Vice-situdes 2023 - Política y Medios
30-11-2023 - Edición Nº5781

OPINIÓN

Vice-situdes 2023

Las Vice-situdes de la Vice son nuevamente impredecibles. Aún así, la adversidad del nuevo escenario, arroja escasas probabilidades de victoria.

Por: Nicolás Mujico - Politologo UBA- Maestrando en Defensa Nacional UNDEF

 

Finalmente, el silencio estratégico de Cristina se quebró. No le hizo falta decir nada. Los idus de este mes arrojaron un dato del 6% de inflación y el verano en que se discutía la candidatura de Alberto Fernández o Sergio Massa se nubló repentinamente. El Frente de Todos, vuelve a escuchar el Eco de victorias pasadas y se deja llevar. Sin embargo, nadie muere en las vísperas. Se sabía hace tiempo que ningún superministro había dado el salto del gabinete a la Rosada. Pareciera que, esta vez, no será la excepción. La inflación y el dólar van provocando su incansable desgaste, pero la intención de ver al presidente declinar su candidatura por parte de ciertos sectores, se mantiene en suspenso. En Argentina cualquier cosa puede ser presidente pero ser presidente no es cualquier cosa. La agenda del primer mandatario le permite salir de cualquier encierro que pretenden imponerle.

Volviendo un poco en el tiempo, en noviembre, nadie dudaba que Cristina fuera candidata. Quince días más tarde del acto del día de la militancia, ella misma bajaba su candidatura. Así de dinámica es la realidad Argentina. De pronto Alberto se re-catapultaba como en mayo de 2019. Sin embargo, Cristina dijo aquella vez dos cosas. “No voy a ser candidata a nada” (y hay que reconocer que la expresidenta siempre fue mujer de palabra). Luego, afirmó: “Voy a hacer lo que tenga que hacer”. Interpretar ese oráculo es la clave para comprender sus siguientes pasos.

Se sabe, que la noche posterior a aquella cadena nacional a principios de diciembre, hubo reproches y enojos a su entorno. Alrededor de Cristina ninguno le aporta votos (más bien todos le restan). Viven colgados de su destino político y aterrados por su retiro de escena. Cristina los hizo diputados, senadores, ministros, los envío a sus provincias a armar estructura política, forzó sus candidaturas y nada, nada y nunca nada. Con la sola excepción de Axel Kicillof y Mayra Mendoza, ninguno logró nada. Esta vez tampoco será la excepción, a pesar que la expresidenta, les dio permiso para que no pidan permiso para hacer política. La lógica de la corte se rige por la cercanía y todo se trata de la cómoda y sedentaria vida de palacio. Sin embargo, Cristina no parece creerles ni se embriaga con halagos acostumbrada como está a la obsecuencia que la rodea. Tal es así, que en 2019, decidió impulsar a Alberto, tomando como base para su reflexión los resultados electorales adversos que la realidad arrojaba en las provincias que disputaron elecciones de febrero a mayo de aquel año. Los votos los buscó bien lejos de su espacio político. Acordó con adversarios, sumó nuevos espacios y renunció a su propia candidatura a pesar de los 7 u 8 millones de votos que aun poseía. La única verdad es la realidad, y en función de ella, como una y mil veces sentenció, “hizo lo que tenía que hacer”. Hoy la situación es bien compleja. Dentro de su espacio político, solo Axel aporta desde el punto de vista electoral. Todos los demás restan, incluyendo especialmente su hijo. Por fuera de su espacio, tampoco existen demasiadas alternativas. Hay pocos votos que capturar en un mar excesivamente revuelto. La laguna en la zona SanCor en la que el Kirchnerismo no pesca, crece y se desborda a otras provincias aledañas. Las cuentas no dan. No se trata de quien mida más. También Carlos Menem era quien más media en 2003 al punto de vencer electoralmente a Néstor Kirchner. Se trata del día después, a la hora de enfrentar el inevitable Ballotage que pende como la navaja de una guillotina sobre la carrera política de una generación que no logra regenerarse para lograr una nueva victoria. Nadie muere en las vísperas, pero todos los hombres son mortales.

¿Qué estará viendo entonces la expresidenta? Efectivamente, si se trata de enfrentar la derrota, no hay mejor candidata que Cristina. En un escenario de colapso, es la única capaz de sostener un mínimo caudal de votos. En su momento, Raúl Alfonsín ofreció su nombre y su prestigio para salvar la ropa en 2001. Aún así no sirvió y -probablemente- el remedio resultó peor que la enfermedad. En 2017, Cristina misma tomó esa alternativa. Pero, ¿por qué CFK querría hacer semejante favor político a sectores del peronismo que la desprecian? No parece que esta sea la alternativa. Entonces, nuevamente ¿qué estará viendo la expresidenta?

