Si algo une a las fuerzas políticas que integraron Juntos por el Cambio hasta diciembre es su vocación de colaborar con el gobierno de Javier Milei. Con matices, el PRO, la UCR, los partidos locales y la Coalición Cívica se mostraron dispuestos a dejar correr el mega decreto e intentan aprobar con algunas modificaciones la ley ómnibus, las medidas más polémicas del presidente en su primer mes de gestión.
El PRO oficia de aliado fijo, en los tonos y en las formas. No cuestiona ninguna medida del Gobierno, promueve los consensos con propuestas sutiles y evita hacer reclamos públicos.
Con la ley ómnibus, Cristian Ritondo y Silvia Lospennato, jefe y secretaria parlamentaria del bloque, le llevaron al presidente de la Cámara, Martín Menem, las propuestas de modificaciones para alcanzar un acuerdo más fácil.
El riojano las tomó y varios de los anuncios de los ministros que expusieron en los plenarios de comisiones consideraron los consejos del PRO, como el de acotar el plazo de las emergencias. Eduardo Rodríguez Cirillo, secretario de Energía y uno de los principales artífices de la ley ómnibus, llegó a decirle a Lospennato que tomaba en cuenta sus demandas.
El resto de las esquirlas de JxC no muestra el mismo nivel de sincronización con el Gobierno que el PRO, pero está dispuesto a ayudar.
La UCR es un caso de estudio: Milei tal vez sea el presidente que peor haya tratado al partido centenario, pero sus alfiles legislativos trabajan a destajo para facilitarle las cosas.
No tienen voluntad de asociarse a Unión por la Patria y voltearles el mega DNU. En Diputados, la UCR fue el primer bloque en armar un semáforo para definir qué temas había que corregir de la ley ómnibus y cuáles pasaban sin problemas.
No fue suficiente para que Milei abandonara sus ataques al radicalismo: hasta les envió mensajes encriptados en los medios sobre posibles denuncias de enriquecimiento ilícito. Rodrigo De Loredo, jefe del bloque de Diputados de la UCR, no sabe cómo manejar a su tropa, dividida entre socios tácitos libertarios y radicales progresistas dispuestos a dar batalla.
Estos últimos se referencian en Gerardo Morales, sin cargo, pero con ganas de volver al ruedo. Lo siguen los diputados Julio Cobos y Facundo Manes, quienes ya advirtieron que no votarán nada que pida Milei a libro cerrado.
Otros emisarios del jujeño en el bloque amenazaron con abrir el recinto para tratar el mega DNU y rechazarlo. Por ahora, son minoría.
El resto de los ex JxC se mueven casi como guardianes del gobierno, aun cuando no reciben una caricia por los servicios prestados. En el Senado, el salteño Juan Carlos Romero, jefe de Cambio Federal, asesora a Victoria Villarruel para no hacer papelones. La vicepresidenta logró repartir las autoridades de la Cámara, pero no pudo conseguir mayoría para aprobar la boleta única.
En Diputados, Cambio Federal se unió a la Coalición Cívica y el bloque de Córdoba, con la idea de colaborar con la Casa Rosada. Tienen en sus filas a representantes de los gobernadores de Chubut (Ignacio Torres) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos).
Cuenta además con varios parlamentarios experimentados como Miguel Pichetto (jefe de la bancada), Emilio Monzó y Nicolás Massot, quienes ya advirtieron a Martín Menem sobre los riesgos de no escuchar a la oposición.
El riojano tomó varios de sus consejos, pero nunca les dio garantías de premiarlos con el cartel de aliados fijos y necesarios. Tampoco les habilitó puentes con funcionarios para agilizar los trámites. Así los tiene.
La pregunta, recurrente, entre líderes de estas fuerzas, es cuándo empezará a ser un negocio oponerse a Milei, porque mientras sólo sirva para erosionar al núcleo duro de votantes, será difícil plantarse.
La ecuación es simple: el electorado de JxC optó por el libertario en el ballotage y lo seguirá eligiendo si tiene un mano a mano con un frente peronista liderado por el kirchnerismo.
Mientras la UCR, el PRO y lo que queda del viejo espacio que gobernó entre 2015 y 2019 no armen algo nuevo enfocado en el futuro, Milei les marcará sus pasos, como ocurre hasta ahora. Sabe que no les será gratis caminar hacia otro lado.