
El Presidente Javier Milei está seguro de ir por la senda correcta. Después de un semestre de gestión, y pese a no haber cumplido con las promesas económicas de la campaña, está conforme con un escenario político que se asemeja cada vez más al que sueña: una polarización entre frente de derecha, que lo tenga como único referente; y un espacio progresista, que amontone al kirchnerismo, la izquierda y a sectores del PJ y la UCR que se sientan identificados.
Es un caso atípico, o tal vez un síntoma de una época diferente, donde los oficialismos no teman a la polarización sino que, por el contrario, la consideran un campo de batalla natural. Aquella vieja consigna, "divide y reinarás", quedó en desuso. Milei entendió antes que nadie que en la política contemporánea no se reconocen los centros y quien se para en ese lugar, es tironeado por los extremos y termina diluyéndose.
Con ese idioma, el expanelista televisivo llegó a la Casa Rosada y es el único dirigente con identidad propia, en un contexto sumamente dinámico. Para alcanzar su objetivo de partir en dos el escenario político, el libertario aún debe capturar las porciones del centro que pueden serle útiles y empujar las demás para "la izquierda socialista", la etiqueta que le gusta usar para ubicar a sus enemigos. Hay cinco desafíos que tiene por delante.
Sumar masa crítica
Es el objetivo más invisible pero el más importante. Consiste, ni más ni menos, que en lograr tener más más militancia libertaria, un electorado que no existía hace cuatro años y se convirtió en una base de 30 puntos que empujó a Milei al ballotage. Lo componen en su mayoría desencantados de los frentes políticos que dominaron la escena política hasta 2019, con presencia de jóvenes y sectores populares y el academicismo libertario. Los adultos mayores son la franja más chica, pero se acercaron luego de la caída del PRO. El Presidente necesita consolidar este sector, que será siempre el voto propio y lo acompañará ante cualquier coyuntura.
Quedarse con el PRO
Es el gran desafío de Milei y el gran temor de Mauricio Macri: para pararse sobre un 50%, La Libertad Avanza requiere de una fusión con el PRO. No una alianza, que dividiría las identidades, un anhelo del ex presidente pero no del libertario. Las encuestas que llegan a la Casa Rosada dan cuenta de un traspaso natural del votante macrista al Gobierno, que la dirigencia amarilla intenta frenar. No es fácil, porque en su mayoría se trata de adultos mayores que se definen como antiperonistas y apoyarán cualquier opción que enfrente a referentes del PJ. El PRO quiere apropiarse de algunas banderas que le dieron rédito y Milei deja en segundo plano, como el antikirchnerismo y el combate a la corrupción. Pero pueden ser consignas gastadas.
Borrar a la UCR
La Unión Cívica Radical sólo compitió dos veces en elecciones presidenciales con sello propio en este siglo. En 2003, con Leopoldo Moreau, cuando obtuvo un punto; y en 2011, con Ricardo Alfonsín, quien escaló a los 11. Desde 2015 quedó como socio menor del PRO, sin chances de poner candidatos presidenciales pero sí de quedarse con bancas en el Congreso.
La sociedad con el PRO se reduce a estrategias comunes de gobernadores pero no tiene plafón en lo legislativo, donde el radicalismo está dividido entre quienes gobiernan y quiénes no. El desafío de Milei es que la UCR se reduzca a una suma de partidos provinciales en las cinco provincias que administran, donde el libertario tuvo una buena elección en 2023. Bien podrían compartir el voto. El resto de los representantes radicales, debería extinguirse o mudarse al frente progresista que lidere el kirchnerismo. Parece ser el camino inevitable de Martín Lousteau.
Asociar a los partidos provinciales
Es una estrategia que tuvo cada Presidente que perduró pero que Milei parece llegar tarde. Consiste en un plan de conveniencia mutua, en el que gobernadores sin referencias nacionales se favorecen de ayudas del jefe de Estado para sus urgencias locales y convierten a sus legisladores en aliados permanentes. El Movimiento Popular Neuquino fue el único intérprete de este esquema hasta este siglo, cuando los partidos locales se multiplicaron. Con distintas variantes, surgieron en Misiones, Santiago del Estero, Río Negro, Córdoba y más recientemente en Santa Cruz. Milei todavía no tiene a ninguno de aliado.
Copar a los conservadores
Los libertarios, sobre todo en su rama más juvenil, bromean en que los conservadores están infiltrados en un espacio transgresor, que se asemeja a un populismo de derecha. Les enseñan a no ser anti peronistas. La referente principal del conservadurismo en el Gobierno es sin dudas Victoria Villarruel, desplazada de las fotos oficiales. Milei no puede permitir que se escape el voto "facho", que también tiene referentes en el PJ. Un caso es el gobernador tucumano Osvlado Jaldo, convertido en un aliado más. El Presidente necesita más de estas adquisiciones.