La nueva ley ómnibus define el destino de la oposición - Política y Medios
26-07-2024 - Edición Nº6020

LA INTERNA, DESDE ADENTRO

La nueva ley ómnibus define el destino de la oposición

El presidente no se rinde y enviará en los próximos días una nueva versión del proyecto de ley de bases y puntos de partida, que naufragó en la votación en particular de Diputados. Sólo el PRO está dispuesto a ser aliado y el resto de las fuerzas discuten puertas adentro como jugar.

Javier Milei no se rinde y enviará en los próximos días una nueva versión del proyecto de ley de bases y puntos de partida, conocido como Ley ómnibus por la cantidad de temas que abarcó en su texto original, que finalmente naufragó en la votación en particular de Diputados.

Milei no tiene claro si esta vez tendrá los votos para aprobarlo, pero sí que, como en enero, tratará de polarizar el recinto entre derecha e izquierda, o buenos y malos. Será un desafío para la oposición que enfrentó a las diferencias variantes del peronismo y no quiere quedar sujeta a los humores del líder libertario.

Sólo el PRO está dispuesto a ser aliado y el resto de las fuerzas discuten puertas adentro como jugar. Son los casos de la UCR, la Coalición Cívica y algunos retazos macristas con autonomía, como los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut). Todos fueron escrachados por Milei en febrero, cuando se cayó la ley ómnibus, y dudan en rendirle pleitesía.

En esa oportunidad, el presidente no pudo contener la presión de varios grupos que siguen dispuestos a marcarle la cancha, como radicales cercanos a Martín Lousteau o los liderados por Facundo Manes. Los primeros rechazaron las emergencias administrativas y los últimos todo el proyecto.

La Coalición Cívica, seis diputados que hablan a diario con Elisa Carrió e integran en los papeles el bloque Hacemos Coalición Federal, también se rebeló ante las emergencias que pedía Milei. Los partidos provinciales destrozaron el articulado de la norma, molestos por la falta de certezas sobre un pacto fiscal que los favorezca. La nueva versión tiene esas prerrogativas para el Ejecutivo, pero más acotadas. Aun así, están sujetas a revisión.

La rebelión mayor en febrero fue la de Martín Llaryora, el gobernador de Córdoba, quien ordenó a sus diputados no votar las emergencias si no tenía garantías de tener asistencia a su caja previsional.

El presidente prometió esta vez tratar estos dos temas a la vez y envió borradores para recibir correcciones. Tuvo devoluciones parciales que aún no fueron revisadas en la Casa Rosada, donde no está claro si ahora aceptarán refrendar el articulado en el recinto.

Cada bloque opositor debate cómo seguir y no lo tiene tan claro. Al margen de las posiciones particulares sobre los temas, Milei los obliga a definir un posicionamiento posterior en el escenario político que deje el debate.

El camino es largo, porque culmina en el pacto de mayo convocado por el presidente para firmar con los gobernadores.

Carrió puso primera y volvió a la televisión. Comparó a Milei con Néstor Kirchner y Carlos Menem, lo que difícilmente sea una ofensa para el presidente. Lilita intenta posicionarse en el lugar correcto para cuando se vuelva a barajar y dar de nuevo.

Su sexteto de diputados ya mostró que no tiene reparos en liderar una rebelión contra Milei, sin importar quien los siga. Convocaron a sesiones especiales y tuvieron la ayuda del kirchnerismo para buscar quórum. Volverán a intentarlo, si lo creen necesario.

La UCR está, por ahora informalmente, dividida, sin chances de reunir a su plana mayor del Comité sin romper definitivamente. Desde la presidencia del partido, Lousteau ejerce una oposición férrea a Milei, capaz de complicar la designación de su rabino de cabecera como embajador en Israel. Llega hasta eso.

Al presidente de la UCR lo sigue el grupo de Evolución, la línea interna que armó en 2021 y logró colar candidatos en casi todas las provincias. Manes hace la suya, como siempre, pero logró tener como adeptos a diputados sin gobernadores de jefes.

Los mandatarios de la UCR no lo dudan: quieren ser aliados del gobierno. Así piensan Alfredo Cornejo (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes), Leandro Zdero (Chaco) y Carlos Sadir (Jujuy). También Maximiliano Pullaro (Santa Fe), aunque trata de sostener autonomía.

La interna, en realidad, exhibe a la UCR como una simple asociación descoordinada de intereses locales. Lousteau necesita reelegir en 2025 y en la Ciudad Milei no tuvo una buena elección el año pasado. No es el caso de Mendoza o Corrientes, donde en 15 meses se elige gobernador.

El resto de los resabios de Juntos por el Cambio hace su juego con rumbo indefinido. En el PRO son aliados sin saber cuál es la parte que les toca. Milei ha dicho que los quiere como socios legislativos y no mucho más. Casi un lento retiro.

Los gobernadores Torres y Frigerio no pueden permitirse ese destino. El chubutense se refugia en la liga de mandatarios patagónicos, con planteos que ignoran cualquier posición del PRO. Ya le dijo a Macri que no lo tomará en cuenta. El entrerriano es más medido, pero también hará su juego.

Llaryora, con partido propio, sueña con un frente federal que lo coloque como presidenciable. No tiene miedo de enfrentar al Gobierno, pero empezó a sufrir algunas consecuencias, como las dificultades para refinanciar su deuda.

Si la reforma fiscal no incluye sus pretensiones, como financiar las cajas previsionales o coparticipar impuestos, Llaryora puede volver a romper todo y buscar alianza de colegas. Son las cuentas que se empiezan a hacer estos días, en una oposición no peronista que está en plena reconstrucción. 

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