Tras conocerse el resultado del balotaje, la mayoría de las multinacionales y las empresas de consumo masivo respiraron aliviadas, se terminaba una época de regulaciones al mercado a su entender con fines populistas y triunfaba el ideal de liberación de precios tan propio del discurso del candidato ganador.
Estaban preparados y al día siguiente del balotaje, feriado para la mayoría pero no para los repositores y empleados de los supermercados, se dispuso una remarcación apresurada y generosa en la mayoría de los rubros, tomando en cuenta que la política pública de Precios Justos ya era historia.
Tanto las empresas fabricantes de productos de consumo masivo como el canal de supermercados, que durante el actual Gobierno nacional, pese a las restricciones de importaciones y al comercio regulado, consiguieron millonarias ganancias a nivel local, sintieron que había ruido de rotas cadenas.
La libertad que ya habían obtenido por los canales en donde el cuidado sobre los precios al consumidor no estaba vigente, como los autoservicios chinos y los almacenes de barrio, ahora podía extenderse a las tiendas de cercanía y grandes superficies, ya que el líder de LLA es un acérrimo defensor de la libre oferta y demanda de bienes y servicios.
Pese a que la mayoría de las grandes empresas e industrias no tuvieron grandes restricciones para acceder a los dólares necesarios para importar bienes de capital, máquinas, herramientas y piezas para continuar con su ritmo productivo, aunque sí debieron resignar su avidez por comprar al exterior bienes intermedios y terminados, sienten que se abre un nuevo tiempo para sus negocios.
Los que vieron un plan platita en las políticas establecidas por el ministro de Economía y ex candidato a presidente Sergio Massa previas a las elecciones generales, con o sin razón sobre la oportunidad y conveniencia de esas medidas, ahora elaboran estrategias para que esa platita les llegue a sus arcas privadas.
Está claro que el actual nivel de inflación, más allá de los discursos electorales y los actuales, no va a bajar su ritmo por el cambio de Gobierno y, peor aún, ya antes del traspaso de mando existe una convicción en los actores económicos que ahora empieza un tiempo de revancha.
Como ocurrió después de las PASO, y ahora tras el balotaje, la escalada de los precios, sobre todo de los alimentos de primera necesidad, se espiralizó de manera alarmante. Más allá de los datos del INDEC, cuyo IPC se mide de manera mensual y tiene un mes de retraso, las consultoras que siguen de cerca los precios ya no los miden de forma semanal sino diaria.
Por ejemplo, la consultora del ex viceministro de Economía, Emanuel Alvarez Agis PxQ, mostró los datos de aumento de precios en alimentos y bebidas la semana siguiente a los últimos comicios presidenciales. De acuerdo a su monitoreo, el 20 de noviembre subieron el 0,6%, al día siguiente se mantuvieron sin cambios y el 22 treparon el 0,9%, el 23 saltaron el 2,5% y cerraron la semana con un alza del 0,8%.
Todavía no están los valores del relevamiento para esta semana, pero más allá de los tomadores de datos cada uno que vaya a un almacén, un supermercado, una verdulería o carnicería puede ver con sus propios ojos si los precios están iguales o más altos que la semana pasada. El pollero del barrio dice que este lunes aumentaron $3.500 el cajón, pero eso es algo que ya venía pasando en las semanas anteriores, entonces la gente se acostumbró.
Hace un tiempo se puso de moda llevar un maple de huevos por su conveniencia, no porque todo el mundo pensara hacer flan, sino porque la relación calidad/precio/cantidad bien valía el riesgo de roturas en el traslado. Ahora se sigue esa tendencia porque el aumento del precio del maíz incrementa el costo del alimento de las gallinas y el maple aumenta todo el tiempo: 30 huevos aseguran proteína animal para una familia tipo por varios días.
Hay comercios que deciden absorber algunos aumentos, e incluso hubo supermercados que se negaron a bajar mercadería de proveedores que venían con incrementos de precios desmesurados, pero son excepciones para no perder clientela. Por lo visto, el famoso costo de reposición, no permitirá aguantar las subas por mucho, antes de quedarse sin abastecimiento o verse obligados a convalidar las nuevas listas.
