Mg. Lautaro González Amato*

El próximo 24 de noviembre, Uruguay atravesará un balotaje singular en su historia reciente, con dos candidatos que representan más similitudes que contrastes ideológicos. Álvaro Delgado, candidato del oficialista Partido Nacional, y Yamandú Orsi, del Frente Amplio, protagonizan una contienda en la que, más que una lucha polarizada, se vislumbra una competencia entre dos proyectos de país similares.

Si bien ambos postulantes cuentan con el respaldo político de reconocidos líderes partidarios como el actual mandatario Lacalle Pou y el expresidente Pepe Mujica, respectivamente, aunque con menos carisma, comparten un estilo que prioriza el diálogo y la búsqueda de consensos antes que la confrontación.

En cuanto a las propuestas de gobierno, los dos reafirman como prioridad el combate a la pobreza infantil (afecta al 20% de los niños menores de 6 años, el doble que entre la población general) con acciones como la universalización de la enseñanza inicial o el aumento de las escuelas públicas de tiempo completo.

Ninguno plantea un giro radical para los 3,4 millones de habitantes, sino más bien un gradualismo que garantice la estabilidad.

Por eso, la elección del próximo presidente se decidirá, en gran parte, por el apoyo de los votantes de otros candidatos eliminados en la primera vuelta. Con el Frente Amplio consolidado en el 43,7% y el Partido Nacional en el 26,9%, la elección sigue abierta, ya que ninguno superó el 50%, y la decisión final dependerá del posicionamiento de los votantes de fuerzas minoritarias como el Partido Colorado y los indecisos.

A continuación, analizamos tres claves que desde comunicación política podrían ser determinantes para que Orsi y Delgado logren asegurar la victoria.

Clave 1: Ganar el voto de los indecisos y de los votantes de las fuerzas menores

Para ambos candidatos, captar a los votantes de Andrés Ojeda, del Partido Colorado (16,1%), es crucial, al igual que a los simpatizantes de espacios minoritarios, como el Partido Independiente (1,7%) y Cabildo Abierto (2,4%). En este sentido, Delgado parte con ventaja por el apoyo histórico de la “coalición multicolor”, aunque no todos los votantes se transfieren automáticamente.

Los candidatos deben mantener un discurso integrador, subrayando los beneficios que representan para los uruguayos en general, no solo para sus votantes tradicionales. Para ello, las propuestas de gobierno en temas comunes -como el combate a la pobreza infantil y el crecimiento económico- deben adaptarse para resonar con aquellos que buscan opciones de centro y estabilidad.

Clave 2: Focalizar en las principales preocupaciones de los uruguayos

Con un PIB en crecimiento moderado (3,5% previsto para este año) y una economía que enfrenta desafíos como la inflación y el desempleo, la política económica es un tema fundamental. Mientras el Frente Amplio suele enfatizar políticas redistributivas, el Partido Nacional apunta a un modelo de expansión económica. Cada candidato necesita exponer su visión de una economía inclusiva y sostenible, mostrando cómo pueden mejorar el día a día de los ciudadanos.

Aquí, la claridad en la comunicación es esencial. Orsi y Delgado deben presentar propuestas económicas concretas que ofrezcan soluciones tangibles, sin caer en tecnicismos. Además, un enfoque empático, que priorice el impacto de la inflación en la vida cotidiana, podría resultar más efectivo que los grandes anuncios de política económica.

Clave 3: Moderación y búsqueda de consensos

Ambos competidores comparten un estilo que valora el diálogo y el consenso, un factor que podría jugar a favor en un balotaje en el que deben captar el apoyo de votantes moderados y de centro. La tendencia del electorado uruguayo hacia la estabilidad y la prudencia refleja un rechazo a las propuestas radicales, lo cual demanda que los candidatos mantengan un discurso moderado y claro.

Estrategia: más que solo hablar de su disposición al consenso, Delgado y Orsi deben demostrarlo, tanto en su discurso como en su trato hacia el rival y en sus alianzas. Realizar acuerdos estratégicos de manera pública y simbólica puede convencer a los electores de que su presidencia será un reflejo de esta voluntad.

Finalmente, los  dos también tienen que trabajar el eje de la inseguridad pública, porque los crímenes violentos vinculados al narcotráfico van en aumento. Durante el 2023 hubo 10,7 homicidios por cada 100.000 habitantes, casi el doble que en 2005.

Cabe recordar que, a diferencia de lo que ocurrió antes de la primera vuelta, para la segunda habrá un debate obligatorio entre los dos candidatos que podría afectar la inclinación de los votantes.

Así lo establece el artículo 1 de la ley uruguaya 19.827, ya que al no haber logrado la mayoría absoluta de votos requeridos para ser electos en la fecha establecida “deberán comparecer a una segunda elección, tal como lo establece el artículo 151 de la Constitución. El debate se realizará de conformidad con los criterios establecidos en la presente ley”.

Además, el evento será transmitido en vivo y en horario central por cadena nacional de radio y televisión -de acuerdo con lo establecido por la ley 19.307, del 29 de diciembre de 2014-, y su duración no excederá las dos horas.

En cuanto a la organización, será competencia de la Corte Electoral, en consulta con la organización más representativa de los periodistas de los medios de comunicación del país y el sistema de medios públicos del Uruguay. La Corte dispondrá las reglas que lo regirán y procurará hacerlo en acuerdo con los participantes y los moderadores.

Algunos expertos señalan que el debate cara cara, a priori, puede favorecer a Delgado, debido a su experiencia parlamentaria y solvencia en temas de gobierno nacional. Aunque también advierten sobre la convergencia entre gobierno y oposición.

Tras la victoria, en la reconocida rambla de Montevideo el candidato a presidente por el Frente Amplio pidió que “en estos 27 días” previos a la segunda vuelta los frenteamplistas vayan “por ese último esfuerzo con más ganas que nunca, más de pie que nunca”.

“Nuestro Frente Amplio, en este concierto de partidos, es nuevamente el partido más votado del Uruguay”, remarcó, y agregó: “Somos el partido que más creció en esta elección”.

Por su parte, el candidato blanco resaltó que “empezamos otra etapa, diferente, de una lógica diferente. Las urnas hablaron. El Uruguay se expresó y el Uruguay dijo que la coalición es el proyecto político más votado del país”.

Asimismo, Delgado hizo referencia al presidente de la República: “Un saludo especial a un amigo como Luis Lacalle Pou (...) no saben lo lindo que es estar acá hoy en esta plaza llena de banderas uruguayas y de entusiasmo. Ya tenemos la coalición en marcha, tenemos una etapa de madurez y vamos por un nuevo escalón”, expresó.

El balotaje de noviembre en Uruguay es una elección entre dos moderados, en un contexto en el que el país valora más la estabilidad que las posturas extremas. Tanto Orsi como Delgado deben demostrar que, más allá de las ideologías y de los partidos, su liderazgo estará centrado en los problemas reales que preocupan a los uruguayos, como la economía y la seguridad. Ambos deberán articular un mensaje de inclusión que no solamente motive a sus bases, sino que también inspire a quienes buscan un liderazgo basado en el diálogo y el pragmatismo.

En un país en el que los cambios radicales han sido tradicionalmente mal recibidos, el próximo presidente será aquel que logre convencer a los uruguayos de que el consenso y la moderación son el camino hacia un futuro próspero y estable.

*Autor del ebook “Unir la cadena. IA & comunicación política. Guía práctica para asesores”, LAMATRIZ, 2024.