
Desde 1983 a la fecha, la democracia se fue consolidando. La transición fue protagonizada por los dos grandes partidos que más representación lograron en el siglo XX. Luego tras el Pacto de Olivos, el colapso del 2001 y la declinación electoral en el orden nacional por parte del radicalismo (que hoy intenta recuperar terreno), fue el turno de la aparición de nuevas agrupaciones y, a su vez, la consolidación de una constante: la incorporación de outsider para captar votos y seducir a veces con un discurso anti-política, a los apáticos electores que no se sienten representados por los aparatos partidarios.
Actualmente, Javier Milei es la novedad. Sus gritos, sus pelos y sus sorteos, aparecen como un tridente temible. Lo nuevo, sin embargo, hace parte de una ya larga tradición de 3 décadas.
En la década del 90, junto con el neoliberalismo, apareció una cierta visión que interpretaba a la arena electoral como escenario de un “mercado político”. Esta situación, junto con el debilitamiento de los lazos partidarios, trajo aparejada la necesidad de hacer más atractivas las ofertas electorales para atrapar más votos.
El primer caso, fue quizá Palito Ortega quien con mucha inteligencia enfrentó exitosamente al genocida Antonio Bussi y logró la gobernación de Tucumán. Su carrera política incluyó su elección como senador y la candidatura a Vice-Presidente secundando a Eduardo Duhalde en 1999.
Un caso más exitoso aún, fue la aparición de Reuteman. El "Lole" inició su camino político de la mano del presidente Carlos Menem. Su carrera incluye dos periodos como gobernador (1991-95/1999-2003) y nada más ni nada menos que 22 años en el senado de la nación. Nada mal para alguien que no venía de la política. En 2002, todo indicaba que de la mano del oficialismo encabezado por el cabezón Duhalde, podía ser el futuro presidente de la nación, sin embargo vió algo que no le gustó y que jamás contó dejando abierto el camino a la presidencia a Néstor Kirchner.
Daniel Scioli, conocido motonauta, se inició en política también de la mano de Menem. En 1997 reavivó el peronismo porteño logrando 480mil votos que lo llevaron a la Cámara de Diputados a pesar de no hacerle sombra al más de millón de votos que obtuvo Carlos Chacho Álvarez en aquella elección. Nuevamente diputado en 2001, tuvo sus primeros acercamientos al gabinete con Rodríguez Saa ocupándose de la cartera de deportes y turismo para finalmente acompañar a Kirchner como su vicepresidente en 2003. Híper activo, se catapultó desde la vice presidencia a la gobernación de la provincia de Buenos Ares calcando la estrategia de Duhalde y Ruckauf. Candidato a Presidente, ganó las PASO y la elección general pero no logró la mitad mas uno en el ballotage. Nuevamente diputado en 2017, embajador del gobierno actual, fue una breve esperanza entre abril y julio del corriente año y se mantiene levemente vigente desde su lugar en Brasil
Estos casos comparten una cosa en común: tres hombres respetados, ídolos de la cultura y el deporte, que se suman al peronismo fortaleciendo su propuesta electoral logrando dilatadas carreras políticas y armados políticos propios.
El radicalismo, por su lado, se opuso al vedetismo. Lo más cercano fue Luís Brandoni quien no podría ser juzgado como outsider dada su larga trayectoria gremial. Nito Artaza fue, quizás, lo más extraño y Lidia Satragno (Pinky) pudo haber sido el punto de inflexión en aquella elección de 1999 que terminó con una frustración que puso fin a su naciente carrera política luego rescatada por el PRO. Actualmente, los radicales lo intentan con Facundo Manes con éxito relativo.