"Estanflación":
— ¿Por qué es tendencia? (@porquetendencia) November 29, 2023
Por las declaraciones de Javier Milei pic.twitter.com/1YfRVV8zo6
Grandes empresas como Arcor, una de las grandes ganadoras en los últimos años según sus propios balances, tanto en el mercado interno como en la exportación, como principal productora local de cartón para envases y mayor proveedora mundial de caramelos, presentes en la mayoría de los rubros del sector alimentación, llegaron a los supermercados con sus listas post balotaje con incrementos de hasta el 35% en los precios.
La multinacional Bimbo-Fargo presentó el lunes siguiente al balotaje listas de precios a los supermercados con aumentos del 80%, por considerar que venían muy atrasadas. Esta y otras empresas, ahora que saben cuál será el signo político de la nueva administración nacional, apuestan a recomponer sus márgenes tras el corset que les significó Precios Cuidados y Precios Justos en las grandes superficies, aunque no siempre cumplieron los acuerdos y a pesar de que hoy los bolsillos de los consumidores están más apretados que nunca.
Como la inflación seguirá alta en los próximos meses, incluso por la inercia de la actual y la acumulada, y el poder adquisitivo de los salarios e ingresos todavía no se ha recuperado, las empresas de consumo masivo seguirán ajustando por precio, ya que el consumo viene en descenso mes tras mes. Y los supermercados que quieran sumarse a esa ola verán como bajan los tickets por compra,
Hay un hecho muy simbólico. En las encuestas callejeras, los trabajadores y los jubilados ante la alta inflación señalan que no hay plata, que los ingresos no alcanzan, que es casi imposible llegar a fin de mes. Ahora, el presidente electo dice lo mismo, no hay plata, ante la consulta sobre el pago del aguinaldo para los trabajadores estatales, algo que también advierten varios gobernadores, incluso sobre los salarios del sector público de diciembre.
Los bonos compensatorios y de ajuste por la inflación para las asignaciones y jubilaciones están en veremos, así como la devolución del IVA que todavía no es ley y tiene fecha de caducidad. Se sabe que se vienen ajustes de todo tipo, incluso nuevas devaluaciones del tipo de cambio oficial y retoques a las tasas de interés, pero sobre los amortiguadores para los saltos inflacionarios no hay certezas ni anuncios planificados.
“En un escenario que podemos llamar inercial, sin cambios significativos en la política económica a partir del 10 de diciembre, no habrá forma de financiar los desequilibrios de la macro, por lo que la tasa de inflación se estaría multiplicando respecto del elevadísimo nivel actual”, señala el último informe de coyuntura del IERAL de la Fundación Mediterránea, que preside María Pía Astori y tuvo en sus filas al exministro Domingo Cavallo.
Por esta razón es que debe considerarse altamente probable que el próximo gobierno ensaye cambios de política económica, aclaran. El interrogante pasa por la profundidad y el alcance de las medidas que puedan tomarse.
En un escenario de círculo virtuoso, luego de un fuerte ajuste en los precios relativos durante la primera parte del año, y de las reformas imprescindibles para salir de la estanflación, en la segunda parte de 2024 la economía empezaría a recuperar los niveles de consumo de la mano de una mejora en el poder adquisitivo de los salarios.
En este caso, la inflación promedio del año próximo terminaría cerca del 200% anual, pero con una sustancial baja en los últimos meses (la inflación en diciembre 2024, punta a punta, podría alcanzar el 146% anual).
Sin embargo, en el caso que el próximo Gobierno reconozca la necesidad de reformas, pero éstas queden a mitad de camino, debería esperarse un ajuste de precios relativos muy gradual, al igual que las medidas destinadas a reducir el déficit fiscal.
La falta de reformas estructurales y una corrección limitada del desequilibrio de las cuentas públicas atentaría contra la credibilidad del programa, impidiendo que la demanda de dinero se recupere. En ese contexto, la tasa de interés de las Leliq permanecería elevada, con interrogantes recurrentes acerca de la capacidad de financiamiento del Tesoro.
Se trata de un escenario en el cual el BCRA no lograría aumentar sus reservas de modo significativo y la tasa de inflación terminaría cerca del 290% anual (tanto en promedio como punta a punta), concluye el informe.