
La aprobación del staff del FMI al acuerdo propuesto por el Gobierno nacional no terminó de generar el cimbronazo deseado, y este miércoles el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tuvo una nueva rueda negativa.
A pesar del acercamiento a un robusto desembolso que consolide las reservas, la entidad monetaria vendió US$ 165 millones, en lo que fue el peor saldo desde el 28 de marzo.
Afortunadamente para el Gobierno, la foto completa no terminó de reflejar la quema de divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), ya que las reservas brutas se incrementaron en US$ 76 millones, alcanzando los US$ 24.733 millones.
Esto se debe a que, entre sus componentes, existen activos como el oro o monedas internacionales como el yuan, cuyas variaciones en la cotización inciden en la cifra final.
Luego de las turbulencias experimentadas por los mercados del mundo en los últimos días a raíz de la guerra comercial impulsada por Donald Trump, la suspensión por 90 días de todos los aranceles a excepción de los impuestos a China propició un importante rebote de los mercados, y el oro no fue la excepción.
La otra buena noticia, ante la recuperación de los bonos argentinos en Wall Street, fue el descenso del Riesgo País de los 1001 pb a los 890pb.
Pero si en el frente externo la emergencia parece comenzar a amainar, las urgencias del frente interno se reproducen a paso firme. Con este ritmo de sangría de reservas, la cotización del dólar oficial tiene los días contados.
La decisión definitiva del Board (directorio) del FMI respecto a la propuesta de Luis Caputo y Javier Milei podría llegar este viernes gracias a un recurso presentado por el Gobierno para acelerar los tiempos de su tratamiento, y la palanca de Trump en Washington. De ser positiva, quizás contribuya a calmar las expectativas devaluatorias.
En esa empresa, llegará el próximo lunes 14 de abril a nuestro país el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott K.H. Bessent, con el objetivo de mantener encuentros con autoridades del Gobierno nacional y representantes del sector privado, y exhibir el respaldo desde la Casa Blanca al programa económico y político de Milei.
Bessent se reunirá con la cúpula gubernamental, particularmente con el ministro de Economía, y también con algunos actores de calibre en el escenario empresarial argentino. Pero la misión principal es enviar un "mensaje claro" de respaldo al Gobierno ante el mundo.
El alineamiento geopolítico y la elocuente subordinación explicitada por el presidente argentino en su última visita a Mar-a-Lago, la mansión de Trump en Palm Beach, son activos que la administración Trump no puede despreciar; en medio de la guerra comercial a cielo abierto con China.
Contrarrestar el avance del gigante asiático sobre el cono sur del continente americano fue uno de los objetivos del magnate republicano, observable en los bajos aranceles dispuestos en la región al momento de repartir alícuotas para todos y todas.
Bessent manifestó a través de un comunicado en las últimas horas que "gracias al liderazgo audaz del presidente Javier Milei, la relación entre Estados Unidos y Argentina es más sólida que nunca" y aseveró: "Espero con entusiasmo mantener conversaciones positivas sobre la economía argentina y explorar nuevas formas para profundizar nuestra vital relación económica".
La visita llega también en medio de conversaciones iniciadas desde Buenos Aires con el objetivo de lograr un acuerdo bilateral preferencial que deje a nuestro país en una posición favorable, en medio de la cruzada proteccionista de Trump.
Representaría para el Gobierno un doble logro: económico en el sentido más superficial, pero también una victoria política en el plano simbólico para exhibir ante un escenario político local que ha cuestionado -casi con sorna- la subordinación incondicional de Milei a Trump y lo escasamente correspondido que ha siso por el jefe de Estado norteamericano.
La crisis que atraviesa el Gobierno está a un par de acontecimientos cercanos de comenzar a disiparse -o, al menos, postergarse-. Esto es tan cierto como que la espera de los desembolsos es una bomba de tiempo donde el Banco Central despeja la presión devaluatoria quemando reservas a diario desde hace semanas.
En el horizonte, cada día un poco más cerca, están las elecciones legislativas de octubre. Ninguno de estos esfuerzos tendrá sentido políticamente para el Gobierno si no logra sostener el tipo de cambio y la inflación planchados como un trofeo para presentarle al electorado y reconfigurar la escena legislativa para la segunda mitad del mandato.