Hasta ayer, Camila trabajaba en una de las sucursales de la cadena de supermercados más importante de Tandil. Esta mañana la despertó el cartero con el telegrama de despido en la mano. Mañana, Camila cumplía su primer año de trabajo formal en relación de dependencia. “Es una práctica habitual”, le dijo la funcionaria del Ministerio de Trabajo de la Provincia, que la atendió en la delegación de 9 de Julio 860. “Te despidieron hoy para pagarte menos”, dijo mirando el telegrama y verificando que no había nada más que hacer.
La empresa, que a través de su nombre pomposo busca emparentarse con la monarquía, se ajusta a lo que establece el contrato de trabajo: “En caso de despido sin justa causa, el empleador deberá pagarle a la trabajadora una indemnización equivalente a un mes de sueldo por cada año de antigüedad o fracción mayor de tres meses, considerando la mejor remuneración del último año”. Habitantes de la sociedad de lo descartable, gerentes y patrones contratan empleados con fecha de vencimiento en los legajos. Con una inflación galopante, que ellos mismos sostienen y que todo lo devora, les resulta más económico pagar indemnizaciones antes que acumular antigüedades.
De su primer trabajo, Camila, se lleva como recuerdo una cicatriz profunda en el dedo índice de su mano derecha. Un accidente provocado por la cortadora de fiambre en una mañana de mucha demanda, cuando sin importar su falta de experiencia, le ordenaron trozar en fetas fiambres y quesos. Del problema que le causó en los discos lumbares, la descarga de cajones de frutas y bolsas de papas y cebollas, su juventud le permitirá reponerse con el paso del tiempo.
En marzo, para no ser pobre, se necesitaban 191.000 pesos. La semana queda marcada por corridas bancarias y disparadas del dólar. Los especuladores de la política y el mercado que engañan con discursos salvadores en la pantalla de la televisión, intentaron un golpe de estado financiero. Una lucha económica que no pasa solo por los medios, también se disputa en el bolsillo de los trabajadores. Es por eso que la CGT y los movimientos sociales rodearon a Sergio Massa para darle su respaldo. Este sábado empresarios, sindicalistas y movimientos sociales se sentarán a la mesa para darle forma al ordenamiento económico, evitar que haya desabastecimiento y controlar que se cumpla el acuerdo de precios.
Una investigación de la Licenciada Amalie Ablin, publicada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, cuenta la historia de las cadenas de supermercados: “En los ´80 el comercio se abrió a la inversión extranjera y se permitió el giro al exterior de las utilidades empresarias, lo que impulsó el arribo de cadenas internacionales de venta de alimentos”.
Con la fiebre de las privatizaciones y la auto regulación del mercado que impulsaron en los 90 Carlos Menem y Domingo Cavallo, capitales extranjeros compraron empresas ya establecidas en al país y paralelamente se registró un incremento de emprendimientos nacionales respondiendo al modelo de las empresas ya radicadas, que ampliaron la cadena de diversos modos: expandiéndose territorialmente; abriendo nuevos locales en las ciudades donde operaban, o comprando unidades independientes o pequeñas o medianas cadenas de negocios en otras regiones.
En aquellos años, las asociaciones de almaceneros intentaban en vano impedir que los gigantes terminaran haciendo bajar la persiana a los comercios de proximidad. Ciento de almacenes cerraron y en los municipios había un vacío legal para regular la llegada de las grandes cadenas. No había ordenanzas sobre zonificación, ni cantidad de metros cuadrados que podían ocupar, ni estudios de impacto ambiental.
En 1995 llegó a la Argentina el gigante norteamericano Walmart. También se incorporaron dos grupos argentinos: Coto y La Anónima. El primero, iniciado como red de carnicerías, se convirtió en una de las grandes cadenas nacionales. Abrió su primer supermercado en Mar de Ajó en 1987. Su estrategia se sustentó en precios bajos, dirigiéndose al consumidor de bajos y medianos ingresos. Siguiendo una expansión constante, amplió su red de locales en Capital y provincia de Buenos Aires llegando a tener 110 unidades.
