de sus clientes.
"Es una luz amarilla. La cobranza de los créditos se está volviendo más pesada", admitió Gastón Rossi, director del Banco Ciudad. La presión alcanza tanto a consumidores como a empresas, que enfrentan mayores tasas, caída en la actividad y un freno en la cadena de pagos.