La cantidad real de dinero en la economía está en mínimos de una década - Política y Medios
26-07-2024 - Edición Nº6020

MASA MONETARIA

La cantidad real de dinero en la economía está en mínimos de una década

El circulante de pesos en poder de personas y empresas cayó casi el 60% en términos relativos entre el primer semestre de 2023 e igual período de 2013. Y la base monetaria en relación al PBI es la más baja de los últimos 20 años. ¿Cuáles son las consecuencias de esta contracción de la demanda?

Por Patricio Ballesteros Ledesma

 

Según el Informe Anual sobre el Sector Exterior publicado por el FMI en estos días, la Argentina en particular debe tomar una política monetaria restrictiva, un régimen cambiario simplificado y una consolidación fiscal favorable al crecimiento.

Aunque el trabajo se basa en los datos del año pasado, y la situación en varios indicadores ya ha cambiado en esa línea, estas sugerencias de políticas macroeconómicas para el país son las que busca el organismo de parte de su mayor deudor, pero no resultan igual de necesarias ni positivas para el actual Gobierno, que enfrenta una crisis interna de magnitud.

Sin embargo, hay una de esas recomendaciones, la de implementar una política monetaria restrictiva, que no sólo se está cumpliendo en forma acelerada, sino que además registra un nivel récord con relación a los últimos años. 

Por el creciente derrumbe de la demanda interna, la cantidad de dinero en la economía, no en términos absolutos claramente sino a nivel relativo, está en mínimos de una década según análisis privados sobre las estadísticas oficiales.

Desde el 2018 se aceleró la caída de la demanda real de pesos y en la actualidad se profundizó. El nivel del circulante en poder del público es hoy un 58% menor en términos reales al de hace una década: la base monetaria del primer semestre de este año (compuesta por el circulante más la cuenta corriente en pesos del BCRA) llega a $6,4 billones, mientras que ese monto en igual período del 2013, a precios actuales, superaba los $15,4 billones.

Esto se explica, según cálculos de la consultora MacroView publicados por Ámbito Financiero, por una caída del 57% en el nivel del circulante en poder del público, que pasó de $10,7 billones a $4,57 billones y del 60% en los encajes bancarios , que cayeron de $4,7 billones a menos de $1,9 billones, en el período comparado.

Más allá de lo que opine el FMI, e incluso el Gobierno nacional sobre esta realidad, que en verdad implica una situación más controlada para la nueva administración a partir del 2024, y sobre una de las variables relevantes que estaría más controlada desde el arranque, esa compresión de la masa monetaria implica básicamente otras dos cosas.

Por un lado que la actividad viene cayendo, ya que en un contexto inflacionario la economía interna se está manejando con menos dinero en lugar de más. Y por otro, que los inversores o ahorristas no quieren pesos y apenas los tienen los pasan a dólares, de ahí que disminuya el circulante en la moneda nacional y haya presiones sobre el dólar paralelo.

Por el constante aumento del costo de vida y la desvalorización del peso, el ahorro en la moneda local casi no tiene incentivos, salvo para los grandes inversores institucionales, por lo que los ingresos se destinan en mayor medida al consumo y aumenta notablemente la velocidad del circulante. El resto, si queda algo, se vuelca al blue y los dólares financieros como refugio de valor.

Para magnificar gráficamente el constante derrumbe, en el último Informe Monetario del BCRA se señala que en un entorno de tasas reales más elevadas, que para el caso de la tasa de interés de política monetaria ronda el 97% nominal y casi 154% efectiva anual, la base monetaria, ajustada por estacionalidad y a precios constantes, continúa contrayéndose en niveles históricamente bajos, que en términos del PBI marcan el menor nivel desde hace dos décadas. 

El agregado monetario M2 privado transaccional se ubica en 7,6% del PBI, según el Estudio Broda, muy por debajo del acumulado de la inflación y apenas triplicando al mínimo del 2,7% alcanzado en el gobierno de Mauricio Macri, cuando se desató la crisis económica en 2018.

Pero si bien la base sigue cayendo mes a mes en términos reales, eso no implica que la autoridad monetaria haya dejado de recurrir a la emisión, más bien lo contrario, pero el exceso de emisión se destina a los pasivos monetarios remunerados del BCRA, bajo la forma de Pases y Letras, que son las fuentes de financiación a las que recurre Economía a través de las licitaciones mensuales.

En efecto, los pases pasivos representan en pesos la mitad de la base monetaria, con $3,6 billones, pero lo realmente preocupante para el próximo gobierno es la bola de nieve que representa el saldo acumulado de las Leliq y Notaliq, que más que duplican a la actual base con casi $12,8 billones acumulados y que se renuevan mes tras mes.

Así como la mayoría de los analistas económicos y operadores financieros ven a esta deuda cuasi fiscal como alarmante para el candidato que gane las elecciones, el bajo nivel de monetización lo caracterizan como positivo, ya que tener una tasa tan baja de dinero circulante le asegura a la nueva administración la posibilidad de calentar la economía a su arribo si fuera necesario.

Si el que resulta ganador genera la suficiente confianza, presenta un programa económico creíble y demuestra una alta cuota de solvencia para alcanzar estabilidad, podría generar una alta demanda real de pesos en el mercado. 

Además, como no se espera una brusca caída del índice de inflación para los próximos meses, aumentar el nivel de dinero en empresas y personas le permitiría al nuevo Gobierno mejorar la recaudación impositiva que hoy está restringida por el alto nivel de inflación y la desaceleración en la actividad económica.

Si el electorado, y sobre todo el mercado, creen que el equipo económico de la administración entrante a partir del 2024 puede estabilizar las variables macroeconómicas, y sobre todo disminuir significativamente el IPC a lo largo del año próximo, la masa de dinero en circulación podría acompañar en forma positiva un nuevo ciclo de crecimiento.

De lo contrario, si por inercia o por desconfianza real no se logran controlar las expectativas de inflación futura, que para el Relevamiento de Expectativas del Mercado del BCRA ya asciende a una mediana de 161,4% para los próximos 12 meses, y la tasa de interés de los plazos fijos se mantiene por debajo del IPC esperado, la consecuencia inmediata sería una demanda aún menor de pesos y por lo tanto otra fuerte merma de la cantidad de dinero circulante.

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