Estos dos grupos habilitaron la sesión para que La Libertad Avanza pueda tratar la ley ómnibus - Política y Medios
19-06-2024 - Edición Nº5983

ALIADOS Y DIALOGUISTAS

Estos dos grupos habilitaron la sesión para que La Libertad Avanza pueda tratar la ley ómnibus

Las tres jornadas de debate en la Cámara de Diputados exhibieron a la nueva oposición no peronista, que se dividió en dos bandos: el PRO, que en su fachada orgánica funciona como aliado fijo del Gobierno; la UCR, la Coalición Cívica, y los gobiernos provinciales, que ofrecen sus votos para que Javier Milei consiga sus leyes, no sin antes revisarlas un poco. Se hacen llamar dialoguistas.

Unidos, estos grupos habilitaron la sesión para que La Libertad Avanza pueda tratar la ley ómnibus y la aprobaron en general. Los dialoguistas no aceptaron avalar los artículos a libro cerrado y demoraron el envío del expediente al Senado, donde la vicepresidenta deberá lidiar con un escenario similar, pero quizá con un acuerdo cerrado.

Para alcanzarlo, al Gobierno le falta negociar con los dialoguistas más duros, que son los partidos provinciales, un sector que fue creciendo en los últimos años hasta convertirse sen árbitro de las votaciones en el Congreso. Hasta hace una década, el único sello local que gobernaba era el Movimiento Popular Neuquino, vigente desde la proscripción del peronismo.

El desmembramiento de los partidos políticos nacionales alentó la creación de otras fuerzas locales capaces de ganar provincias. Misiones inauguró la propia en 2003, con una mixtura de peronistas y radicales; y experimentos disímiles derivaron en fuerzas gobernantes en Córdoba, Río Negro, Santa Cruz y Salta. El denominador común es que nadie les da indicaciones desde oficinas porteñas.

Aunque provienen del PRO, ensayan una lógica similar los flamantes gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut) y Marcelo Orrego (San Juan). Los dos primeros tienen como gerentes en el Congreso a Nicolás Massot y Emilio Monzó. Con estilos distintos, todos esperan respuestas de la Casa Rosada antes de digitar sus votos en el Congreso. Las demandas siempre tienen foco en problemáticas locales.

Martín Llaryora, de Córdoba, fue el más duro: por su intervención, no pudo aprobarse en particular la ley ómnibus. Exige que le garanticen el financiamiento del déficit previsional. Su intervención despejó dudas respecto a su presunta alianza con Milei, a partir de ex funcionarios de Juan Schiaretti que asumieron funciones, como Osvaldo Giordano (director de Anses), Franco Moguetta (secretario de Transporte) y Daniel Tillard (presidente del Banco Nación). El nuevo mandatario dejó claro que no debe favores.

En la UCR, curiosamente, los más dialoguistas son tres de sus cuatro gobernadores: Alfredo Cornejo (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes) y Leandro Zdero (Chaco). Temen que la popularidad de Milei en sus provincias erosione sus bases electorales y les impida caminar por la calle. Algo más combativo se muestra el santafesino Maximiliano Pullaro, con menos peso legislativo.

La rebelión radical no surge de los gobernantes sino de otros grupos que se animan a un discurso progresista para darle batalla ideológica al Gobierno. Los líderes son el diputado Facundo Manes y el senador Martín Lousteau. Sus detractores los acusan de kirchneristas, pero ya no les importa. Entienden que la victoria de Milei los dejó con estrecho margen para las viejas antinomias. Se necesita de un nuevo relato.

Elisa Carrió se mantiene en su residencia de Exaltación de la Cruz y sus seis diputados practican un dialogismo con fórceps. Pueden dar quórum, pero sin garantizar la mayor parte del proyecto. Además, están dispuestos a denunciar a funcionarios, como la ministra de capital humano, Sandra Pettovello.

Aunque el jefe del bloque, Cristian Ritondo, haya aclarado en el recinto que no es “ni gobierno ni cogobierno”, como se siente la mayor parte de sus pares. Ni siquiera quienes reportaban a Horacio Rodríguez Larreta se le atreven a Milei, porque no saben bien que queda de ellos si su gobierno fracasa.

Un dato de color fue que el PRO se ubicó junto a LLA en el recinto y sus líderes se encargaron de cuidar la sesión como si fuera oficialismo. No se involucraron en la discusión de la letra chica de la ley y hasta oficiaron de nexos entre el Gobierno y los dialoguistas. Milei necesita a todos para legislar. Por ahora, los está teniendo.

 

 

 

 

 

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