Se cumplió un año de gestión del gobierno de Javier Milei en medio de un contexto de crisis económica y polarización social. El actual presidente transformó el modus operandi de la comunicación de gobierno en Argentina al establecer un modelo inédito que combina el uso intensivo de la inteligencia artificial (IA), redes sociales, memes y ataques frontales a periodistas y críticos.
Su gestión no solo marca un cambio en las políticas públicas, sino también en la forma de construir una narrativa, impulsar una agenda propia, amplificar y controlar el discurso político. ¿Qué lecciones deja este enfoque y qué riesgos plantea para la democracia en América Latina?
El uso de la narrativa en contexto
Desde su asunción, el gobierno de Javier Milei enfrenta un escenario económico complejo, donde los ajustes estructurales que su propia administración aplica -en principio direccionados a “la casta”-, en realidad afectan a la mayoría de la población.
Sin embargo, su éxito en términos de comunicación es innegable. A través de una estrategia basada en la confrontación, Milei se posicionó como el eje de la agenda pública, relegando a un segundo plano a la oposición, que todavía necesita encontrar el rumbo, y disciplinando a los medios de comunicación tradicionales.
El discurso oficial se fue construyendo con una mezcla de narrativa disruptiva y control digital. La eliminación de la pauta publicitaria estatal para medios tradicionales, sumada al vaciamiento de medios públicos como Radio Nacional, la TV Pública y la agencia Télam, ha debilitado las voces críticas y reducido los espacios para el pluralismo. Paralelamente, la gestión se apoya en una estructura comunicacional propia liderada por Manuel Adorni, vocero presidencial, y en una Dirección Nacional de Comunicación Digital, que articula un ejército de influencers y bots.
Milei utiliza las redes sociales como un arma de doble filo: por un lado, difunde mensajes directos en plataformas como X (antes Twitter) y, por otro, habilita el ataque sistemático contra periodistas y opositores a través de “milicias digitales”.
Esta estrategia no solo amplifica su mensaje, sino que genera un clima de intimidación y descalificación hacia quienes disienten. Las frases incendiarias del mandatario contra periodistas, como “ensobrados” y “torturadores profesionales”, encuentran eco en una parte de la sociedad que desconfía de los medios tradicionales.
“El Gobierno tiene una manera nueva de comunicar, aunque no es algo que salga de la nada”, expresó a medios locales el analista del discurso José María Rodríguez Saráchaga, e indicó que “hay una mezcla de la narrativa del kirchnerismo y de Cambiemos. (...) El Gobierno aprendió a comunicar, cosa que Cambiemos no sabía hacer”. “Adorni es un número 10 en la cancha, es muy bueno a la hora de comunicar. Del kirchnerismo tomó la confrontación y el amigo/enemigo”, agregó.
En esa línea, el experto aseguró que la comunicación de Macri fracasó por su tibieza y que el gobierno de Milei tomó nota de eso. “Lo que hay que hacer a la hora de comunicar está escrito hace mil años, lo que cambia son los detalles”, argumentó.
El peso de la tecnología y la IA en su estrategia
La incorporación de memes y formatos visuales ágiles permite al gobierno conectar con audiencias jóvenes y despolitizadas, consolidando una narrativa que mezcla humor y hostilidad. Estas piezas, muchas producidas con herramientas de IA, funcionan como cápsulas de persuasión que refuerzan el discurso oficial y desacreditan a los adversarios.
La inteligencia artificial es un pilar clave en la comunicación de Milei. Herramientas de análisis predictivo y segmentación han permitido al gobierno identificar temas sensibles y adaptar sus mensajes a distintos públicos. Además, la IA optimiza la producción de contenido en tiempo real, desde discursos hasta memes, consolidando un modelo de comunicación ágil y personalizado.
El uso de la aplicación oficial Mi Argentina para enviar mensajes directos a millones de usuarios es otro ejemplo de cómo la tecnología se ha integrado a la estrategia gubernamental. A través de notificaciones que destacan los “logros” del primer año de gestión, el Gobierno refuerza su narrativa en los espacios digitales más cotidianos.
El deterioro de la libertad de prensa
Desde su llegada al poder en diciembre de 2023, Javier Milei adoptó una postura polarizante hacia los periodistas, a quienes trata como enemigos. La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) alertó sobre este preocupante deterioro de la libertad de prensa en Argentina, caracterizado por una retórica agresiva, violencia física y restricciones legales que amenazan el derecho a la información plural.
En su primer año de gestión, Milei y miembros del Poder Ejecutivo protagonizaron 52 episodios de discursos estigmatizantes contra periodistas, según el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). Además, RSF documentó 12 agresiones físicas, algunas perpetradas por fuerzas de seguridad, vinculadas a un protocolo de control de manifestaciones impulsado por la ministra Patricia Bullrich.
Más allá del desmantelamiento a los medios públicos como la agencia Télam y de la reducción drástica de los recursos de Radio Nacional y Canal 7, lo cual afecta el acceso a información diversa, el mandatario libertario eliminó límites a la concentración de licencias en radio y televisión, favoreciendo a grandes conglomerados mediáticos y erosionando el pluralismo informativo.
Restricciones y acoso judicial
El decreto 780/2024 restringe el acceso a la información pública y, de esa forma, aumenta la opacidad gubernamental. Además, decisiones judiciales como la orden a Página 12 de modificar un titular de interés público ejemplifican la criminalización del periodismo.
En este contexto, Argentina ocupa el puesto 66 de 180 en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa 2024 de RSF, aunque las condiciones se deterioraron alarmantemente en el último año. RSF insta al gobierno a cesar la retórica hostil y garantizar el ejercicio del periodismo crítico como pilar de la democracia.
Artur Romeu, director de RSF en América Latina, señala que las agresiones verbales, la violencia física y las políticas de concentración mediática demuestran un grave retroceso en los derechos fundamentales de la prensa.
La comunicación de Javier Milei representa una innovación disruptiva en la política argentina y regional, pero también plantea desafíos profundos para la democracia. Su modelo, basado en el control de la narrativa, la confrontación y el uso intensivo de tecnología, demostró ser eficaz para moldear la opinión pública y mantener altos niveles de aprobación. Sin embargo, también contribuye a un clima de hostilidad hacia el periodismo y las voces críticas, debilitando los cimientos del debate democrático.
Para América Latina, este caso ofrece lecciones valiosas acerca del modo en que las tecnologías digitales pueden potenciar, pero también amenazar, el pluralismo informativo.
La pregunta clave es si el modelo de Milei es sostenible a largo plazo o si terminará siendo víctima de la misma polarización que ha contribuido a alimentar. En cualquier caso, su impacto en la comunicación política es innegable, marca un antes y un después en la forma de gobernar y comunicar en la región.