ENTRETELONES DE CASA ROSADA
Los radicales que conocen y frecuentan a Facundo Manes no se sorprendieron cuando lo escucharon acusar a Mauricio Macri de fracasar como presidente y espiar a su tropa propia con agentes de la AFI.
No sólo escucharon acusaciones similares cada vez que hablaron con él, sino que en mayo tuvieron que convencerlo para que aceptara incorporar al documento final de la convención radical la ratificación de la alianza con el PRO en Juntos por el Cambio.
El neurólogo, que tiene a su hermano como presidente del principal órgano partidario, quería ignorar a los amarillos y dejar abierta la chance de competir en 2023 con la histórica lista 3 de la UCR.
Fue necesaria una trabajosa gestión de Alfredo Cornejo para que cediera. Gerardo Morales no hizo demasiado esfuerzo: unos días antes se había trenzado cara a cara con Macri, con acusaciones parecidas a las que le hizo el neurólogo.
“Con vos, si querés, hablamos después solos”, llegó a amenazar a Macri el jujeño, en la última reunión de la mesa del partido, molesto porque decía que usaba periodistas amigos para acusarlo de pactar leyes con Sergio Massa.
Manes y Morales, los radicales que quieren ser presidente, comparten una hipótesis: negar el fracaso de Macri como presidente complica una campaña electoral de la oposición y hasta alienta una migración a terceras fuerzas.
Además, sostienen que sin un choque de frente con Macri tarde o temprano serán víctimas de sus operaciones mediáticas, judiciales o hasta de persecuciones físicas. Lo mejor es advertirle que no se la dejarán intimidar y lo acusarán de cualquier ataque que reciban, sea o no culpable.
El neurólogo, que no hizo política cuando Cambiemos fue Gobierno, es más drástico respecto al futuro de esa alianza: sólo imagina un país gobernable sin la grieta entre Macri y Cristina como eje de los debates públicos. Por eso los iguala en su análisis.
Morales y Martín Lousteau, aliados después de desangrarse por el control del comité nacional, se despegaron de los tonos de Manes, necesitados de no romper filas con el PRO para sostener los armados en las provincias con feudos peronistas.
El neurólogo sí obtuvo respaldo del Comité provincia de la UCR, presidido por Maximiliano Abad y responsable de lanzarlo a la política. Pero tienen un problema: mantienen una sólida alianza con el PRO en cada distrito y no la pueden dilapidar por problemas de superestructura. Manes, además, se niega a competir por la gobernación y los obliga a ser rehenes de la interna entre Diego Santilli y Cristian Ritondo.
A Manes le parecen peleas menores. Su tesis es que si Macri controla cada resorte del partido que fundó, Horacio Rodríguez Larreta dependerá de él aún siendo presidente electo y no habrá radical beneficiado con ese esquema.
Como diputado, el neurólogo ignora la agenda de los halcones y hasta se negó a firmar el proyecto de juicio político a Alberto Fernández por afirmar en televisión que el ex fiscal Alberto Nisman se suicidó. “No me van a llevar al arrastre”, les dijo a sus pares de la UCR.
Morales tiene un diagnóstico similar sobre la toxicidad de Macri, pero cree que puede revertir el liderazgo del ex presidente cuando habrá otro dilema a resolver antes del cierre de listas: cuán lejos pararse de Javier Milei.
En esa batalla, el jujeño imagina a un Larreta capaz de romper con Macri, escoltado de radicales que lo acompañen y con Lousteau como jefe de gobierno.
Manes no cree en esas alquimias. O no le interesan. Pide que la UCR esté al frente de un proyecto político o testigo de otro fracaso de la historia. Y ese proyecto, entiende, sólo es viable con Macri lejos. Por ahora está solo. Sólo por ahora.