La Anónima, cuyo nombre completo es Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, se inició en 1908 con campos con producción lanera, una flota de transporte terrestre y marítimo y almacenes de ramos generales que ya operaban como supermercados, de autoservicios. Actualmente está presente en 63 ciudades del interior del país y cuenta con un total de 116 sucursales. Opera los hipermercados La Anónima, los supermercados Quijote y los autoservicios Best.
Federico Braun, presidente de La Anónima y amigo del expresidente Mauricio Macri, es uno de los CEO más importante de Argentina y califica entre los empresarios más ricos del mundo según la revista Forbes. En junio de 2022, se rio de públicamente de 17 millones de argentinos que no llegaban a fin de mes. Una impunidad de clase que viene de larga data.
En su artículo “¿Quién es Federico Braun?, el dueño de La Anónima que se ríe cuando sube los precios”, el periodista Ariel Iglesias, revela que “la Anónima tiene ventas por más de $ 30.000 millones, emplea a 11.500 trabajadores y su dueño posee una fortuna de US$ 1.300 millones”. Los Braun están asociados con los Menéndez y son la cabeza de un grupo empresarial dedicado principalmente a la gestión de supermercados desde 1908.
Estas familias que hoy manejan el mercado de alimentos a su antojo, amasaron su fortuna con “la obtención de tierras en condiciones muy ventajosas, cuando no gratuitas, sumada a la capitalización creciente a través de inversiones diversificadas. Estos grupos familiares afrontaron un proceso de acumulación originaria en los distintos ciclos de la economía nacional e internacional”, sostiene Susana Bandieri, investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, en su investigación sobre “Estrategias económicas de los grupos familiares magallánicos en la Patagonia Argentina”.
En el lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner, ayer en La Plata, la vicepresidenta de la Nación, explicó que veinte empresas hacen el 74 por ciento de la facturación de lo que compramos en la góndola.
“En algunos casos, como en el caso de la leche por sachet, que es la que consumen los sectores populares, el 90 por ciento la produce una sola empresa, La Serenísima, Mastellone. Los fideos la empresa Molinos, que después de haberle comprado la unidad a Mondelez, maneja el 50 por ciento del mercado de fideos en la República Argentina. Entre Arcor y Mondelez el 60 por ciento en galletitas. Bimbo, que es de los mexicanos, el 80 por ciento del pan”, explicó Cristina Fernández de Kirchner.
A la alta concentración en la producción de alimentos, se suma la especulación supermercadista. Especulación que va desde vaciar las góndolas, contratar personal a plazo fijo, o evadir impuestos como detectó ARBA, en junio de 2022, en un operativo.
Respecto a la evasión fiscal, Cristian Girard, director Ejecutivo de ARBA, dijo en ese momento que “se detectaron irregularidades en el 23 % de las unidades revisadas”, en camiones de supermercados que concentran el 80 % de la facturación minorista total en la provincia.
Las infracciones se repartieron entre La Anónima, Coto, Carrefour, Jumbo, Chango Más, Nini , Monarca, Cooperativa Obrera y Toledo.
En este contexto, en ciudades medias como Tandil, el crecimiento económico de los empresarios es fácil de visualizar. Juan Carlos Bertolín, es el patrón tandilense de mayor visibilidad económica a través de su cadena de supermercados Monarca. De origen humilde, hoy ostenta una mega vivienda construida a metros de la estatua del pionero Juan Fugl, en el corazón de uno de los paseos públicos más emblemáticos de la ciudad, frente al lago.
Bertolín fue uno de los evasores que detectó ARBA el año pasado. Es también el que contrata personal a plazo fijo, como Camila, la joven protagonista de este relato. Una historia similar a tantas otras que como describe la investigadora de la Universidad de Cuyo, Cecilia Beatriz Soria, en su monografía “Indignados/as, resignados/as, trabajadores/as de supermercados”: “Las cajeras siempre se largan a llorar. La bronca aparece frente a las arbitrariedades por los cambios de puesto, la negación en el otorgamiento de un franco o fin de semana, como así también las injusticias por la distinción y el castigo”.
El retrato de un sistema cruel de trabajadores precarizados en lo psicológico, empresarios ricos y consumidores rehenes.