
Mauricio Macri y Javier Milei tuvieron una ruptura simbólica esta semana, aun cuando desde su posada en Italia, el Presidente haya repetido una vez más que buscará un acuerdo con el PRO para las elecciones legislativas.
En los hechos, pasa todo lo contrario: Karina Milei empezó a blanquear en su entorno que imagina listas puras de La Libertad Avanza. Enterado, el titular del PRO reunió al consejo del partido y les pidió protagonizar la próxima campaña electoral, con o sin el oficialismo. Sus pupilos lo miran atónitos: no saben cómo dar pelea en territorios en los que el Gobierno tiene aceptación y Macri no hace pie.
La hermana de Milei está decidida a jugar sin amarillos en las nóminas, a no ser que quieran sumarse pidiendo permiso. En su equipo, que lidera Lule Menem, llegaron encuestas con números magros en el PRO. Ni siquiera alcanza 10 puntos en la provincia de Buenos Aires y 20 en la Ciudad, donde son gobierno hace casi dos décadas.
En el resto del país, ya casi no hay electores que pidan por el PRO. Los adultos mayores, un capital histórico de Macri, empezaron a pintarse de violeta, seducidos por la militancia juvenil. “Es como si estuvieran dispuestos a morir si así garantizan que sus nietos no se muden al exterior”, explica la reacción de esta franja etaria una diputada radical que ya empezó a mutar a aliada libertaria.
Con estos números, Karina no quiere que Macri le marque la cancha. En el mejor de los casos, acepta que rellenen alguna lista con nombres que pasen el filtro liberal, pero de ninguna manera imagina a sus candidatos caminando por la calle con banderas amarillas mezcladas entre la gente. Eliminar las PASO sería el tiro de gracia a una posible alianza. Es una discusión que llegará en marzo. Si Unión por la Patria acepta, se aprobará.
Lule Memem empezó a hablar de frente y dice sin vueltas que el PRO es el pasado y La Libertad Avanza el presente y, sobre todo, el futuro. El partido de gobierno tiene una performance en provincias del norte y el sur del país que Macri nunca soñó. En la franja central, bastión del anti peronismo, los libertarios también rinden sobre todo en un mano a mano con Cristina Kirchner.
La jugada de los Menem (el otro es Martín, el presidente de la Cámara de Diputados), es que el grueso del PRO salte el cerco a LLA sin pedir permiso a Macri, como hizo Patricia Bullrich después de la elección. Ocurre que el coraje de la ministra de Seguridad no es moneda corriente en las filas del partido amarillo, donde predumeta un temor reverencial a Macri, capaz de hacer daño a quien se anime a desafiarlo.
No tiene límites, según quienes lo conocen. Lo creen capaz de apelar a sus contactos en el submundo de policías, servicios de inteligencia y jueces federales para arruinar vidas de traidores. De hecho, en el PRO hay sospechas fundadas de que Macri tuvo algo que ver con la detención del senador Edgardo Kueider en Paraguay, por haber intentado entrar al país con 211 mil dólares sin declarar.
Creen que pudo ser una maniobra de los servicios paraguayos y argentinos, vinculados al inefable Jaime Stiuso, el extitular de contrainteligencia eyectado por Cristina en 2015. El pedido de detención a Kueider de la jueza Sandra Arroyo Salgado alimenta esa versión: la jueza fue siempre ariete del espía más famoso.
El plan de Macri, de existir, sería ensuciar de un plumazo a Santiago Caputo, por haber negociado leyes con Kueider; y a lo que quede del peronismo, el partido de origen del entrerriano caído en desgracia. El asesor principal de Milei no sólo promueve un oficialismo sin el PRO, sino que envía a sus trolls en redes sociales a atacar al jefe del partido. Lo acusa, sin vueltas, de pedir negocios en el Estado, como la hidrovía. Un golpe bajo.
Mientras sucedía la novela de Kueider, surgió una denuncia de cuentas offshore de Cristian Ritondo, el jefe del PRO en Diputados, quien en el último tiempo se mostró cerca de Menem. El exministro de Seguridad siempre estuvo enfrentado a Arroyo Salgado y no logró que Macri le mejore el vínculo.
Ritondo es un de los macristas que estaba por saltar el cerco porque no ve futuro en el PRO. Ritondo su vínculo con Bullrich y varios miembros de su bancada empezaron a pedirle que lidere un traspaso al oficialismo, si es necesario, con un choque de frente con Macri.
El plan quedó suspendido. Ritondo no puede liderarlo y su situación no hizo más que sembrar miedo entre los diputados del PRO que estaban buscando abandonar su origen. No eran pocos.
En la reunión del consejo del PRO, Macri mostró sus cartas. Dijo que no se sentía respetado por el Gobierno y que el año que viene el partido debe liderar el proceso de cambio. “Si hay algo que puede aportar el PRO es conocimiento del terreno porque estuvimos ahí”, sostuvo ante los suyos.
“Cuando empezó en esto de la fusión, yo le he dicho a Javier una famosa frase: ‘En el siglo XXI nadie se casa sin conocerse. Hay que generar respeto y confianza", planteó el boquense.
Macri también intervino el PRO de Córdoba, que presidía el diputado Oscar Carreño, cercano a Emilio Monzó y Nicolás Massot. Es un arma clave para condicionar a LLA, si es que aún la gente en esa provincia valora al titular del PRO. Hay motivos para dudar. Son otros tiempos.