El proyecto que llevan adelante la petrolera con mayoría estatal YPF y la petroquímica noruega Equinor (ex Statoil) en la Cuenca Argentina Norte de la Plataforma Continental Nacional implica el aprovechamiento de un reservorio enorme de petróleo y gas a 300 kilómetros de la costa marítima de Mar del Plata.
Según las estimaciones preliminares, esta cuenca tiene un nivel de reservas equivalente a más del 40% de los hidrocarburos que en la actualidad se demandan en el país y por eso desde el Gobierno y las consultoras energéticas privadas la llaman la Vaca Muerta del mar argentino.
Hace dos meses llegó a la ciudad balnearia el buque de la empresa nórdica BGP Prospector, para comenzar a explorar la factibilidad petrolera de la plataforma bautizada como CAN 100 (con 15.000 km2), que implica la perforación del pozo Argerich, que comparten al 35% ambas compañías, más el restante 30% en manos de la británica Shell.
El proyecto Argerich, el primer pozo exploratorio costa afuera en aguas ultra profundas del Mar Argentino, tiene por objetivo la exploración del lecho marino a más de 300 km de la costa marplatense y a una profundidad de 1.527 metros. Esta primera perforación tiene carácter únicamente exploratorio: se perfora y se comprueba la existencia de hidrocarburos. Luego el pozo se abandona, término utilizado en la actividad exploratoria que significa que el pozo se sella.
Más allá de los otros aspectos previos y posteriores de la actividad, que fueron llevados a instancias judiciales por ciudadanos y ONG locales, éste es uno de los puntos que denuncian los grupos ambientalistas argentinos y extranjeros con actividad en la zona.
En el estudio Impacto Económico del Desarrollo Hidrocarburífero Costa Afuera en Argentina, realizado por la consultora Ecolatina, se analiza el impacto estimado sobre la economía argentina que pueden generar las 18 áreas licitadas y adjudicadas en 2019 de las cuencas CAN y MLO para la explotación hidrocarburífera en el Mar Argentino.
En ese trabajo se proyectan inversiones por US$20.000 millones para lograr aprovechar ese potencial y que el efecto de las futuras operaciones sobre la balanza comercial argentina sería de 3,4% a 26,2%, según la cantidad de descubrimientos que ocurran en los próximos 30 años.
El exsecretario de Planeamiento Energético Nacional y director de la consultora Daniel Dreizzen sostiene que “la relevancia del sector no se restringe a sus impactos directos, sino que también posee importantes efectos de derrame en el resto de la economía. Así, la producción offshore habilitaría un ingreso de divisas de US$8400 millones al año”.
De acuerdo con las proyecciones de esa investigación, un descubrimiento de hidrocarburos y su consecuente producción significaría exportaciones totales por US$44.708 millones durante su desarrollo promedio de 30 años. Para la explotación de 10 pozos, la cifra escalaría a los US$250.000 millones.
Por otro lado, al exponer el mes pasado en el panel El Impacto de la exploración offshore para el desarrollo sustentable de la Argentina, en un seminario internacional sobre puertos, la actual secretaria de Energía, Flavia Royon, que ahora continuaría como titular del área minera, resaltó la importancia de esta actividad para el país.
“El offshore en la Argentina puede significar un crecimiento de nuestra producción de hidrocarburos en un 40%, puede representar exportaciones en el orden de los US$20.000 millones y puede representar 30.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos”, afirmó la funcionaria.
La producción costa afuera ya forma parte de la historia de la actividad hidrocarburífera argentina desde hace 40 años y forma parte integrante del conjunto de alternativas productivas que conforman la actual matriz energética nacional. Desde los años 60 hasta hoy se registraron más de 400.000 kilómetros de exploración sísmica 2D y 3D y se perforaron más de 400 pozos en la plataforma argentina.
Según la cartera energética, 17% del gas que hoy se produce y consume en el país proviene de 36 pozos operativos offshore en su mayoría en la Cuenca Austral, y según Royón “esto muestra que es una actividad sobre la ya hay un conocimiento adquirido y que ha podido ser llevada adelante sin mayores incidentes ni ambientales ni de seguridad”.
Dadas las características específicas de la economía y la geografía argentinas, para el gobierno saliente, y por algunas opiniones aisladas de las autoridades entrantes, la diversificación de la matriz energética brinda una oportunidad para la ampliación de la actividad productiva en todo el territorio del país.
Por ese motivo, desde la gestión estatal de los últimos años se presentaron una serie de iniciativas legislativas que permitieron brindar marcos estables para la inversión en nuevos sectores de la energía, como el Plan Gas, la ley del GNL y la de Hidrógeno Verde.
La funcionaria entiende que el desarrollo del offshore impacta en lo local, en las localidades cercanas, que hoy tienen altos niveles de desempleo y donde esta alternativa puede -y va- a traccionar la actividad portuaria, de los astilleros, de los hoteles, del comercio, a tener una forma mucho más estable de demanda.
Por eso es imprescindible que este tipo de industria se desarrolle con mano de obra local, se produzca con la participación de proveedores tanto de productos como de servicios locales. “Esa es la manera de que realmente la sociedad comparta los beneficios de esta actividad, generando trabajo, desarrollo y también, por supuesto, teniendo una mirada planificada y sustentable a largo plazo”, concluyó Royón.