Las elecciones de Estados Unidos no configuraron un hecho más en la política internacional para nuestro país. El Gobierno nacional siguió de cerca la contienda con precaución para no generar rupturas con los socialdemócratas en caso de que ganara Kamala Harris, pero celebró sin tapujos la victoria del republicano Donald Trump.

Es que, a la sintonía ideológica que comparte el presidente de la Nación, Javier Milei, con el magnate estadounidense, se le suman también las intenciones de la administración libertaria de tener acceso a nuevos desembolsos por parte del FMI, algo que se viene negociando desde diciembre.

A pesar del sobrecumplimiento de algunas de las metas del programa de facilidades extendidas culminado, en Washington se venían mostrando inflexibles con el pedido del ministro de Economía Luis Caputo, y de su equipo.

En esta empresa, desde Casa Rosada consideraban que la administración de Joe Biden no hacía mayores esfuerzos para inclinar la cancha a favor de las solicitudes de nuestro país antes las autoridades del Fondo; y esperan esperanzados que esa situación cambie durante la gestión Trump.

Pero más allá de eso, existe un universo simbólico que enlaza a Milei con el presidente electo de los Estados Unidos: ambas son figuras marginales de la política, líderes personalistas conservadores en lo cultural, efervescentes antiestatistas-promercado. Una suerte de cóctel que vendría a identificarlos como populistas de derecha -o de ultraderecha, como se ha dado en llamar al jefe de Estado argentino-.

A pesar de las diferencias visibles entre las posturas más proteccionistas-nacionalistas de Trump y el libremercado globalista del mandatario nacional, en Balcarce 50 confían en que las afinidades estructurales tendrán más peso para la relación personal, bilateral y geopolítica.

Existe la posibilidad, por ejemplo, de que los votos de Argentina ante la ONU -habitualmente solitarios y marginales- ahora pasen a tener entre sus aliados nada más ni nada menos que al voto de la principal economía del mundo. 

Es en este sentido que el jefe de Estado argentino emprendió su viaje al exterior número 21 desde que es presidente -y el 7° a los Estados Unidos- con el pretexto de brindar un discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), aunque buscando tener la primera foto de un mandatario nacional con el electo presidente de los Estados Unidos.

Milei anticipó el miércoles que su administración buscará avanzar en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, a partir de la victoria del candidato republicano sin que eso altere las negociaciones por convenios con otras potencias como China. Un ejercicio de equlibrio más que complejo.

Esto a pesar de que la liberación de los aranceles a insumos extranjeros ya viene ocasionando estragos en la industria nacional, y le valió al Gobierno el malestar de Paolo Rocca, CEO de Techint, cuyas ventas se desplomaron por la recesión y la competencia con los productos chinos.

No obstante, será una estadía corta ya que el sábado recibirá a Macron, mientras que el 18 de noviembre participará en Río de Janeiro de la cumbre del G20 y el 20 almorzará en la Quinta de Olivos con la primera ministra de Italia, Georgia Meloni.