Por Patricio Ballesteros Ledesma
Tras la devaluación inicial, la recesión inducida por las medidas económicas del Gobierno y la falta de políticas públicas de contención, el presidente Javier Milei y su equipo lograron en pocos meses superar a todo el mandato de Mauricio Macri y duplicar al de Alberto Fernández en cuanto al cierre de pequeñas y medianas empresas.
Pero en este último caso, la pandemia y la sequía fueron dos grandes promotores del apagón empresario y, a diferencia de la actualidad, se implementaron algunas políticas de compensación y apoyo para sostener los puestos de trabajo.
Nada de esto está presente en la actual gestión, más bien la convicción de que las empresas que se fundan serán responsables por no adaptarse a las condiciones del mercado. Y que los deliberados aumentos de costos por el tipo de cambio y el aumento de tarifas deben ser asumidos por todos sin importar su tamaño y localización.
Según la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales cerraron más de 10.000 pymes en el primer semestre del nuevo gobierno y desde una encuesta privada entre empresarios locales se advierte por la potencial duplicación de ese número de baja de persianas hasta fin de año.
Por la profundización de la recesión implementada para contener la inflación, las ventas minoristas pymes se derrumbaron y, aunque muchos empresarios estiraron sus decisiones, al final tuvieron que cerrar sus negocios, vender sus máquinas y despedir al personal.
Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas exportadoras, aún con el tipo de cambio no competitivo, las restricciones para importar bienes de capital e insumos y las retenciones, reorientaron sus esfuerzos para concentrarse más en las ventas a la región y al mundo, y pudieron sortear el violento bajón del consumo del mercado interno y su supervivencia.
De ahí que, según el Monitor PYME de la CAME, en los primeros ocho meses del año lograron incrementar su exportaciones un 21,6% en monto y 11,6% en volumen en la comparación interanual. La noticia no es tan buena como parece ya que en 2023 hubo un factor malo y uno bueno que hoy no están.
La sequía complicó la producción/exportación y el consumo interno estaba muy activo. Superada la primera, pero con el mercado interno deprimido casi en depresión, las pymex concentran sus esfuerzos en mantener sus clientes del exterior y aumentar los destinos para sus producciones.
Algunos dan un salto, otros tienen subas y bajas, y unos pocos todavía no llegan a superar su performance del año pasado. En los primeros ocho meses del año, 2 de los 16 rubros analizados presentaron caídas en dólares, siendo el rubro de tabaco y derivados el de mayor descenso (-28,1%), mientras que el de mayor crecimiento fue el de manufacturas diversas (1.636,9%).
En toneladas el mayor incremento fue en el rubro de telas y manufacturas textiles (+238,4%), mientras que la mayor caída también se dio en tabaco y derivados (-34,7%). Con este panorama, las exportaciones de las pymes alcanzaron los US$6.405 millones exportados de enero a agosto de 2024, lo que representa el 11,9% del total enviado por la Argentina en el período, según CAME.
Para tener una idea de magnitud adicional, de las 5.104 empresas que exportaron en este período, unas 3.524 son pymes, es decir que representan al 69% de las exportadoras. En volumen, las pymes exportaron 4,8 millones de toneladas, un 11% más que en el acumulado en los primeros ocho meses del año pasado.
Esta relación entre la suba en dólares y en volumen en el período marca un relativo incremento real en las exportaciones de las empresas, que se evidencia por un valor promedio de US$1.325 la tonelada enviada.
De los más de 198 posibles destinos para las pymex argentinas, sólo 20 países concentran más del 79% de las operaciones de exportación (US$5.096,6 millones). Esta dependencia debilita a las empresas frente a coyunturas complicadas o debilidades en esos pocos mercados de destino.
El 33,4% de las exportaciones de las pymes argentinas tuvieron a Sudamérica como su principal destino (US$2.136 millones), con Brasil y Chile como principales socios comerciales. El segundo continente en relevancia es Europa (23,4%, US$1.495,9 millones), donde Países Bajos, España e Italia tienen la mayor demanda (US$702 millones). Y completa el podio Asia con US$1.487,4 millones.
Otro factor que coadyuva a que la tendencia no sea tan positiva como parece es que, según la entidad que realizó el relevamiento, el mayor crecimiento de las ventas al exterior se dio en productos con bajo agregado de valor interno. El principal rubro exportado por las pymes del país fue alimentos sin procesar, representando el 50,9% del total enviado.
Aunque esto es positivo en términos de volumen, refleja una pérdida de valor agregado, ya que al no procesar estos alimentos antes de exportarlos, se pierden oportunidades de generar mayores ingresos y empleos.
El procesamiento local permite capturar más valor en la cadena productiva, al involucrar actividades como la transformación y mejora del producto, lo que usualmente requiere más tecnología y mano de obra especializada.
Por ejemplo el relevante complejo manicero, que representa el 15,4% de las exportaciones regionales, según el Monitor de Exportaciones de las Economías Regionales, tiene como principal producto al maní sin procesar, limitando el potencial económico.
Si se diera impulso al agregado de valor en productos derivados del maní, como aceites y snacks, se podría aprovechar mejor el crecimiento económico y reducir la dependencia de las fluctuaciones de los precios internacionales de las materias primas.
Dejando a un lado la foto y mirando la película, las exportaciones manufactureras argentinas enfrentan una tendencia negativa desde 2014, siendo las pymex las más afectadas, con una contracción que representa el 22% de los exportadores manufactureros en la década, según la Cámara de Exportadores de la República Argentina.
Según el último informe del Observatorio Pymex de la CERA esta caída, marcada por factores estructurales y coyunturales, ha generado un impacto particularmente severo en las empresas más pequeñas.
Allí se indica que de las 7.172 empresas manufactureras registradas en 2023, unas 3.707 fueron pymes exportadoras, un número considerablemente inferior al de 2014, cuando existían 4.813 de estas empresas activas en el sector exportador.
Este descenso también se refleja en los volúmenes exportados: mientras que las grandes empresas mantienen una sólida participación, las pymex lograron enviar al exterior en conjunto US$3.900 millones el año pasado, lo que da un promedio de poco más de US$1 millón por empresa.
A diferencia de las grandes, las pymex están más orientadas a sectores como el textil, maderero, vitivinícola, pesca y maquinaria, los que fueron particularmente golpeados por la pandemia en 2020 y la sequía en 2023. Esto ha generado una creciente concentración de las exportaciones en pocos actores, aumentando la vulnerabilidad del país frente a fluctuaciones globales y locales.