La comunicación de gobierno en la era libertaria - Política y Medios
13-11-2024 - Edición Nº6130

OPINIÓN

La comunicación de gobierno en la era libertaria

Algunas reflexiones para comprender el encuadre discursivo comunicacional del gobierno de Javier Milei, el desempeño del vocero Manuel Adorni y los desafíos inmediatos para comunicarse con todo el país.

A cuatro meses de asumir el gobierno, Javier Milei no quiere despegarse de su rol de panelista de televisión y continúa su camino mediático explicando en medios streamers amigos el ejercicio del poder, mientras no logra quitarse el traje de “político en campaña”. Esto no es una buena combinación ya que “estar en el gobierno” implica otro tipo de mensaje enfocado más bien a establecer soluciones a los problemas sociales y no tanto ponerse el traje del “político-promesa”.

Así, “esto que estamos haciendo es lo que prometimos en campaña”, conforma una axioma de una narrativa que se queda corta porque las demandas sociales de Argentina son importantes y complejas, y donde la política económica de liberalización de precios ahoga a la sociedad en su conjunto, mucho más de lo que la dejó el gobierno de Alberto Fernández y CFK.

Existe entonces un grave problema con la comunicación de gobierno en la era libertaria: ¿es comunicación de gobierno o son resabios de comunicación electoral?

¿Cuál es el público objetivo donde se direcciona su enfoque?, ¿Quién es la casta en el plan de ajuste que lleva adelante el gobierno?. Veamos algunas reflexiones al respecto.

Un encuadre lejos de todos los encuadres

En marzo de 1992 en una nota publicada en la revista “Cerdos y Peces”, en pleno conflicto entre Irak y Kuwait por el petróleo, Enrique Symns comenzaba “un francotirador se ha subido al techo del mundo”, en clara alusión a Saddam Hussein. Hoy emulando esa nota ya hiper analizamos que “un loco se ha subido al techo de la Argentina”. Esto no es nada nuevo.

Si bien por primera vez desde el retorno de la democracia el liberalismo disfrazado de “libertario” asume el poder con el voto popular, la irrupción de Javier Milei en la escena política no es repentina. Fue trabajada mediáticamente por el propio presidente desde hace varios años atrás; calcó a la perfección el “estilo Trump” en el uso de X, supo pararse en la bronca y el descontento social fomentada por los medios desde el pésimo gobierno tripartito de Alberto Fernández, CFK y Sergio Massa, sin olvidarnos del endeudamiento feroz generado por Mauricio Macri y el actual ministro de economía Luis Caputo en 2018.

Esto ocasionó una caída abrumadora del poder adquisitivo de los trabajadores que nunca logró recuperarse: los trabajadores privados formales terminaron 2023 con una pérdida del 17,8% del poder adquisitivo de 2017, los trabajadores públicos un 18,4% y los informales un 44,4%. En este último dato económico tal vez podamos encontrar una respuesta certera del voto a Javier Milei.

Es interesante observar el planteo de Lisandro Bregant en X cuando afirma que “A nivel técnico-narrativo, Milei comunica con herramientas de representante de una comunidad. De un movimiento. Más que de un país o territorio, evangeliza (...) No dialoga consigo mismo. No impone su visión-líder del mundo. Amplifica la visión de otros en la que cree fervientemente y con dientes apretados. Es un seguidor, un ´enamorado de las ideas de la libertad´(textual charla ted, 2018) (...) los que no la ven están esperando el comportamiento tradicional de un líder en DAVOS. (...) Lo subestiman y lo rechazan porque no encaja en su sistema de medir líderes.

¿Cuál es el problema a nivel estrategia comunicacional de las personas que no lo ven? Que dialogan con un Milei que no existe, porque su encuadre discursivo se ubica lejos de los análisis tradicionales de la política. Y tal vez ahí también radica su virtud. La violencia y el maltrato en su comunicación hacia el otro, son condimentos que no molestan a nadie. 

Comunicación de gobierno no es comunicación electoral

Ni gobierno de CEOs ni gobierno de científicos. Lo que vive la República Argentina desde diciembre de 2023 es una gestión de gobierno tomada por cosplayers y un ejército de trolls donde la improvisación de su comunicación ya no sobrevalorada como en el macrismo, ya no loteada como en el gobierno del ex Frente de Todos, va en detrimento de la imágen pública e institucional de Argentina. Más allá de las encuestas online sin rigor científico que ponga el presidente en el debate público.

Fake news o fake bots como el “Caso Jumbo” no deben transformarse en las fuentes oficiales para construir la estrategia discursiva. Ni hablar de los memes fuera de tono en la cuenta oficial de X del presidente o retuiteados por él.

Con la comunicación de gobierno en la era libertaria pasa algo extraño; le dieron “la manija” de los activos digitales oficiales a un púber de 22 años que no logró enlazar ninguna emocionalidad de la gestión y terminó usando X (ex Twitter) para sumar followers en su cuentas personales. Gran error conceptual. Afuera.

