Por: Patricio Ballesteros Ledesma

Los volúmenes de carne vacuna exportados por la Argentina en los primeros nueve meses del año son los mayores en seis décadas. Pero no es sólo consecuencia de la demanda constante y creciente de los principales clientes externos de los frigoríficos locales, también influye la caída del consumo interno a los menores niveles en 28 años.

Por eso no sorprende que los consumeros, es decir los establecimientos que abastecen al mercado interno, tengan problemas para mantener su negocio, con la brusca retracción de la demanda local, la suba de las tarifas de los servicios y la virtual imposibilidad de seguir aumentando los precios, incluso de cara a las fiestas de diciembre.

Si bien los datos de inflación de octubre confirman una tendencia a la desaceleración inflacionaria desde los máximos alcanzados a finales del año pasado, la sensación de la calle es que el poder de compra de los consumidores aún no logra recuperarse, justifican desde el mercado ganadero de Rosario (Rosgan). 

Y remarca que esto se explica precisamente por los cambios que ha sufrido la distribución del gasto de los hogares debido a la suba de precios y tarifas de otros rubros, que compiten en cierto modo con el gasto destinado a alimentos.

En el caso particular de la carne, de acuerdo al relevamiento de precios minoristas que realiza el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina, tanto la vacuna como la porcina y la aviar en los últimos 12 meses registraron subas de precio inferiores a la inflación. 

El precio del pollo y del pechito de cerdo tuvieron una variación interanual del 176% y 173% en cada caso, mientras que el precio promedio de los distintos cortes de carne vacuna alcanzó el 149% interanual, con apenas un 33% en los primeros diez meses de este año.

Sucede que, ante este escenario de bolsillos ajustados, el consumidor tiende a reemplazar algunos alimentos por sustitutos de menor valor. Esto es precisamente lo que se viene observando en el consumo de carnes, donde la relación de compra entre un kilo de asado y un kilo de pollo es casi 3 a 1, mientras que la relación contra el pechito de cerdo fluctúa en torno a 1,5 kilo.  

Por lo tanto, a pesar de ser la proteína cuyo precio se encuentra más atrasado contra la inflación, la carne vacuna es la que mayor caída presenta en términos de consumo aparente en el último año. 

De acuerdo a los datos publicados por la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el consumo de carne de vacuna cayó en los primeros nueve meses de 2024 a un promedio de 47,3 kilos per cápita, lo que representa un 11% de caída en relación a igual período del año pasado, contra un consumo de pollo que en igual período se contrajo en menos de un 2% y el consumo de cerdo registró un ligero crecimiento.

Por el contrario, los que pueden volcar parte de su producción a la exportación, o los que directamente están especializados en las ventas externas de cortes cárnicos, atraviesan un año mucho mejor al pasado y con un volumen de envíos récord histórico para este período.

Como en un revés de la trama, la industria de la carne vacuna ya destina el 30% de su producción a las exportaciones, ya que entre enero y septiembre se enviaron casi 700 mil toneladas equivalentes res con hueso, lo que refleja un crecimiento interanual del 8% y el mayor volumen registrado desde 1967, según la SAGPyA.

Así, las exportaciones de carne vacuna se encaminan a cerrar el año en niveles récord, según el Rosgan, que además resalta la demanda creciente de los mercados tradicionales (China, Israel, Estados Unidos), la suma de nuevos con mejores precios (México), así como la duplicación de las ventas de los valiosos cortes Hilton para Europa.

No se puede hablar de una revancha de la actividad pecuaria y la industria cárnica en general, porque no todos participan del negocio exportador, pero una porción cada vez más grande de lo faenado se está procesando para una salida al mundo diversificada, más allá de que el 70% del tonelaje actual total tiene al mercado chino como destino.

Claramente hay un cambio en el destino de la producción, ya que según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados, los frigoríficos asociados faenaron hasta septiembre 10.225.000 cabezas de hacienda vacuna, lo que representa una caída interanual del 7,2% contra un 2023 afectado por la sequía, pero superior al promedio del periodo 2017-2022 que fue de 9,9 millones de cabezas. 

En consecuencia, bajó también la producción acumulada hasta alcanzar las 2,33 millones de toneladas res con hueso (-6,4%) pero, como se contrajo fuerte la demanda interna (-11% consumo per cápita), una porción mayor de cortes cárnicos pudo destinarse a los mercados de exportación (+7,8%).

En concreto, de acuerdo con la información oficial del Ministerio de Economía, las ventas externas de carne vacuna acumularon hasta septiembre un volumen de 699.987 toneladas equivalentes res con hueso por US$2.122 millones, lo que representa el registro más alto de los últimos 57 años. 

Los datos también reflejan que de los 48 mercados de exportación, considerando a la Unión Europea como uno solo, se destaca el aumento de los envíos a Estados Unidos el 46%, a Chile el 21%, Israel el 11%, UE el 7% y China el 4%.

Además, se posiciona en el ranking un nuevo mercado como México, que ya ocupa el sexto lugar, seguido de Brasil, Rusia, Canadá y Malasia. Estos 10 mercados acumularon el 99% de los envíos en volumen en el período analizado.
 
Por el lado de los productos exportados, el 16% fueron cortes enfriados y el resto cortes congelados con y sin hueso. El año pasado se exportaron cortes enfriados a 31 destinos y en lo que va de 2024 sólo se sumó uno, mientras que las ventas de cortes congelados se ampliaron de 31 a 44 destinos.