
Por: Mg. Lautaro González Amato*
El escenario político de Ecuador se ha visto sacudido tras la primera vuelta electoral del 9 de febrero pasado. Luisa González, la candidata abogada de izquierda respaldada por el expresidente Rafael Correa, logró un resultado histórico para el correísmo: obtuvo un porcentaje de votos que la coloca en un virtual empate con el actual mandatario, Daniel Noboa. Esta situación reconfigura por completo el panorama de cara al balotaje el próximo 13 de abril y pone en jaque las aspiraciones de reelección del Presidente.
A pesar de haber sido derrotada en 2023, González supo capitalizar el descontento social y la inestabilidad que marca la gestión de Noboa. Su discurso, centrado en devolverle la paz a la sociedad ecuatoriana y en restaurar las políticas del correísmo en este país, encontró eco en una parte significativa del electorado. Con una imagen que recuerda por momentos a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y en otros a la vehemencia de la líder antichavista María Corina Machado, la candidata ha emergido como la gran protagonista de la primera vuelta.
El apoyo a González es reflejo de una base correísta que, lejos de haberse diluido con el paso del tiempo y las problemáticas que rodean al expresidente, continúa configurándose como un actor clave en la política ecuatoriana. Su desempeño en esta elección no solo ha sido un hito para su movimiento, sino también una clara advertencia para Noboa, quien esperaba consolidar su liderazgo sin mayores sobresaltos.
La clave del balotaje radica en la tercera fuerza: el voto indígena
El resultado electoral deja en claro que el próximo presidente de Ecuador se definirá voto a voto. En este contexto, el apoyo de Leónidas Iza, líder del Movimiento Pachakutik y de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), se convirtió en un factor decisivo. Con un 5,26% de los votos, Iza se erige como el actor político capaz de inclinar la balanza en una contienda sumamente polarizada.
Hasta el momento, Iza evitó respaldar abiertamente a alguno de los dos candidatos, aunque su afinidad ideológica podría sugerir una inclinación hacia González. Sus críticas a Noboa, a quien acusó de ser un “Estado candidato”, también reflejan un desencanto con el actual gobierno.
De esta manera, en las próximas semanas la estrategia en materia de comunicación política que deberán construir ambos contendientes estará dirigida a conquistar a este sector del electorado, clave para definir el rumbo del país.
El balotaje: una lucha de narrativas y percepciones
El análisis de los resultados de la primera vuelta muestra un fenómeno sin precedentes en la historia electoral ecuatoriana reciente. González y Noboa concentraron casi el 90% de los votos, dejando a los demás candidatos en una posición marginal. La dinámica política actual refleja una reedición del enfrentamiento ideológico que ha marcado la política ecuatoriana en las últimas décadas: el correísmo frente a sus opositores.
En este contexto, las estrategias de campaña serán determinantes. Noboa buscará reforzar su imagen como un líder renovador y enfatizará el peligro de un retorno del correísmo al poder. Por su parte, González intentará consolidar su narrativa de cambio y apelará a la memoria de los años de estabilidad económica que muchos ecuatorianos asocian con la era Correa.
En entrevistas a medios internacionales González apuntó sus críticas hacia el CNE respecto al avance en el escrutinio de votos: "nosotros pensamos que tenemos por lo menos, dos puntos que nos están afectando. La diferencia está en cerca de medio punto, pero nosotros tenemos por lo menos dos puntos arriba". Lo cierto es que los cálculos políticos indican que la candidata de Revolución Ciudadana necesitaría al menos 588.000 votos adicionales para asegurar la victoria. Si logra captar el 90% de los votos obtenidos por Iza y otros candidatos de izquierda, podría convertirse en la primera presidenta de Ecuador.
En el oficialismo, el equipo de campaña del presidente Noboa tiene la tarea de movilizar a los indecisos y a aquellos sectores que temen un regreso del correísmo.
El desenlace del balotaje será, sin dudas, un reflejo de las tensiones políticas que atraviesa el país. Con un electorado dividido y una contienda altamente competitiva, el próximo presidente ecuatoriano no solo deberá consolidar su triunfo en las urnas, sino también gobernar un país fragmentado y marcado por la incertidumbre.
*Autor del ebook “Unir la cadena. IA & comunicación política. Guía práctica para asesores”,
LAMATRIZ, 2024.