Tres días
Hay antecedentes de sesiones largas, casi eternas; de discursos de madrugada y votaciones en mañanas de hastío. Pero hasta la semana pasada no se registraba un tratamiento de tres días en el recinto, con intervalos de hasta doce horas y negociaciones de la letra chica en los pasillos. Fue lo que ocurrió con la ley ómnibus: 30 horas de debate, que parecieron una actuación para estirar el tiempo
El primer cuarto intermedio se pidió para que el presidente, Javier Milei, armara una reunión con los gobernadores y acordar un pacto fiscal que allanara el camino a la aprobación. El segundo se solicitó cuando no había consenso para definir el articulado y el ministro del Interior, Guillermo Francos, no daba certezas de la apertura de un diálogo. El último, después de la votación en particular. Sirvió para que no se cayera la ley.
Impuesto país
Los gobernadores del espectro no peronista exigen que la ley ómnibus incluya la coparticipación del impuesto PAIS, que grava las compras en el exterior y es uno de los que más creció en su recaudación, sobre todo porque Milei subió la alícuota de 7 a 17,5%. Los mandatarios no lograron negociar su reparto a las provincias del 30% en una reunión que tuvieron con el ministro del Interior, Guillermo Francos. El presidente tiene una explicación: es un impuesto que quiere eliminar y si lo coparticipa podría perpetuarse. Cuando el tema parecía terminado, el cordobés Martín Llaryora lo incorporó al debate final de la ley y bloqueó la aprobación definitiva. No será fácil destrabar la negociación porque nadie quiere ceder.
Milei concede
El discurso y la acción del presidente van por caminos separados: mientras usa sus redes sociales para negar cualquier negociación con la oposición, avala reformas a la ley ómnibus con las demandas que llegan de todos los bloques dialoguistas.
Borró la mitad de los artículos y reformó otros tantos. Hasta realizó una contraoferta del capítulo de privatizaciones, uno de los más polémicos. Consistía en empoderar a la bicameral de control. Achicó a seis las materias de las facultades delegadas y busca redacciones para acordar los artículos que le permiten tomar deuda sin límite. En paralelo a estas concesiones, el presidente usó las redes sociales para denostar a sus aliados.
¿Menem lo hizo?
El debate de la ley ómnibus se hizo con militantes de la Libertad Avanza en las gradas que aplaudían, silbaban e insultaban a los diputados. El presidente de la Cámara, Martín Menem, tuvo que desalojar varios palcos porque el público no respetaba a los oradores. El caso más emblemático fue el de Tomás Agote, autodefinido empresario, quien insultó a Myriam Bregman y debió ser echado por la seguridad. El momento fue más tenso fue cuando el kirchnerismo supo que estaban en el palacio Leandro Sosa, militante de Revolución Federal, acusado de ser uno de los instigadores del intento de magnicidio a la entonces vicepresidenta, Cristina Kirchner. Había sido invitado por la diputada Lilia Lemoine.
Modelo Villarruel
La vicepresidenta Victoria Villarruel viene dando muestras de conocer algo de rosca legislativa. En la última semana tuvo una salida inesperada: después de no convocar a la sesión especial pedida por Unión por la Patria para tratar el megadecreto de Javier Milei, anunció que antes de considerarlo promoverá el debate de los más de 100 DNU que firmó Alberto Fernández y están cajoneados por el Congreso. Fue así porque Cristina Kirchner nunca activó la comisión encargada de dictaminarlos. El trámite puede completarse en cualquier momento.