A costa del freno importador, el Gobierno continúa acumulando superávit comercial - Política y Medios
07-10-2024 - Edición Nº6093

COMERCIO EXTERIOR

A costa del freno importador, el Gobierno continúa acumulando superávit comercial

Con la profundización de la recesión, y las restricciones para obtener divisas, las empresas disminuyeron su provisión de maquinaria e insumos del exterior. Así, pese a que los ingresos de dólares por exportaciones siguen bajos, la balanza se mantiene positiva y suma más de US$5.270 millones desde que asumió el presidente Milei.

Por Patricio Ballesteros Ledesma

 

Hace años que la economía argentina no crece, en los últimos meses se registraron caídas en el nivel de actividad y signos de recesión, pero desde el cambio de Gobierno se revirtieron las expectativas de crecimiento para el corriente año, y no sólo a nivel local, donde el top 10 del Relevamiento de Expectativas del Mercado que publica el BCRA marca un decrecimiento del PBI interanual del 4,1% para 2024.

El propio FMI y el BM estimaban un alza del PBI superior al 2% para este año, y ya iniciado el 2024 cambiaron ese pronóstico por el mismo número pero con signo negativo (-2,8). Lo propio hicieron los bancos y fondos de inversión del exterior, pero en el Gobierno no hay alarma, al contrario, estaba en sus planes desde la campaña.

Desde esa base, que se corrobora con lo que indican las estadísticas oficiales, las expectativas del mercado y las proyecciones de los informes de los economistas locales, el panorama cambió de una virtual recesión a una peligrosa depresión, y son varios los indicadores que lo confirman. 

El uso de la capacidad instalada industrial en mínimos históricos, en promedio en el 57,6% en febrero, pero con desplomes en ramas de alto empleo del 37,3% como en la metalmecánica, caída de las importaciones de insumos y bienes, parate en la construcción pública y privada, reducción de turnos, aumento de despidos y suspensiones y fuerte contracción de la demanda interna por la alta inflación y la desregulación tarifaria.

El nivel de inversión es muy bajo, la interna bruta fija cayó el 12,2% interanual en febrero y representa apenas el 14,2% del PBI, según el índice que elabora el Centro de Estudios de Orlando J. Ferreres, y la restricción externa no presiona como antes sobre el tipo de cambio porque, pese a que el BCRA continúa con reservas netas negativas, la demanda de dólares para las compras y pagos al exterior se redujo a mínimos. 

Por otro lado, si bien las divisas del agro todavía no aparecen y la liquidación se produce a cuentagotas, para cumplir con la meta de acumulación de reservas acordada con el FMI, la autoridad monetaria viene comprando billetes en el mercado interno en forma creciente, una parte de ellos de ahorristas de clase media que tienen que desprenderse de sus dólares para pagar deudas y servicios, por eso el mercado está más vendedor que comprador.

De tal modo, la balanza comercial de la Argentina, es decir la diferencia entre los dólares que entran y salen por el comercio exterior continúa dando un saldo positivo, algo que a simple vista podría verse como correcto y esperable, pero que no siempre lo es, cuando se revisan las causas de ese resultado. 

Si el superávit comercial del país se consigue con bajas exportaciones y nulas importaciones o altas ventas de exportables y mercado interno deprimido, el dato escondido es que la economía está estancada. Y salvo que ese sea el objetivo buscado, enfriar la economía como le pedía el FMI al anterior Gobierno y a este, el actual saldo positivo puede esconder una situación negativa más amplia.

Por eso siempre es más importante que mirar los números aislados, interpretarlos, relacionarlos y compararlos en líneas de tiempo. Y a la vez, observar si un virtual dato alentador no encierra otros indicadores concomitantes que preocupan. La matemática es una ciencia exacta, la economía no.

Por ejemplo, el ministro de Economía y el presidente de la Nación festejaron conseguir superávit primario y fiscal en los dos primeros meses del año, pero el asunto de fondo es a qué costo, más allá de que es discutible que eso haya sido así.

En el caso del comercio exterior, no se puede ver como un logro acumular superávit porque las empresas e industrias dejaron de importar insumos, bienes de capital, intermedios y piezas y herramientas a causa de la brutal caída de la actividad, ya que ni siquiera están usando el stock disponible y la capacidad productiva existente. 

Esa baja demanda de dólares para traer lo que acá no se fabrica y abastecer la cadena productiva local habla de desinversión, de bajón de producción y ventas, y alerta sobre peores consecuencias, como el cierre de empresas y despidos masivos.