Esto sumado al desfile de renuncias encabezadas por el subsecretario de medios, Eduardo Roust y Juan Caruso del equipo de Belén Stettler, la secretaria de Medios apadrinada por Santiago Caputo, estratega de campaña del presidente, también esta última reemplazada por el periodista de LN+, Eduardo Serenellini quien también suma rumores para dejar el puesto. La comunicación de gobierno es la silla caliente que pocos se atreven a tocar. La comunicación de gobierno está en problemas porque no debería ser una prolongación temporal de la campaña micro segmentada, sino la puesta a punto de una estrategia política que le asegure certidumbre y bienestar a los 45 millones de argentinos.

El caso Adorni: la única verdad…

Hasta su llegada como portavoz de la presidencia argentina, Manuel Adorni (44, UNLP, analista y consultor económico) colaboraba en medios Radio Rivadavia AM 630, A24 y el portal digital Infobae, por mencionar algunos. En la entrega de los premios Martín Fierro Digital de 2023 obtuvo el laurel de en la terna “mejor twittero”.

Ya en la primera semana de trabajo, el equipo de comunicación de Milei tuvo que sortear algunos desafíos: mantener el alto perfil del presidente casi sin apariciones públicas; coordinar un mensaje grabado para los anuncios económicos de Luis Caputo y trabajar sobre una conferencia para el protocolo antipiquetes de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich. La transmisión del plan de gobierno a través de conferencias por la mañana del portavoz presidencial, Manuel Adorni, casi que podrían programarse con inteligencia artificial, hoy garantizar lo técnico es un ejercicio casi automático. Lo peor: las amenazas a los gobiernos provinciales si no acatan el DNU o aprueban la Ley de Bases en el Congreso; la improvisación es total.

Si bien la sintonía fina de Adorni con el discurso y narrativas del presidente es la correcta, (es uno de los funcionarios de alto rango de gobierno en comunicación que más duró) no está en juego su puesto ni su rol -por ahora-. Tal vez porque es economista y twittero.

Sin embargo, en las conferencias de prensa matutinas a las que gran parte de la política, medios de comunicación y público en general presta atención, Adorni suele quedarse sin respuestas o sin energías porque no duerme bien por las noches. En el final de una de las últimas, el periodista de El Destape, Jonathan Heguier, le consultó acerca de la cita del presidente Milei del Jumbo bot en X como fuente confiable (es una cuenta falsa) para medir la inflación: Adorni replicó con argumentos contrafácticos y terminó acorralado atribuyéndole una frase del general Perón que es de Aristóteles: “la única verdad es la realidad”. Qué habrá querido decir cuando, según algunas consultoras privadas y el propio INDEC concluyen con una inflación del 11% para marzo que alcanzó el  287,9% de manera interanual.  No nos olvidemos que durante los primeros tres meses del 2024, el dato fue de 51,6%.

A esto le sumamos que la caída del salario promedio de los trabajadores registrados es histórica: supera los 3 meses de la crisis del 2001 donde cayó 8% entre enero y marzo. Es decir, en tres meses, el gobierno redujo un 19,6% el salario, el más bajo en 20 años. Se trata de la misma caída que en los cuatro años de gobierno de Macri.

Para el cierre, en la página oficial del gobierno nacional, en la solapa de “comunicación de gobierno” solo aparecen dos campañas en digital desde que asumió la nueva administración: una de prevención del dengue y la otra acerca de la tarjeta SUBE: ambas colocadas a fines de marzo. La primera corresponde a la comunicación de riesgo de la epidemia del mosquito “aedes aegypti”, y solo la segunda sería de comunicación gubernamental. Pobre, para todo el aparato de comunicación del Estado.

Es que el nivel de comunicación de gobierno, requiere una serie de desafíos aún más complejos. “En un entorno competitivo los gobiernos no sólo tienen que hacer las cosas mejor, sino que tienen que lograr convencer a la población que están haciendo las cosas mejor de lo que ofrece la oposición (…) la buena gestión pública no reditúa electoralmente si las prioridades de la gente no son satisfechas”.

Además, otro factor de vital importancia es la elaboración de una organización gubernamental lo suficientemente ágil, flexible y receptiva para el cambio que permita incorporar rápidamente la dinámica cotidiana de la multiplicidad de disciplinas que en el contexto se ponen en juego. Es decir, la comunicación gubernamental debe preparar al personal profesionalmente para asumir estas transformaciones.

Si uno de los objetivos principales de la comunicación política es la confección de un andamiaje serio y robusto para controlar la agenda pública, lo que sucede a la vista de todos con las renuncias, internas y recomposición del oficialismo con nuevos bloques en el Congreso, es que el proyecto político tambalea. Ahí, sí tambalea todo, por más que la gestión de la comunicación sea excelente el horizonte no se ve con tanta claridad.

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