
Los sectores industriales, productivos y comerciales transitan con preocupación la última etapa de un año en el que la recesión se transformó en una depresión económica casi sin precedentes. No importa el discurso oficial y la virtual estabilización, los bolsillos de la población hablan por sí solos.
La corrección de las variables macro, con un índice de inflación a la baja y una tendencia al equilibrio fiscal demuestran el superobjetivo financiero del esquema de Milei y Caputo, pero contrastan con la necesidad de un plan de apuntalamiento de los sectores que generan actividad en la economía real y trabajo genuino, algo que por ahora no está en los planes del gobierno.
Esta semana, el presidente de la Unión Industrial Argentina Daniel Funes de Rioja advirtió que la Argentina no puede crecer sin un modelo de desarrollo industrial, en ocasión del relanzamiento de la Fundación Observatorio Pyme. Está claro que si el mercado interno representa más del 70% del PBI, sólo con las finanzas y la exportación no se puede salir.
Pero el Gobierno va por la contraria, con la apertura de las importaciones, el tipo de cambio poco competitivo para las exportadoras, la alta carga impositiva, la falta de políticas de financiamiento y la fuerte suba de tarifas de los servicios públicos están llevando a que sólo sobrevivan las empresas de mayor porte y con más espaldas para soportar la crisis.
El Frente Productivo Nacional informó por estos días que en lo que va del año cerraron por lo menos 16.500 pymes. El dato surge de sumar a las 6.500 empresas que dejaron de operar de julio a octubre, según informó la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC), las 10.000 que ya habían cerrado en el primer semestre.
Es difícil tener un dato certero y definitivo, en primer lugar por la gran dispersión de empresas en todo el territorio nacional, que además no todas están registradas como tales, ya que la mitad de la economía del país se maneja de manera informal.
Pero además, según la CAME se cerraron 10.000 kioscos y almacenes en la rama comercial y se perdieron 160.000 puestos de trabajo en lo que va del año, por lo que la cifra total de cese de actividades es constante y se actualiza casi a diario.
Lo cierto es que el nivel de impacto de la depresión en el consumo no cesa, esta cámara empresaria registra una caída interanual de las ventas en los comercios pymes del 13,2%, lo que implica en la evolución la pérdida de más puestos de trabajo, en su mayoría informales, y en muchos casos el cierre definitivo del establecimiento.
La Confederación Federal Pyme Argentina señala que sus asociados soportan la baja de ventas, la fuerte suba del costo de los servicios y una carga impositiva insostenible. Además, el precio de los alquileres también actúa como una limitante.
En este tipo de empresas, el cierre es evitado hasta el último momento por la relación del dueño con los empleados, pero una vez tomada la crítica decisión se entra en la espiral de más desempleo y menos consumo, con lo que se afecta a toda la economía por la multiplicación de casos similares y simultáneos.
Los empresarios que subsisten insisten en la necesidad de aprobar una ley pyme que implique un alivio fiscal y mejores condiciones para el sector. Pero hasta ahora, no hubo respuestas ni iniciativas llevadas adelante por los legisladores nacionales.
Por otro lado, el único interlocutor posible entre el Gobierno y el sector fue el jefe de Gabinete Guillermo Francos, que se comprometió a trabajar en un Régimen de Incentivo y Generación de Ingresos para las pymes, un proyecto que sugiere con sus siglas al RIGI, pero que según los empresarios parece difícil que se concrete en el corto plazo.
Y mientras el presidente Milei festeja que se terminó la recesión y desde ahora todo serán buenas noticias, el titular de APYME Rubén Palau indicó que esa aseveración no es más que un relato y la realidad del sector refleja lo contrario.
Para el titular de las pequeñas y medianas empresas mendocinas, “ llevamos 7 meses de caída violenta del consumo. Y no tengo expectativa de que vayamos a salir”.
La Encuesta Radar Pyme, realizada por ENAC, revela que un 84,2% de los empresarios considera que la economía sigue en recesión o depresión. A pesar de los esfuerzos por mantenerse operativas, muchas empresas enfrentan serias dificultades para generar rentabilidad.
Según la asociación empresaria, sólo un 40,3% de las pymes lograron resultados positivos en el tercer trimestre del año, una leve mejora respecto del trimestre anterior, cuando apenas el 34,1% obtuvo ganancias.
Esta modesta recuperación refleja la situación de un sector que sigue luchando por sostenerse en un entorno adverso, pero que aún no vislumbra un cambio sustancial y, lo que es peor, está más cerca de desistir que en pensar en un futuro mejor.