
Gritos, frases contundentes, ataques certeros y pocas dilaciones, fueron algunas de las características que exhibió Patricia Bullrich en el segundo debate presidencial y sumaron confianza a su alicaído equipo de colaboradores.
La mayoría de sus asesores se mostraba golpeado por la floja performance de Bullrich en el primer debate de Santiago del Estero, cuando sucumbió ante las consultas sobre economía del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, y para sorpresa de propios y ajenos, no explotó como hubiera podido el affaire Insaurralde, que tenía pocas horas.
En la UBA, Bullrich nombró al exjefe de gabinete bonaerense todas las veces que pudo y su rival del oficialismo, Sergio Massa, no supo atacar con las cuentas pendientes en la justicia de ex asesores de la candidata del PRO, como el diputado Gerardo Milman.
La exministra también tiró golpes que lograron incomodar a Milei, cómo su falta de respeto crónica, que no excluye a quienes piensan distinto o tienen otra religión, un aspecto que lo complica para captar electorado de adultos mayores.
Solo tuvo un punto débil cuando no supo explicar las reuniones que tuvo con Massa de su eventual ministro de economía, Carlos Melconian. Milei la consultó dos veces y no obtuvo respuesta.
"Patricia ganó", fue la frase repetida entre todos los asesores de JxC que la esperaban en la sala de conferencias de la UBA. La candidata no pudo festejar: un mal de ojo la obligó a atenderse en el SAME.
A la algarabía del domingo llegaron las dudas del lunes, con una corrida bancaria que la quitó del centro de la escena, porque el gobierno culpó a Milei de agitarla.
Bullrich volvió a su realidad post primarias, en la que no logró mostrar un equipo sólido, dinámico y dispuesto a acompañarla; y sufrió el desaire de Mauricio Macri, quien no oculta su simpatía por Milei.
La conferencia de la candidata del martes fue caótica, con Melconian dibujado, sin abrir la boca. Tampoco se entendió que hacía Hernán Lacunza, el último ministro de economía de Macri y el que era elegido por Horacio Rodríguez Larreta.
En el PRO no saben bien cómo reaccionar ante la crisis financiera. Un sector cree que Milei puede ganar en primera vuelta: y algunos son más optimistas, y confían en que tal vez una caída de Massa le permita a Bullrich ingresar a un ballotage y jugará un mano a mano con Milei en el que se tienen fe.
La candidata no hace esas cuentas. No le gusta la especulación extrema y prefiere el belicismo de ir para adelante y chocar.
Las encuestas que llegan al búnker de plaza de mayo son promisorias. Hablan de que ya recuperaron la totalidad de los votantes de Larreta en las primarias, que los coloca en un virtual empate con Massa, cerca de clasificar al ballotage.
El único riesgo, admiten, es el voto blando de Milei, quien logró un electorado multi segmento muy difícil de dilucidar. "Se te puede escapar una porción y te hace un desastre", advierten.
Es por eso que Bullrich mantendrá hasta el último día de la campaña el consejo de no pegarle al economista en términos personales, motivo de fastidio entre empresarios que le financian la campaña.
Los focus group que le llegan ratifican el riesgo de cambiar esa estrategia, a tan poco tiempo del día decisivo, en el que Bullrich se jugará a todo o nada para seguir en carrera.