Era de manual: después de negarse a aportar los votos claves para eliminar las primarias, Javier Milei empezó a recibir la presión de Juntos por el Cambio para asociarse en esa contienda. Al menos en la provincia de Buenos Aires, donde no hay ballotage y la división opositora es funcional al oficialismo del turno, aunque no siempre decisiva.

El radical Martín Tetaz fue el primero en pedirlo. Advirtió que un candidato a gobernador liberal de 10 puntos puede facilitar la reelección de Kicillof, quien en algunas encuestas exhibe un rechazo de más de la mitad de los bonaerenses.

La ecuación tiene lógica matemática, pero anticiparla en el verano sirve además para etiquetar a Milei como un aliado tácito del Gobierno y detener la fuga de votos desde JxC a sus filas, que de continuar podría permitir una elección de tercios.

Y en ese caso, ya no estaría claro quien sería el funcional al Frente de Todos, porque el liberal podría tener chances de llegar a un ballotage y hasta convertirse en el próximo presidente. Antes de leer una encuesta con ese escenario, Mauricio Macri ordenó un operativo para limar a Milei.

Lo lideró Tetaz, quien habla a diario con el ex presidente y supo tener feeling televisivo con el economista liberal, quien luego lo encasilló entre los socialdemócratas de JxC con los que no quiere cruzarse.

Otros candidatos a gobernador de JxC, como Joaquín de la Torre, creen que Milei golpea también al Frente de Todos y su crecimiento no debe asustar.

Pero hay quienes le advierten que ese es el principal problema, porque si cada vez más antikirchneristas lo ven con chances de ganar se lo van a tomar en serio.

Macri tiene buena relación con Milei, pero no puede evitar que le robe una parte de su electorado. Sobre todo, los más jóvenes.

Preocupado, sondea la chance de una alianza en la provincia con los liberales para compartir una primaria y llegar a octubre con chances de destronar a Kicillof y posicionarse para una segunda vuelta nacional.

“En 2015 fue clave para el ballotage el triunfo de María Eugenia Vidal. No podemos llegar con una derrota por culpa de Milei”, le planteó a Patricia Bullrich, en su casa de Villa La Angostura.

La ex ministra empezó los sondeos para acercarlos, pero por ahora no encontró eco en el economista. “Son un rejunte de miserables arrastrados por un cargo”, se escapó.

En el Frente de Todos no entienden como Milei no se animó a votar la ley que eliminaba las primarias, presentada en noviembre por el partido provincial que gobierna Río Negro.

Si aportaba sus 3 votos era ley y JxC no podría presionarlo para hacer una alianza bonaerense o para que baje su candidato después de la primera vuelta, como ya empiezan a sugerir algunos referentes.

Además, sin el testeo de las primarias los liberales podían irrumpir con una buena elección sin el riesgo de licuarse en las elecciones generales, como ocurrió con todas las terceras fuerzas desde que se vota dos veces.  Bullrich y Horacio Rodríguez  Larreta intentarán que los liberales tengan ese destino.

Macri logró persuadir a Milei de no eliminar las primarias y hasta consiguió que lo anunciara en uno de los ciclos de Todos Noticias que más reivindica el gobierno de Cambiemos.

Tal vez el liberal pensaba que tendría un descanso antes de sentir la primera presión de Juntos, pero en el verano quedó arrinconado.  

Su ruta no es fácil. Si en agosto queda lejos de JxC pero oscila los 20 puntos, un coro de dirigentes y activistas mediáticos le exigirá algún gesto, como bajar a su candidato a gobernador. Si cede, quedará desdibujado como líder. Pero resistirse no será fácil. Ya cayó en una trampa.