El Gobierno nacional enfrentará este año su primera prueba de fuego política cuando se desarrollen las elecciones legislativas de medio término, de particular importancia para un oficialismo que accedió al poder sin mayoría en ninguna de las Cámaras.
En este sentido, el anhelo de profundizar el ajuste implementado durante el primer año será un desafío quizás mayor para el presidente Javier Milei, que deberá contemplar la variable del humor social a la hora de ir al cuarto oscuro.
En el oficialismo se encuentran convencidos de que tanto la victoria electoral como la imagen positiva que aún conserva el mandatario pese a las medidas "antipáticas" -en palabras de la diputada Lilia Lemoine- que adoptó se enmarcan en una 'batalla cultural' habilitada por el avance de las ideas liberales en la sociedad argentina.
Sin embargo, fiarse del factor cultural y olvidar la realidad material que atraviesa la población podría ser un grosero error para una gestión plagada de figuras de calibre principiantes en la materia, que buscan equilibrar con trotamundos de la política como Patricia Bullrich, Daniel Scioli o Guillermo Francos.
A grandes rasgos, el drástico ajuste que incluyó más de 35 mil despidos en el Estado; el cierre de decenas de Ministerios, empresas y organismos públicos; remates de inmuebles y la licuación de los ingresos de empleados y jubilados -entre otras consecuencias- representó una reducción del 30,1% en el gasto público.
Así lo estimó la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), principal organismo no gubernamental dedicado al rubro.
En el año que inicia, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenneger, tiene encomendado cercenar con la motosierra unas 3.200 regulaciones, de impacto incalculable en la producción, el empleo y los ingresos de los argentinos.
Desde secretarías, subsecretarías y direcciones hasta fondos nacionales, fideicomisos y numerosos organismos oficiales están en la mira del ex funcionario de la Alianza y de Cambiemos, a lo que se le suma la privatización de empresas nada despreciables como Aerolíneas Argentinas.
A priori, La Libertad Avanza tiene más por ganar que por perder en las legislativas, ya que pone en juego sólo 8 de las 39 bancas que posee en diputados, y no renueva ninguna banca en el Senado, donde cuenta con 6 escaños. Allí, todo será ganancia para el oficialismo.
A juzgar por las cifras de aprobación del presidente, tampoco deberían tener problemas para obtener como mínimo ocho diputados a lo largo del país.
"LLA va a hacer lo imposible para tener 90 legisladores en el Congreso" deslizó el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, a la mitad de 2024 en la presentación del Partido realizada en La Plata.
De conseguir esos 90 extra a los 31 que ingresaron en los comicios presidenciales, el oficialismo blindaría los vetos presidenciales -herramienta que el presidente no duda en emplear- y arrimaría a un quórum propio. Esto también le permitiría ser menos concesivo en las negociaciones con los gobernadores para obtener apoyos ocasionales.
El peronismo también buscará consolidarse como oposición, y en este caso sí pondrá en juego su superioridad numérica ya que concluyen su ciclo leislativo 46 de sus 98 legisladores.
Entre estos, se ubican nombres resonantes como los radicales K Leopoldo Moreau y Leandro Santoro; los sindicalistas Hugo Yasky y Sergio Palazzo, ex funcionarios como Daniel Arroyo y Daniel Gollán, y Vanesa Siley. En el Senado no la tendrá más simple: Unión por la Patria se juega 13 de las 34 bancas.
Se espera que ambas fuerzas busquen polarizar la elección, con Axel Kicillof como máximo referente opositor -y perfilado para competir en las presidenciales de 2027-, lo cual podría ser perjudicial para las fuerzas que queden entremedio: los bloques dialoguistas y pseudooficialistas podrían ver sus filas estrecharse para engrosar las del oficialismo, como la oposición moderada podría ver sus votos huir a la intransigencia peronista.
Partidos de calibre como el PRO y la UCR pueden encontrar este año un punto de inflexión entre la supervivencia y el ostracismo, frente a lo cual deberán elegir estratégicamente la postura a adoptar frente al Gobierno en los meses venideros.