ENTRETELONES DE CASA ROSADA
“En Juntos por el Cambio hay ruidos y egos”, se lamentó en una entrevista Mauricio Macri, mientras esquivaba por enésima vez la pregunta sobre si será o no candidato presidencial.
Intentaba presentar su segundo libro, ¿Para qué?, un glosario de definiciones de medidas de Gobierno que considera necesarias para el crecimiento del país.
Un Macri al “estado natural”, sin el filtro de Marcos Peña, que imagina una desregulación de la economía total con la expectativa de que, esta vez sí, se produzca la lluvia de inversiones que tanto prometió cuando llegó a la Casa Rosada.
A diferencia de lo ocurrido en su anterior libro, una terapia sobre su fracaso presidencial con recuerdos frescos y cicatrices abiertas, esta vez los “egos” de los otros líderes de JxC impidieron que la presentación sea un acto partidario al estilo PRO.
No sólo eso: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich ignoraron su pluma e iniciaron la campaña electoral que los enfrentará en una primaria presidencial. Ninguno habló de los fragmentos de un posible best seller.
Larreta borró a Macri de la agenda mediática con una entrevista pautada para confesar que está de novio con Milagros Maylin, una funcionaria de la Ciudad.
La presión de su entorno se hizo sentir: no podía llegar a la campaña presidencial divorciado y con denuncias de infidelidad de su ex Bárbara Diez.
“Me enamoré y estoy muy feliz”, fue la escueta definición del jefe de Gobierno. De inmediato, habilitó la viralización de fotos juntos en actos de gestión. Eran muchas.
Bullrich no se quedó atrás y armó un virtual lanzamiento de su candidatura presidencial en Mar del Plata, donde el mundillo JxC se fue a pasar el fin de semana para participar del coloquio de IDEA.
La ex ministra exhibió su debilidad: sólo la acompañan ex funcionarios amigos y dirigentes del PRO de segunda línea enfrentados con intendentes y gobernadores.
Los pocos cargos ejecutivos que se destacan son los alcaldes Martín Yezza (Pinamar) y Javier Iguacel (Capitán Sarmiento), con vacación de competir por la provincia.
Con ellos apunta a una agenda de “mano dura” que capture el votante PRO que acompañó a Macri hasta 2019.
La ex ministra no dio el brazo a torcer: llamó a sus diputados afines para que ignoren el temario de sesión, que incluía dictámenes firmados por todos los bloques.
Cuando supo que se iba a votar la prórroga el registro de barrios populares, con 10 años de suspensión a los desalojos, publicó un tuit de rechazo.
Acusó a diputados del PRO que votaron de favorecer a “los okupas”. La mayoría eran cercanos a Larreta, quien no se quedó atrás y envió a su ministra de Desarrollo Humano María Migliore para respaldar la ley.
Además de una nueva confrontación con Bullrich, fue una manera de dejar claro que no coincide con incendiar el Ministerio de Desarrollo Social para que no haya desocupados cobrando planes sociales.
Un paso más hacia ese 70% de respaldo que imagina, que en verdad sólo excluye a quienes no acepten alguna de sus ofertas. Tiene una para todos.
La interna PRO está en marcha y Macri empezó a correrse: “Juliana no quiere segundo tiempo”, se justificó. Si decía otra cosa, el acto de Bullrich en Mar del Plata hubiera sido aún más deslucido y Larreta hubiera cantado victoria.
Larreta cree que se impone por la razón o por la fuerza de quienes financian las campañas electorales y manejan los resortes de poder en Argentina. Todos sufrieron con el abrupto final de Macri y no quieren una experiencia similar.
La ex ministra no se rendirá. Encuestas en mano, asegura que garantiza la firmeza y las convicciones que exige la sociedad. Empatiza con el votante rural, que siempre acompañó al PRO.
Los otros socios del Frente ya decidieron jubilar a Macri. Elisa Carrió se sumó a las denuncias de Facundo Manes por espionaje ilegal del ex presidente. Gerardo Morales se abrió, pero ya chocó mano a mano con él cuando fue necesario.
El jujeño, que al menos una vez a la semana recorre Buenos Aires con equipo de comunicación propio, parece empatizar con Larreta, quien lo nombró durante su presentación en IDEA. ¿Acaso lo imagina su jefe en el Senado? Son días de muchas proyecciones. La campaña ya empezó.
