
Por: J.NyE
Mauricio Macri no iba a esperar mucho más: sancionada la ley Bases y la reforma fiscal, el expresidente inició su plan para amedrentar a Javier Milei. Su intención es condicionar al Gobierno y ser un protagonista del proceso electoral de 2025, cuando el libertario propuso que el PRO se fusione con La Libertad Avanza.
La declaración de Milei fue la provocación que faltaba para quedar enfrentado a Macri, con quien intercambia mensajes pero rara vez acepta sus consejos. Las cosas nunca quedaron bien entre ellos luego de la victoria en el ballotage y el armado del gabinete nacional.
Macri nunca toleró que no le hayan dado los cargos que pedía, que no eran pocos. En verdad, Milei no llamó a ningún macrista para integrar su equipo e ignoró al ahora titular del PRO para incorporar como ministra de Seguridad a Patricia Bullrich, quien presidía el partido en ese momento.
Fue la ruptura definitiva entre la excandidata presidencial y Macri, quien jamás le perdonó la insubordinación. La asamblea del PRO del último jueves fue la escena final del quiebre entre ambos: los delegados bullricistas se fueron, molestos porque su jefa no iba ser elegida como titular de ese cuerpo. Creían que era el acuerdo.
Desde Europa, donde alterna vacaciones con gestiones políticas, Macri preparó la embestida contra Milei y Bullrich y demostró que sostiene resortes en el poder real como para no ser ignorado tan fácil.
Hizo valer sus contactos en la Corte Suprema y los medios de comunicación para hacer circular la versión de un inminente fallo que obligue al Gobierno a aumentar la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires. Hay una cautelar del máximo tribunal que así lo exige, pero el Presidente no la cumple.
Con esa amenaza latente, Macri allanó el terreno para lo más importante, que es dejarle claro a Milei que no está dispuesto a entregarle el PRO, aunque una parte del electorado de ese partido ya sea libertario. En el mejor de los casos, el ex titular de Boca puede aceptar una alianza en igualdad de condiciones. Cualquier otro esquema, será un conflicto.
La pelea, por lo tanto, será por el diseño jurídico del acuerdo. Milei quiere competir con su nuevo sello partidario, La Libertad Avanza, que inscribe en cada provincia su hermana, Karina, líder del espacio y de su gobierno.
Si la secretaria general de la presidencia se reserva la lapicera para definir los candidatos, Macri sólo podrá esperar lo que le toque. No se imagina en esa situación y es por eso que no acepta una fusión sino una alianza entre los partidos, con apoderados compartidos y acuerdos horizontales.
No parece fácil que Karina acepte un plan así que la ataría de pies y manos los amarillos de cada distrito. De hecho, el último fin de semana, la hermana presidencial se presentó como referente del espacio en la provincia de Buenos Aires, la elección central en los comicios legislativos del año próximo.
Al acto, en Morón, no fue ni siquiera José Luis Espert, el diputado que Milei incorporó a LLA este año y tiene mandato hasta el año próximo. Se supone que integrará las listas libertarias para reelegir, pero Karina no le hizo lugar en el escenario. Su coequiper en el armado del sello nacional es Martín Menem y su tío, Lule, funcionario nacional. Juntos recorren el país. El jueves celebraron la confirmación judicial del partido en Córdoba, donde la UCR ya se anotó para aliarse a La Libertad Avanza. No imaginan otro espacio posible.
Macri no quiere regalarse así y planea lo que mejor sabe hacer: daño. Sus legisladores están dispuestos a bloquear la reforma política que impulsa Guillermo Francos, considerado por el PRO como un enemigo. Fue quien impidió que Cristian Ritondo sea el presidente de la Cámara de Diputados. Consideran que eliminar las primarias es otra estrategia maniobra del jefe de gabinete para aislar a los amarillos.
Luego de lograr la sanción de la ley Bases, Francos aceptó el vínculo con los gobernadores en busca de votos en el Congreso que pueden hacerlo prescindir del PRO, o al menos necesitarlo menos. Macri lo advierte y envía mensajes a los mandatarios que conoce, como Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut). “No te va a cumplir”, les advierte.
Lo más difícil de la tensión entre Macri y Mieli es que no hay una hoja de ruta para llegar a un acuerdo, porque el Presidente no está dispuesto a mostrar una foto como pares. Sería una rendición incomprensible: las encuestas que le llegan a Santiago Caputo indican que la mayoría del votante PRO se pintó de violanta.
Macri no está tan seguro: cree que hay un elector antikirchnerista, republicano y gorila, que empieza a dudar del estilo de Milei. Por pequeño que sea, ese votante es el que definirá si triunfa La Libertad Avanza o sus detractores, unidos, le hacen pasar un mal rato. Las elecciones de Francia empezaron a ser un caso de estudio.
Por pequeño que sea, Macri hará valer hasta el final el electorado del PRO. Es la carta que le queda para seguir peleando el poder político. No está dispuesto a dejar de hacerlo. Nunca.