Un solo candidato a gobernador por cada boleta presidencial, fue el compromiso de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en el comunicado del PRO que difundieron el lunes de la semana pasada.
El jefe de Gobierno, se sabe, ya había elegido para ese lugar a Diego Santilli; mientras que la ex ministra de Seguridad, según había aclarado una semana antes, tenía anotado al intendente de Lanús Néstor Grindetti, a su par Capitán Sarmiento Javier Iguacel y a Joaquín de la Torre.
Cristian Ritondo esperaba entrar a esa lista, tras dos años de campaña por la provincia de Buenos Aires, con viajes semanales, acuerdos con intendentes y encuestas que empezaban a entusiasmarlo.
Su incursión por la provincia como precandidato fue tras una dura disputa con Larreta, quien no le perdonó su impertinencia y lo sumó a su tensión con María Eugenia Vidal.
La ex gobernadora nunca dejó de ser jefa del diputado y se animó a desafiar a Larreta como candidata presidencial. “Si en marzo mido mejor que Horacio, lo enfrento”, se la escuchaba a findes de 2021.
El crecimiento de Bullrich cambió el escenario, porque se convirtió en una rival inalcanzable para cualquier rebelde. Fue la única beneficiada de la caída en las encuestas de Larreta después de sus triunfos en las elecciones legislativas.
Fiel a su estilo, Ritondo siguió su marcha como candidato sin que nadie lo detuviera. Elogió a Bullrich cada vez que tuvo una oportunidad, sin recordar sus peleas en 2020, cuando no aceptaba su liderazgo como presidenta del PRO.
“Hay que reconocer que el tiempo le dio la razón”, era su autocrítica, en referencia a la convocatoria a marchas para romper la cuarentena del Covid 19. En esos días, Santilli la llamaba para intercambiar insultos.
Fue la época de los “duros” y los “blancos”, luego rebautizados como “halcones” y “palomas”, para diferenciar a quienes se codeaban con la anarquía de derecha con los más dialoguistas.
Ritondo siempre se mostró cerca de los últimos y Bullrich supo cobrárselo. “En la provincia, iremos con lo propio hasta el final”, fue el mensaje interno de la candidata presidencial.
El diputado no fue incluido en la lista de propios, pese a los gestos que hizo el último mes. Se lo informó la ex ministra junto a sus armados, con la noticia de que el elegido era Grindetti.
Ritondo, que comparte con el intendente de Lanús la conducción de Independiente, no salía de su asombro. Esperaba llegar al cierre de listas con alguna chance de negociar, pero no le dieron esa oportunidad y con Vidal fuera de carrera, no tuvo como reaccionar.
Pesó, además, que la ex gobernadora no se pronunció a favor de Bullrich, como se esperaba, y simplemente renunció a todas las candidaturas tras un fallido intento por convencer a toda la dirigencia del PRO de retirar sus postulaciones y negociar todo otra vez.
Estaba influenciada por Mauricio Macri, arrepentido de haber retirado su candidatura, pero no fue escuchada por los presidenciables y no tuvo otra opción que salir del juego. Nadie la reclamaba.
Mucho más cuando Macri le dejó claro que tampoco la quiere para competir para jefa de Gobierno, una opción que había empezado a considerar.
Macri y Vidal, en definitiva, debieron aceptar que si no fueron elegidos en 2019 menos pueden ser alternativa en 2023. Quienes lo siguieron hasta último momento quedaron fuera de carrera.
Miguel Pichetto volvió a quedar fuera de todo por apostar a Macri y Ritondo hizo dos años de campaña en la provincia y no tiene destino, sólo por no despegarse de Vidal.
Bullrich y Larreta le sugieren repetir como cabeza de lista de la provincia de Buenos Aires, para ser jefe de bloque y manejar el Congreso en un gobierno PRO.
Ritondo no respondió. Esperará un tiempo para negociar algo mejor, o conformarse con seguir en el Congreso, pero sin que nadie se lo adjudique como jefe. No le fue bien siendo obediente a Vidal.