La mayoría de las economías regionales enfrentan una crisis sin perspectivas - Política y Medios
15-09-2024 - Edición Nº6071

DURA REALIDAD

La mayoría de las economías regionales enfrentan una crisis sin perspectivas

Las más complicadas por altos costos y baja demanda son granos, bovinos, leche, ovinos, yerba mate, vino y mosto, papa, peras y manzanas, forestal, cítricos dulces, miel y mandioca. Además, los productores reciben una porción cada vez menor del precio de venta al consumidor. 

Por Patricio Ballesteros Ledesma

El uso de la capacidad instalada industrial a nivel nacional se encuentra en el 54,5% en promedio (similar al confinamiento de la pandemia en 2020), con picos hacia arriba y abajo de la refinación de petróleo en el 80% y las terminales automotrices en el 39%. Este dato demuestra el extendido y forzoso enfriamiento de la economía impulsado desde el Gobierno.

Casi todas las ramas son mano de obra intensivas y conllevan una importante cuota de agregado de valor a las materias primas, sin embargo se elige impulsar a aquellas que representan una primarización, como las actividades extractivas, que no resaltan por la generación de muchas fuentes de trabajo pero sí por su perfil exportador.

Más allá del complejo agrícola, que tiene sus propias fortalezas para sortear las crisis internas y externas, salvo los pequeños y medianos productores que soportan las desigualdades frente a los pool de siembra y las exportadoras, las demás actividades están hoy libradas a su suerte para sobrellevar la coyuntura.

Con la Ley de Bases, el Paquete Fiscal y el RIGI, desde el Poder Ejecutivo se ofrecen grandes beneficios para las inversiones de alto monto y sobre todo orientadas al extractivismo, como los hidrocarburos, la minería y poco más, con el objetivo de atraer sobre todo capitales externos y en el mediano plazo acceder a divisas por sus exportaciones.

Pero hay un sector que no moviliza tanto capital como esas actividades pero sí mucha mano de obra directa e indirecta (el 50% del total de la agroindustria) y aporta más de US$7.000 millones al año con sus ventas al exterior. Además tienen una distribución federal de actividades (miles de mipymes), impacto en sus áreas de influencia (bienes, servicios, impuestos), apego al territorio (arraigo) y cierto valor agregado, como son las producciones de las economías regionales que están viviendo una situación crítica casi generalizada. 

Hay un proyecto de régimen de inversiones para el desarrollo agroindustrial, conocido como RIDA, que está en debate en la Comisión de Presupuesto de Diputados y que en el sector esperan que sea aprobado cuando pase al Senado con el apoyo de la vicepresidenta Victoria Villarruel.

El nuevo régimen tendrá un plazo de 3 años, con posibilidad de extenderse por dos y prevé beneficios fiscales, como la amortización acelerada y el saldo técnico a favor por inversiones en bienes. 

Además, establece un sistema de Promoción Agroindustrial para la Producción Sostenible e indica que los beneficiarios que cumplan con los requisitos del régimen podrán acceder a un certificado de crédito fiscal intransferible.

“Hace algún tiempo que tenemos una situación crítica en las producciones que están en el ámbito de Coninagro a lo largo y ancho del país”, comentó al portal Canal E Elbio Laucirica, presidente de esa entidad rural, que además remarcó la alta carga fiscal que es transversal a todos los argentinos.

“Por un lado están aquellos productos que se exportan en un 80%, donde influyen mucho el tema de la paridad cambiaria, la brecha cambiaria y el dólar unificado, pero de las economías regionales sólo se exporta un 20%, el resto es consumo interno y ese es un gran problema porque se ha caído mucho producto de la situación económica que está pasando la gente en general”, agregó. 

A diferencia de épocas recientes, para ellos no hay ningún tipo de contención, incentivos ni facilidades de financiación. Por su característica atomización y baja visibilidad o poder de lobby, no están en el radar macro del esquema que lleva a cabo Economía ni acceden en forma unificada a los oídos de los legisladores nacionales que, sin embargo, también deberían representarlos.

Así, en parte por su heterogeneidad y por distribución geográfica, avanzan y retroceden en sus actividades como pueden, cuando no abandonan sus producciones en silencio, sin apoyo estatal nacional o provincial, herramientas comerciales ni soporte financiero y sin títulos catástrofe en las noticias.

Pero además, como lo marca un monitoreo mensual de CAME, en varias de ellas se observa un doble problema, porque en momentos de caída de consumo como el actual, cuando más allá de picos estacionales los precios en alza retraen la demanda por la caída del poder adquisitivo de los consumidores, el productor primario, el que está en el campo, recibe una proporción cada vez menor del precio final de venta al público en los mercados.

Según el indicador de precios en origen y destino, elaborado por el sector de Economías Regionales de la CAME), en julio los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,1 veces del campo (origen) a la góndola (destino). Es decir, el consumidor pagó $3,1 por cada $1 que recibió el productor.

En la intermediación y la distribución se abultan los costos, algo que salta a la vista cuando se realizan ferias del productor directo al consumidor. O cuando, algo lamentable de ver, se dejan pudrir en el campo frutas y hortalizas porque el costo de cosecharlas excede al precio de venta mayorista. Algo similar ocurre con la leche derramada por los tambos, cada vez más asfixiados por la caída del consumo y la falta de mejores perspectivas 

De hecho, ahora, según un estudio técnico de Coninagro, la entidad rural que agrupa a las cooperativas de producción agropecuaria, la mayoría de las 19 actividades relevadas se encuentra en rojo, según una especie de semáforo que realizan en forma mensual. 

Y si bien cada una tiene su particularidad, todas enfrentan baja demanda del mercado interno y la exportación, excesos de producción, costos elevados, precios estancados con alta volatilidad a futuro e incertidumbre permanente.

Dentro de las economías regionales más complicadas, con luz roja, se encuentran miel, ovinos, vino y mosto, granos, bovinos, leche, yerba mate, papa, peras y manzanas, forestal, cítricos dulces y mandioca. Con color amarillo aparecen aves, porcinos, maní, algodón y sólo la producción de arroz, tabaco y hortalizas mostró luz verde en la última medición.

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