El agro apuesta fuerte a la soja para quebrar cuatro años de caída en la superficie sembrada - Política y Medios
20-03-2025 - Edición Nº6257

INGRESO DE DIVISAS

El agro apuesta fuerte a la soja para quebrar cuatro años de caída en la superficie sembrada

Ante una mejora de las condiciones climáticas y un alza del precio internacional, suman casi 1 millón de hectáreas y esperan cosechar 50 millones de toneladas, más del doble que en la anterior campaña. Qué implica este volumen en dólares e impuestos para las arcas públicas y la economía del próximo Gobierno.

Por Patricio Ballesteros Ledesma

Mientras en las principales zonas productivas arrancó la siembra de soja de primera, al ritmo de las primeras precipitaciones aisladas, pero con un pronóstico de lluvias regularizado con relación a las últimas primaveras, crecen las expectativas de los agricultores no sólo por el clima sino también por la mejora del precio de la oleaginosa con relación a los otros cultivos.

"El productor va a apostar por la soja porque la relación insumo-producto es mucho mejor que la de los otros cultivos de verano y, además, es un grano que necesita una menor inversión inicial, con la semilla más barata y un paquete tecnológico más accesible", reveló a Télam la jefa de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Cecilia Conde.

En su informe de precampaña, la institución estimó que la siembra alcanzaría las 17,1 millones de hectáreas, lo que supone un aumento en el área destinada a la oleaginosa de 900.000 hectáreas con relación al ciclo agrícola pasado y que, de concretarse, cortaría la tendencia descendente en superficie tras cuatro años a la baja.

Si bien los perfiles del suelo van mejorando con la gradual caída de lluvias en las zonas productivas, esos registros de humedad todavía no alcanzan para revertir la sequía de arrastre ni el nivel de agua acumulada necesario para la implantación de los granos gruesos.

De todas maneras, por el aumento del área a sembrar y las previsiones climáticas, la producción de esta nueva campaña podría ubicarse en torno de las 50 millones de toneladas, un 138,1% más que las 21 millones de toneladas que se lograron cosechar en la 2022/23 tras la extrema sequía que azotó gran parte del país.

Tres factores relevantes se combinan: una proyección climática que sería mejor a la que atraviesa el trigo y el maíz en estos momentos, que en términos relativos el precio de la soja es mejor que el de maíz y que hay una importante superficie disponible que no se pudo implantar con maíz temprano por falta de lluvias.

En el estudio de la BCBA se indica que, a pesar de un pronóstico irregular en cuanto a la distribución espacial de las precipitaciones, se anticipa una paulatina recuperación de la humedad durante la ventana de siembra en las regiones primicia, sumado a una normalización del régimen de lluvias estivales en línea con el promedio histórico o incluso levemente superior.

Por otro lado, al comparar los precios actuales con el promedio de los últimos cinco años, el precio del maíz ha vuelto a su media con mayor velocidad, mientras que la soja se mantiene en un nivel relativamente más alto. En concreto, la soja se encuentra un 25% por encima, mientras que el maíz sólo en un 5%.

Tras una campaña 2022/2023 marcada por la sequía y el desfinanciamiento, toda la cadena agrícola vuelve a apostar fuerte por la soja para recomponer sus números aprovechando los buenos márgenes, menores riesgos y el menor monto a invertir para el grano estrella comparado con el maíz temprano y el girasol.

En la bolsa porteña consideran que el productor va a apostar por la soja porque la relación insumo-producto es mucho mejor que la de los otros cultivos de verano y porque además es un grano que necesita una menor inversión inicial, con la semilla más barata y un paquete tecnológico más accesible.

Algo más optimista, la Bolsa de Comercio de Rosario señaló en su segunda estimación nacional que el área sojera podría extenderse hasta las 17,4 millones de hectáreas, contando en esta proyección con las 400.000 hectáreas que no se pudieron implantar con maíz temprano por la falta de precipitaciones.

Desde la entidad rosarina señalan que con un 8,75% más de área afectada que en la campaña previa, y un escenario de clima tendiente a normalizarse, la Argentina podría producir 50 millones de toneladas de soja contra los 20 millones del ciclo anterior, o sea dos cosechas y media más que en el malogrado ciclo pasado.

En la campaña finalizada se perdieron casi US$21.000 millones en exportaciones, en su mayoría por los efectos de la sequía en los cultivos, lo que no sólo generó pérdidas en toda la cadena agropecuaria sino también por extensión en toda la economía del país y debilidad en el BCRA y en el Ministerio de Economía.

De acuerdo con el análisis del economista jefe de la bolsa de cereales porteña Ramiro Costa, los resultados finales del impacto de la sequía en el agro en la campaña 2022/23 treparon a la alarmante cifra de casi US$32.873 millones en el producto bruto industrial, lo que generó un descenso en las exportaciones sectoriales de US$20.355 millones y una disminución en la recaudación tributaria de US$9.256 millones.

La fuerte caída en las cosechas y la industrialización de subproductos restó esa entrada de divisas en el campo, pero además repercutió en el fortalecimiento de las reservas del BCRA, en el sostenimiento del tipo de cambio oficial, en el pago de importaciones de todos los sectores y en el ingreso de derechos de exportación y otros tributos a las arcas públicas.

Esa debilidad repercutió también en una caída del PBI del país, que en el primer semestre de 2023 cayó el 1,86% en forma interanual, una disminución que se atribuye casi en su totalidad al sector agrícola, mientras que en los demás sectores productivos se registró un aumento casi igual del 1,8%, según datos del INDEC relevados por la BCR.

Hay que recordar que el sector agroindustrial tiene una ponderación del 17% en el PBI argentino, en el 65% de las exportaciones, en el 16% de la recaudación y en el 24% del empleo nacional. La mayor sequía del siglo para una economía tan dependiente de su sector primario agrícola tuvo una serie de consecuencias para la Argentina que no impactaron de igual manera en otros países competidores a nivel global.

En el primer semestre de 2023, el valor agregado bruto de las cadenas agroalimentarias en la Argentina se desplomó un 14% en comparación con el mismo período del año anterior. Esta disminución es la más pronunciada desde 2009 para ese período, lo que demuestra la magnitud del impacto de la sequía en la economía del país.

Sin embargo, pese al relativo efecto recesivo del bajón agrícola, por las políticas públicas y el sostenimiento de la actividad industrial en las demás actividades, el impacto económico no llegó a afectar a todos por igual y en varios sectores se logró incluso un incremento de la producción, el empleo y las exportaciones.

Las nuevas estimaciones, en cambio, auguran para esta campaña que se inicia un volumen de exportaciones de US$29.170 millones en 2024, comparado con los US$18.700 millones del año en curso, lo que tendrá un efecto positivo en el agro, los sectores asociados, los ingresos públicos y en la economía en general. 

Además, con las políticas de premiar el agregado de valor a la producción primaria y el volumen incremental de exportaciones, se espera un mayor incentivo para la reinversión de utilidades y la normalización en la liquidación de las ventas externas, que este año tuvieron que ser estimuladas con alzas en el tipo de cambio mediante el Programa de Incremento Exportador, entre otras medidas estatales.

De tal modo, el próximo Gobierno empezará su mandato con una fortaleza comparativa en relación al último tramo de la actual administración, lo que le permitirá un mayor margen de maniobras para llevar adelante sus políticas públicas y cierta robustez para acumular reservas para cumplir con sus compromisos externos y administrar la demanda de importaciones.

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