Javier Milei no consigue los votos en el Senado para sancionar las leyes que necesita, pero el debate le permitió forzar el escenario político que cree conveniente para las elecciones: dos coaliciones, una liderada por La Libertad Avanza; y otra por un peronismo progresista, representado en Unión por la Patria.
Esta semana se dio el último paso que faltaba para que el presidente pudiera celebrar el final del centro no peronista, un espacio que se referenció en Juntos por el Cambio, cuyas fuerzas políticas se están partiendo en mil pedazos. La división es por cómo referenciarse ante el Gobierno nacional.
El PRO dio señales de ruptura definitiva esta semana y, para muchos, del inicio de la extinción. Una veintena de miembros del consejo directivo del partido en la provincia de Buenos Aires renunciaron para dejarlo acéfalo y obligar a la salida de su titular, Daniela Reich.
Se trata de la esposa de Diego Valenzuela, que asumió ese cargo tras la renuncia de Jorge Macri.
El intendente de Tres de Febrero es el nuevo aliado de Patricia Bullrich, por su afinidad con Milei, con quien compartió estudios universitarios. Hace una semana, Valenzuela lideró un encuentro de dirigentes del PRO y La Libertad Avanza de la provincia de Buenos Aires, que incluyó al legislador provincial Sebastián Pareja, armador bonaerense de Milei.
La señal de Bullrich fue clara: el PRO existirá si, solo sí, hace una alianza con La Libertad Avanza, que se traduzca en fusiones de los bloques legislativos y planes de Gobierno. El líder de ese espacio, claro está, debe ser Milei.
Mauricio Macri, flamante titular del PRO nacional, no soporta ser segundo de nadie, ni de un jefe de Estado. Trazó otro programa: esperar que pase la ley de bases y la reforma fiscal en el Congreso y empezar a ser oposición constructiva, pero oposición al fin. Reemplazar a LLA en la Rosada es el horizonte. No otro.
Para eso Macri quiere marcar la agenda legislativa con temas propios y corregir los que mande el Gobierno y no tengan la mirada PRO. El elemento diferenciador serían cuestiones republicanas. Por caso, no aceptaron que se interrumpan contratos con generadores eléctricos.
Macri repitió el plan ante un grupo de diputados que lo visitó en su quinta, entre ellos el jefe del bloque PRO, Cristian Ritondo, a quien quiere como presidente del partido en la provincia. Cuando se fueron, el exjefe de Gobierno publicó un tuit para pedir que se apruebe la ley de Bases en el Senado, donde está trabada por rechazo de algunos opositores no peronistas, como Guadalupe Tagliaferri, del PRO, cercana a Horacio Rodríguez Larreta. El expresidente la llamó para pedirle que colabore con La Libertad Avanza en estos temas. Por ahora no lo logró.
Macri cree que si no se termina rápido la pelea por la ley Bases no podrá iniciar su plan diferenciado. Por caso, quiere que Diputados avance con una ley de ficha limpia, para impedir ser candidatos a condenados en segunda instancia. Milei no tiene tantos contactos en Tribunales como para avalarla.
En su afán de borrar el centro, el presidente también celebró la ruptura de la UCR, donde ya no hay quien mande. El titular del partido, Martín Lousteau, se cortó solo en el debate de la ley bases y está decidido a votar en contra. Sólo lo siguen Pablo Blanco y Maximiliano Abad.
Los gobernadores radicales lo enfrentaron, pero luego se rindieron y permitieron que el economista enterrara los proyectos. Sus argumentaciones fueron tan sólidas que muchos de sus pares dudaron en ayudar al Gobierno.
Además, Lousteau consiguió respaldo de la mesa de partido y dejó incómodo al bloque UCR en Diputados, claves para aprobar los proyectos. Para Milei es todo ganancia: la ruptura de la UCR es indisimulable y ya está convertida en una federación de fuerzas locales, con los gobernadores hablando por whatsapp. No más.
La otra pata centrista que empieza a extinguirse es la Coalición Cívica, donde, aunque se note menos, también hay internas. Elisa Carrió, la creadora y líder del espacio, ordenó separarse del bloque Hacemos Coalición Federal y tomar posturas críticas. No le teme a quedar pegada al kirchnerismo, pero a los diputados sí les molesta.
Tal es así que Juan López y Maximiliano Ferraro, sus referentes, circulan seguido por la oficina de Martín Menem para suavizar las embestidas que la oposición le viene propiciando al oficialismo. En este escenario, el futuro electoral de estos espacios es nulo. Quedarán inmersas lógicas locales en 2025 y no hay un espacio que hasta ahora los pueda aglutinar en 2027. Macri no se rinde. Es el único.