El Kirchnerismo, por su parte, se nutrió en varias oportunidades de personajes famosos, pero intentando dejarlos en un segundo plano. Quizá el caso más famoso fue el de Camau Espínola quien luego de sus múltiples medallas olímpicas se lanzó a la intendencia de Corrientes en 2009 con una victoria que le abría el camino a la gobernación en una provincia siempre difícil. Tan difícil que, en una elección muy cuestionada, perdió por apenas un puñado de miles de votos. Su carrera continuó como Secretario de deportes y Senador de la nación, diluyéndose en parte. La lista, sin embargo, es larga: Acero Cali -quien presidió el concejo deliberante en Escobar-, Fillol, Nacha Guevara, Susana Rinaldi, Marziotta, han engrosado las listas sábanas del peronismo en estos últimos años con diversa suerte. A veces como relleno en listas de diputados y otras ocupando cargos. Matías Lamens es, quizá, quien mayor suerte y protagonismo tuvo en este último tiempo saltando de la dirigencia deportiva a la política.
Ante el relativo abandono del farandulismo, y ante el vacio electoral dejado por el Menemismo, Mauricio Macri aparece como la mejor y más exitosa expresión de este fenómeno. Veinte años le tomó acceder a la presidencia y una larga militancia que le borró además de los bigotes, el amateurismo político que representaba allá por 2003 cuando se lanzó a la captura de la ciudad perdiendo con Aníbal Ibarra. La construcción de un partido propio en la ciudad, avanzando sobre el vacío dejado por el radicalismo y la alianza, le permitió ganar la ciudad en 2007 y nunca más perderla, pero necesitó de la ayuda de la UCR para cruzar la General Paz que representaba una verdadera muralla a sus pretensiones políticas.
Alrededor del PRO, otros casos que asomaron con bastante existo fueron los de Miguel Del Sel, a nada de ser gobernador de Santa Fe, Baldazzi, diputado por córdoba en varias oportunidades, Javier Castrilli, quien no tuvo tanto suceso como si lo tuvieran sus fallos arbitrales, Diego Valenzuela, actual intendente de 3 de Febrero y el cocinero Martiniano Molina quien lograra desplazar brevemente al peronismo de Quilmes.
Hubo, por supuesto, casos que no fueron tan afortunados. Moría Casan y Zulma Faiad protagonizaron una interna que fracasó aún peor que la intentona de Cinthia Fernández, quien nadie recuerda bien porque es tan famosa. Amalia Granata, dentro del rubro modelos, es quien aparece con mayor suerte logrando ser diputada provincial en Santa Fe.
Nadie se priva de intentarlo una vez que la cámara los enfoca. Los outsider son siempre quienes más minutos de televisión obtienen. Extraña forma de cuestionar el sistema. Sin embargo, cabe decir que no es un fenómeno que ocurra solo en Argentina. Jair Bolsonaro y Donald Trump son los ejemplos que se agitan para asustar a la ciudadanía cada vez que habla Javier Milei, sin embargo son ejemplos muy disímiles. El sistema político Brasilero no tiene la solidez que tiene el del país del norte. Donald Trump, al igual que muchos artistas citados en este artículo, finalmente salta a la política de la mano de un partido tradicional con más de 150 años de vida. Argentina, por supuesto, no tiene un sistema político ni de partidos tan consolidado como el de Estados Unidos, sin embargo 40 años de democracia, un partido centenario, otro cercano a las 8 décadas más y un joven partido que el año que viene cumplirá 20 años, nos permiten pensar que un líder político (por más escandaloso que resulte), no logrará el éxito si no es acordando con alguna alternativa política ya existente. De las tres citadas, solo el partido de Macri-Larreta podría abrirle las puertas y, aún así, sin la pata radical, Cambiemos se convierte en PRO, es decir, cosa de porteños con enclaves en algunas capitales provinciales.
El auge del economista luego de la elección del 2021 y ante la posibilidad de debacle del gobierno tuvo su ápice. Luego, en la medida que se dilató la revolución libertaria, comenzó a declinar. Actualmente pelea por recobrar impulso. El “mercado político” se encuentra en cierta medida saturado y la posibilidad de dispersión electoral es menor en la medida que se reordenan los jugadores.
Por otro lado, dos años de militancia para que otro sea diputado es una mala inversión para quienes viven en base a la racionalidad económica. Una inversión cuyas regalías no ocurren rápidamente es, de alguna manera, un gasto. La libertad, en definitiva, es probable que no avance. El destino del ya no tan joven economista, está en manos de la casta con la que deberá acordar para que su predica tenga sustento.