
El ecosistema de las redes sociales está en constante evolución y, en este contexto, surgen plataformas que desafían el statu quo. Es el caso de Bluesky como una alternativa a Twitter/X, que capta a millones de usuarios descontentos con la gestión de Musk. Además, según Joseph Stiglitz, el CEO de Apple Tim Cook asoma como una alternativa ética para evitar la elonmuskización de las redes sociales.
El punto fuerte de Bluesky radica en su capacidad de evocar aquel Twitter de 2006 e inicios de la década de 2010. Con una interfaz amigable, su crecimiento exponencial supera ya los 20 millones de usuarios y responde a un enfoque simple pero efectivo: recuperar la esencia de Twitter y sin los cambios disruptivos que caracterizan a X bajo la actual gestión de Musk. Bluesky se posiciona como un refugio para quienes buscan una comunidad más amigable y menos polarizada.
Más allá de la nostalgia, esta red social también plantea una revolución al adoptar un enfoque descentralizado. La plataforma utiliza el AT Protocol, que permite a los usuarios mayor control sobre sus datos y facilita la interoperabilidad con otras redes sociales. Este modelo se asemeja al de Mastodon, aunque con una experiencia de usuario más intuitiva y accesible.
Jack Dorsey: el creador de Twitter y su “nuevo Twitter”
Bluesky no puede entenderse sin hablar de su origen porque fue fundada en 2019 como un proyecto interno de Twitter y surgió bajo la visión de Jack Dorsey, quien buscaba desarrollar una versión descentralizada de su creación original. Sin embargo, tras la compra de Twitter por parte de Musk en 2022, Dorsey se distanció del nuevo rumbo de la compañía y Bluesky tomó un camino independiente.
Aunque Dorsey se desvinculó del proyecto a principios de 2024, su influencia es innegable. Actualmente, la dirección de la empresa está en manos de Jay Graber, ingeniera de software con experiencia en desarrollo de redes descentralizadas. Su liderazgo ha sido clave para la consolidación de Bluesky como una alternativa seria y estable.
Las razones del éxodo digital hacia Bluesky
Más allá de la insatisfacción con las decisiones de Musk, asoman factores específicos que impulsaron la migración masiva hacia Bluesky, ya que la curva de aprendizaje es mínima: cuenta con una interfaz prácticamente idéntica a la de Twitter/X, lo que permite a los usuarios adaptarse rápidamente.
Además, es menos tóxica y polarizante, ya que es recibida por los usuarios como un espacio más tranquilo, donde los debates son más respetuosos y existen menos confrontaciones ideológicas. Y a diferencia de X, Bluesky permite un mayor nivel de personalización en la moderación de contenido y en las interacciones.
Una de las funciones más aclamadas por la comunidad es la posibilidad de seguir y compartir “feeds” temáticos, que funcionan como listas curadas de contenido según los intereses de cada usuario.
Bluesky frente a X: lo que falta y lo que innova
Si bien Bluesky logra captar la atención de millones de usuarios, todavía tiene un largo camino por recorrer para consolidarse como una alternativa definitiva a X. Algunas funciones claves que aún no están incluyen listas de tendencias para conocer los temas más comentados, estadísticas de visualización de publicaciones, borradores y programación de publicaciones o la subida de videos en alta resolución y de mayor duración.
Sin embargo, es importante recordar que Bluesky sigue en fase de desarrollo y que su equipo de trabajo demostró una notable capacidad de respuesta a las demandas de los usuarios. La gran pregunta es si podrá mantener su crecimiento y conservar el “buen clima” que muchos destacan como su principal ventaja frente a X.
Bluesky supo capitalizar el desencanto con Twitter/X y atrae a quienes buscan una experiencia más cercana a la original. Sin embargo, la historia de las redes sociales nos enseñó que no basta con ser la alternativa “más amigable”; es fundamental mantener el interés de los usuarios a largo plazo.
El desafío será, entonces, no solo mejorar su plataforma, sino también resistir la posible llegada de usuarios que busquen trasladar la toxicidad de X a un nuevo espacio. Si logra consolidarse sin perder su identidad, podría convertirse en el verdadero sucesor de Twitter. De lo contrario, correría el riesgo de sumarse a la lista de redes sociales que fueron promesas pero no alcanzaron la masificación necesaria para desafiar al gigante que Musk transformó a su antojo.
El poder de los nuevos magnates de la información
Días atrás, en una entrevista al diario El Mundo de España, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, advirtió que tanto Elon Musk como Mark Zuckerberg carecen de valores morales y, además, consolidaron el uso de las redes sociales como herramientas de propaganda “más poderosas que las utilizadas por los nazis”.
Stiglitz advierte que plataformas como Facebook, Instagram y X convirtieron la manipulación informativa en un arte. Gracias a la combinación de algoritmos avanzados, economía conductual e inteligencia artificial, estas redes tienen la capacidad de influir en procesos electorales, polarizar sociedades y controlar el debate de los asuntos públicos como nunca antes en la historia.
Sus declaraciones, lejos de ser una simple provocación, invitan a reflexionar acerca del impacto de las grandes tecnológicas en la sociedad y el debilitamiento de la democracia. En este escenario, Stiglitz señala a un actor que representa una alternativa ética: Tim Cook, CEO de Joseph Stiglitz
No es casualidad, entonces, que Bluesky experimente un crecimiento acelerado: millones de usuarios buscan escapar de la toxicidad y el control de estas plataformas. En ese sentido, Stiglitz va más allá y compara el uso de la propaganda digital con la estrategia de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi. Para él, Musk y Zuckerberg han abrazado una visión similar: “La verdad no existe”.
Su argumento es claro: mientras en el siglo XX los magnates controlaban la industria petrolera o ferroviaria, hoy estos nuevos CEOs de las redes sociales dominan la economía de la información. En un mundo donde la información ejerce el poder real, esta concentración resulta altamente peligrosa.
Del presente al futuro
Como respuesta a esta amenaza, Stiglitz propone un “capitalismo progresista”, un modelo que busca equilibrar mercado y Estado para evitar el abuso de poder. Entre sus principales propuestas se incluye el pedido de regulación estricta de las redes sociales y que estas sean tratadas como medios tradicionales con responsabilidades legales por la difusión de desinformación.
La lucha contra los monopolios tecnológicos es otro punto que el economista pregona, ya que al limitar la influencia de gigantes como Meta y X, se fomenta la competencia y la innovación.
En este contexto, Tim Cook y Apple emergen como un ejemplo de resistencia ante el modelo de negocio basado en la explotación de datos personales. Desde su llegada a Apple, Tim Cook mantuvo una postura firme en defensa de la privacidad del usuario, mientras Zuckerberg construyó su imperio a partir de la recolección masiva de datos para fines publicitarios. Recordemos que en 2018, tras el escándalo de Cambridge Analytica, Cook criticó duramente a Facebook: “Podríamos ganar mucho dinero si monetizáramos a nuestros clientes. Pero hemos elegido no hacerlo”.
La advertencia de Stiglitz no es solo una crítica a Musk y Zuckerberg, sino un llamado de atención acerca del futuro de la información y la democracia. En un mundo donde las grandes tecnológicas tienen más poder que muchos gobiernos, la regulación y la responsabilidad ética son más necesarias que nunca.
La pregunta es: ¿seguirán los gobiernos permitiendo que la economía de la información quede en manos de unos pocos? Solo la humanidad tiene la respuesta.