No lo piensan ni antes ni durante, y después es tarde: el dinero mal habido te transforma en un rehén - Política y Medios
27-07-2024 - Edición Nº6021

REFLEXIÓN

No lo piensan ni antes ni durante, y después es tarde: el dinero mal habido te transforma en un rehén

Es menester que las clases dirigentes entiendan que la corrupción y el engrosamiento ilícito de sus patrimonios no los lleva a ningún puerto.

Por Juan Saib, Agrupación Libertaria Rotas Cadenas.

Me pregunto siempre si los políticos piensan antes y durante su ejercicio del poder sobre las consecuencias del después. No me refiero a la condena judicial, ni siquiera a la condena mediática.

Pienso solo en que los dineros mal habidos te transforman, además de un delincuente, en un preso de tu espurio dinero. Si tenés millones de dólares robados y no los podés mostrar o comprar algo a tu nombre ¿qué sentido tiene?

Si te gustaría el mejor auto del mundo no lo podrías tener sin que te señalen con el dedo de “lo compraste con la mía”. Si con eso que tenés no te podés subir a un avión o ir a un restaurant sin que te escrachen, situación por la que terminas huyendo de todos lados.

Se transforman en ricos pobres porque la que robaron, no la pueden mostrar. No pueden tener cosas a su nombre, con lo cual la casa en el country la disfruta su testaferro.

No pueden andar en Rolls Royce y no pueden viajar todos los meses a usar su piso en Collins Avenue, porque primero hay que subir a un avión y luego ir al departamento que te presta tu testaferro.

Si te morís y dejas 5 millones de dólares a cada uno de tus hijos, ellos tampoco pueden mostrar demasiado. ¿Tener 1000 millones de dólares enterrados en tambores de plástico a lo Walter White y no los podés desenterrar para gastarlo en lujos y placeres?

Si encima de todas estas tremendas encrucijadas en las que te pone el dinero mal habido, resultas condenado y tenés la gracia del arresto domiciliario, estás detenido en mejores condiciones que en el penal de Marcos Paz, o sea sos un rey pero no te podés mover de tu casa ni para ir a comprar el diario a la esquina.

Sos un preso, no entre barrotes de acero, estas una jaula de cristal, entre algodones, con televisor, internet y visitas de todos tus amigos... Pero igual no podés salir.

En fin, robas creyendo resolver todos los problemas  de tu vida y de tu familia y te transformas en un rehén de la que robaste. No podés hacer visible tu patrimonio, pues el que muestra la plata muestra el culo e inmediatamente tenés que retirarte de dónde estás.

Entonces cuando llegues al poder, pensá que todo el dinero que te puedas llevar de nada te sirve. Ni siquiera podés elegir alargar tu vida, pues cuando llegó la hora no hay ningún dinero que te salve.

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