El peronismo anclado en un país a la deriva - Política y Medios
20-04-2025 - Edición Nº6288

OPINIÓN

El peronismo anclado en un país a la deriva

¿Tendrá Cristina el poder para enderezar lo que se torció bajo su mando? Las internas que se avecinan demuestran a las claras que, además de ser rechazada por gran parte de la ciudadanía, ya no es prenda de unidad al interior del peronismo.

Por: Nicolás Mujico

 

 

Tal como lo reconoce Cristina, la crisis del peronismo es muy profunda. La maquinaria, que en tiempos de Perón se mantuvo invicta y que en democracia supo mantener su poderío, acumula demasiadas derrotas. Sin embargo, conviene acercarse al asunto con algo más de detalle.

Con el retorno de la democracia, los dos partidos mayoritarios obtuvieron en las presidenciales, el 90% de los votos. Esta situación se repitió poco más o poco menos en 1989 ,1995 y 1999. Ante el colapso de la Alianza y la crisis del sistema de partidos y electoral, se llegó a la elección de 2003 con una extrema dispersión en el voto. Las dos opciones mayoritarias apenas alcanzaron a llevarse el 45% de los sufragios. Sin embargo, si se lo mira en detalle, fue la mejor elección del peronismo desde el retorno a la democracia y casi de su historia. Entre las tres opciones (Menem-Kirchner-Saa) alcanzaron casi el 60% de los votos. Luego, el peronismo mantuvo su caudal electoral cercano al 50% cuando gana (2007/2011/2019) y alrededor del 35% cuando pierde (2015/2023).

Otro dato notorio es que, desde el 2001, el peronismo ganó todas las elecciones generales presidenciales (2003 con el 23% Menem, 2007 con el 45% CFK, y con el 54 % en 2011, Scioli en 2015, con el 36%, 2019, Alberto con el 45% y 2023 Massa con el 36%), perdiendo solo en ballotage (2015/2023). Es decir, la oposición se benefició con el ordenamiento impuesto por las PASO, y solo así, organizando el arco opositor anti-peronista y anti-K, logró imponerse. Una buena pregunta para hacerse es: ¿quién fue el amigo del peronismo que inventó en pleno gobierno peronista la herramienta para perder?

El 2019 fue un año de polarización. Las dos opciones principales otra vez capturaron casi el 90% de los votos, dejando poco espacio al resto. Los cambiemistas, hicieron la mejor elección de su historia. Obtuvieron el 40% de los votos, aunque no lograron ganar. De allí, todo ha ido en caída libre para ese sector. Sin embargo, Javier Milei logró hacerse con el poder aunque estuvo muy lejos de ese porcentaje: 10% por debajo con menos de 8 millones de votos. Casi 3 millones menos que los que obtuvo el ingeniero Macri en octubre del 19. El no peronismo decidió reconfigurarse y tirar por la borda la mejor construcción política desde el colapso del 2001. Esta situación es muy grave en un gobierno débil, sin representación territorial y parlamentaria que descansa su poder solamente en el argumento electoral.

La polarización desapareció a la salida de la pandemia. Cristina lo advirtió rápidamente. Auguró una elección de tercios y el análisis fue acertado. La pregunta a realizarse hoy podría ser: ¿retornará la polarización con este gobierno tan radicalizado y la reaparición de la expresidenta? En favor de quienes así lo creen, hay que decir que la crisis económica argentina es muy profunda. Sin embargo, no es nada comparada con la crisis política. Llevamos dos gobiernos que no logran reelegir. El último de ellos ni siquiera alcanzó a presentar su candidatura. La estrategia de la polarización tiene mucho que ver en esa crisis. La elección de Mauricio Macri como líder de la oposición por parte del kirchnerismo suponía un límite que ciertos sectores jamás cruzarían. El Rubicon se secó, todos cruzaron y el ingeniero fue presidente. Ante el fracaso económico de su gobierno, Macri eligió a Cristina como el fantasma de un pasado aberrante y corrupto. La ciudadanía eligió al ungido por Cristina. Por tercera vez, ante la desesperación, Unión por la Patria eligió al panelista enloquecido de Javier Milei para confrontar. Era claro que, ante semejante amenaza a la democracia, la ciudadanía votaría por la racionalidad. La estrategia de asustar con el nefasto fracasa siempre. En la Argentina, todos los cucos se transforman en presidentes.

En este marco, crecen los interrogantes: ¿se mantendrán los tercios? ¿Y si la polarización no absorbe más que el 50% de los votos, como sucedió entre Menem y Néstor en 2003? La gran diferencia es que, en aquellos tiempos, no existían las PASO, pero sin dudas es una posibilidad que de los tercios pasemos a una elección de cuartos. ¿Cuáles serían esos dos cuartos? Es pronto para saberlo.

La carta de Cristina describe bien la crisis del peronismo, en especial en un párrafo. El Peronismo gobierna solo 5 provincias de las 23. Es evidente que no contabiliza a Córdoba como parte del Peronismo. Aún así, al llegar a la conducción de la Argentina y el Peronismo en 2007, El Frente para la Victoria gobernaba 12 provincias, más otras tres provincias que se reconocían justicialistas sin estar alineadas con la Rosada. En 2011, auge del poder Kirchnerista, fueron 14 del frente más dos justicialismos no alineados. ¿Tendrá Cristina el poder para enderezar lo que se torció bajo su mando? Las internas que se avecinan demuestran a las claras que, además de ser rechazada por gran parte de la ciudadanía, ya no es prenda de unidad al interior del peronismo.

La política nacional, y la del peronismo, se decide en el AMBA. La provincia de Buenos Aires representa el 37% del padrón electoral. La ciudad, por su parte, el 7% siendo así el 4º distrito por debajo de Santa Fe y Córdoba que, unidas, representan el 16% de los electores. La provincia mediterránea probó en 2015 darle la elección a Cambiemos para deshacerse del Kirchnerismo. La estrategia electoral triunfó, pero la política no. En 2019 intentaron no confrontar con el Frente de Todos. Una vez más la estrategia electoral triunfó. Se sacaron de encima a las pretensiones del PRO de armar en la provincia. Sin embargo, una vez más, no lograron sintonía con la Rosada. En 2023 tuvieron una estrategia propia: plantar un candidato. No les fue nada mal. Capturaron casi el 7% de los votos (ni más ni menos que dos millones de electores). La señal es clara.

Ordenar el peronismo es posible para la expresidenta, si por orden se entiende someter a los díscolos. Llevarlo a la victoria, en cambio, es dudoso. La extraordinaria maquinaria electoral se diluye entre mezquindades, provincialismos y concepciones hereditarias.  El general, no tiene quien le escriba, y el gallo de pelea que nos legó podría perder y el peronismo por orgullo o dignidad según se lo quiera ver, podría terminar comiendo mierda.

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