Así las cosas, a costa del freno importador y la enorme deuda comercial que todavía acumula el BCRA con las empresas, el país continúa registrando superávit comercial y el Gobierno puede sumar otro paso de números rojos a verdes en su relato de orden en las cuentas públicas y sendero de normalización de la economía. 

Por cuarto mes consecutivo, en marzo la balanza de comercio exterior marcó un saldo positivo de US$2.059 millones, sobre un intercambio de US$10.730 millones, que en la comparación interanual indica una caída del 14,7%. Un saldo similar, aunque con valores nominales más altos en las impo y expo, hay que buscarlo recién en octubre de 2022.

Este superávit comercial se explica por la fuerte caída interanual en el monto de las importaciones en más de un 36,7% (US$4.335 millones) y un aumento de las exportaciones del 11,5% (US$6.394 millones), según detalló ayer el INDEC en su informe mensual.
 

En marzo del año pasado el agro transitaba dos años seguidos de fuerte sequía, millonarias pérdidas en todos los cultivos, incendios e inundaciones reiteradas en vastas extensiones productivas, por lo que sus exportaciones fueron mínimas y ahora, en en el mismo mes de 2024, con muy poco se logró una diferencia positiva. Los ingresos por la exportaciones mineras coadyuvaron al cambio interanual en las ventas al exterior.

A esta altura la balanza comercial acumula cuatro meses consecutivos de superávit comercial, con US$5.271 millones ingresados desde la asunción de Milei. Con el registro de marzo se consolida la tendencia positiva en montos y cantidades iniciada en diciembre pasado, si bien se observa un pequeño deterioro del 1,2% en los términos de intercambio. 

En marzo, las exportaciones, en términos desestacionalizados, descendieron 0,4%, mientras que la tendencia-ciclo tuvo un incremento del 2,4% con respecto a febrero. Los precios disminuyeron 8,0% y las cantidades aumentaron 21,3%. 

A su vez, las importaciones, en términos desestacionalizados, registraron una disminución de 0,9%, mientras que la tendencia-ciclo descendió 3,6% en relación con febrero. Los precios y cantidades descendieron 6,9% y 32,1%, respectivamente.

En relación a los principales socios comerciales, durante el mes pasado el intercambio con Brasil fue superavitario en US$40 millones, con China fue deficitario por US$403 millones y con Estados Unidos también negativo en US$44 millones.

Y en la evolución, en el primer trimestre de 2024 la balanza comercial resultó superavitaria en US$4.253 millones, como resultado de que las exportaciones totalizaron US$17.322 millones, lo que significó un incremento interanual del 9%, mientras que las importaciones sumaron US$13.070 millones, con un descenso del 24,2%.

Según estimaciones de diversas consultoras privadas, se espera que el superávit comercial de la Argentina supere los US$15.000 millones en todo el 2024, un monto incomparablemente superior a los US$1.018 millones conseguidos como saldo positivo el año pasado y, quizás, el más alto de su historia. 

Sin embargo, hay dos factores comparativos que explican esta performance y que deben tomarse en cuenta. En primer lugar, que a diferencia del 2023, cuando la sequía provocó una merma en la cosecha y en las exportaciones del agro se perdió el ingreso de US$19.000 millones (caída del 36% interanual), este año se recuperaría en un porcentaje similar o mayor por el rebote de las ventas al exterior sólo del complejo agroindustrial. 

Pero además, y aún con similares restricciones para importar, el ingreso de bienes de capital, intermedios e insumos se fue regulando de tal modo de sostener el nivel de actividad de muchas ramas industriales, sectores productivos y comerciales. Además, se empezó a revertir el déficit comercial energético y, en consecuencia, la importación de energía.

Es cierto que hubo desvíos y un criticable descontrol en los permisos otorgados en forma discrecional y dudosa a varias empresas durante un período, con importaciones para sobre stockearse, ingreso de productos suntuarios, sobrefacturaciones y triangulaciones varias, pero luego se tomó la decisión de restringir las autorizaciones y focalizarse en las imprescindibles.

También es real que, ante la falta de divisas por el anterior despilfarro en un contexto de menores ingresos, se instaló una estrategia de incremento acelerado de la deuda comercial que hoy todavía está pendiente de pago en gran medida. 

Pero ahora, con la recesión instalada, el enfriamiento de la economía y el freno en la demanda de importaciones, la eliminación de las licencias y las SIRA, el aumento del impuesto País y los Bopreal para ordenar parte del stock de deuda comercial heredado la situación no ha mejorado. 

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