Oficialismo y oposición se encuentran en una enorme dificultad: hallar la fórmula perfecta. La primera experiencia electoral del año, el 12 de febrero en La Pampa, muestra una particularidad. No hay peor estrategia para los candidatos provinciales, oficialistas u opositores, que mostrarse con las obelisticas figuras del centro de la escena nacional.

En ese sentido, la discusión del Vice que acompañe al candidato será trascendental. Casi tanto como quien encabeza la formula. La oposición Larretista o Macrista está en la búsqueda. Gerardo Morales se muestra como Vice del virtual candidato, Patricia Bulrrich tienta a De Loredo, Naidenof, al frente del bloque de Senadores de Juntos, propone a su futura esposa Losada. Todos los remedios son del mismo laboratorio. Los tres son radicales. Para el oficialismo, si es que aún puede hablarse de oficialismo sin hacer aclaraciones, es aún más difícil. La formula debe contentar a las tres figuras principales: Cristina, Alberto y Massa (probablemente en ese orden). La militancia del kirchnerismo parece centrarse en la búsqueda de recuperar centralidad para condicionar candidaturas tanto a nivel nacional como en las diferentes provincias. Sin embargo, el equilibrio que se debe encontrar es mucho más complejo. La fórmula debe reflejar, además, un nuevo tipo de relación entre Buenos Aires y el interior, quizá también, ser cuidadoso con la cuestión de género lo que implicaría una mujer en la formula y lo más difícil de todos, debe atraer votos. Probablemente sea más fácil, viajar en el tiempo que encontrar una fórmula exitosa.

Todavía nadie sabe quién será el candidato o candidata, pero no es menor saber quien reemplazará el lugar de Cristina en la formula. Nadie conoce aún la respuesta al oráculo. ¿Qué va a hacer cuando haga lo que tiene que hacer? La ambigüedad es un campo minado.

Las lecturas setentistas de ciertos sectores que hablan de proscripciones y que interpretan a Cristina como Perón y Alberto como Cámpora, son demasiada forzadas luego de 40 años de democracia. Parece más una puesta en escena que una realidad. Una excusa que, en definitiva, sirve para apretar enemigos internos. Mas de las ¾ partes del país no se interesan en lo mas mínimo en esa discusión que no perforó el sentido común de los argentinos.

“Hacer lo que tenga que hacer”, no significa reconsiderar la candidatura a la que expresamente renunció en diciembre. Desdecirse, sería iniciar una campaña en reversa. Cristina sabe que el 40 con diferencia de 10 es inalcanzable. Tampoco se hace ilusiones sobre una posible victoria en Ballotage. Para eso necesitaría que Macri sea candidato y, aún así, las recientes elecciones de Lula en Brasil muestran que no sería un paseo.  Más aún, existe la posibilidad que no haya un solo adversario que le ofrezca la posibilidad de una victoria. Tampoco parece que la Vice promoverá candidatos dado que las aventuras de Wado de Pedro recaudaron poquísimas adhesiones. Mucho menos que preste su nombre a un gobierno que, inevitablemente. lo defraudará política e ideológicamente. Descartadas estas posibilidades, queda aún el poder de veto. Si la persona más importante y poderosa del Frente de Todos no se presenta, tendrán que concederle por lo menos el derecho a vetar candidatos. Cristina se va y se lleva consigo a varios. Alberto podrá forzar su candidatura por la libre pero es demasiado peligroso. Lógicamente tiene que mentir y prometer que será candidato si quiere mantener una mínima gobernabilidad, pero es evidente que su embestida contra la Corte fue demasiado tímida y no fue creída del todo por la expresidenta. Todos subestimaron su encono hacía Comodoro Py y Magnetto en el Frente. El acuerdo con Cristina, en todo caso, va a tener más revisiones que el acuerdo con el Fondo. Todos parecen haber olvidado que hace solo seis meses gatillaron sobre la Vice presidenta y creyeron que la realidad política iba a dictarle a Cristina una posición resignada. El recuerdo de 2015 pesa en la memoria de quienes tienen pretensiones presidenciables. Todos saben lo que vale la bendición de Cristina y, más aún, lo que cuesta cuando no presta conformidad a una candidatura.

Las Vice-situdes de la Vice son nuevamente impredecibles. Aún así, la adversidad del nuevo escenario, arroja escasas probabilidades de victoria.    

 

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