Macri y Carrió son los jefes de Juntos por el Cambio - Política y Medios
11-05-2025 - Edición Nº6309

LA INTERNA, DESDE ADENTRO

Macri y Carrió son los jefes de Juntos por el Cambio

El ex presidente y la líder de la Coalición Cívica mandan en la oposición y lo demostraron en la negociación por el documento de repudio al intento de homicidio a CFK que se aprobó en la Cámara de Diputados.

Por: J.Nye

 

Mauricio Macri y Elisa Carrió mandan en Juntos por el Cambio y lo demostraron en la negociación por el documento de repudio al intento de homicidio a Cristina Kirchner que se aprobó en la Cámara de Diputados.

Se hizo lo que ellos quisieron: Macri frenó la resolución que buscaba imponer el Frente de Todos, con alusiones a los medios, la política y la justicia. Y Carrió ordenó a los suyos terciar para que hubiera sesión, cuando Patricia Bullrich amenazaba con bloquearla.

La UCR corrió de atrás para alcanzar un documento de repudio y lo logró. Gerardo Morales, presidente del partido, lo pidió en un comunicado y lo negoció con los dos jefes radicales de Diputados: Mario Negri y Rodrigo De Loredo.

En el PRO había mucha resistencia a participar de la sesión, que consideraban "una trampa". Era viernes y no había viajado nadie a Buenos Aires desde provincias lejanas. Y los de la región metropolitana no estaban interesados en acercarse.

Bullrich, quien nunca se solidarizó con Cristina, presionaba para dejar las bancas vacías, emitir un comunicado e irse rápido. 

El jefe Cristian Ritondo, cercano a María Eugenia Vidal, no pensaba lo mismo. Se había solidarizado con la vicepresidenta minutos de conocerse el fallido disparo en la cabeza de Cristina se solidarizó por TV. Creía que una sesión de unidad no era tan grave. 

Macri sí emitió un tuit ese jueves y entendía que algo había que hacer, pero de ninguna manera quería que se aprobara el proyecto presentado por Cecilia Moreau, que repudiaba "los discursos del odio" y "la violencia política". En los fundamentos, se les adjudicaba estas acciones a los medios, la justicia y sectores políticos. 

El ex presidente los leyó desde Ruanda, donde participaba de una actividad de la fundación FIFA, y activó el roaming para presionar. “¿No vas a votar ese texto no?”, interpelaba.

Carrió jugó su mano a mano con Bullrich, a quien viene enfrentando hace varios meses con denuncias fuertes, como la de haberla mandado a espiar cuando tenía a cargo su custodia.

Con el panorama enredado, Lilita encontró el momento para atacar a la jefa del PRO y ordenó a sus dos laderos Juan López y Maxi Ferraro jugar a fondo para que haya acuerdo.

La Coalición suele tener el rol de terciar en los debates entre halcones y palomas, pero casi siempre se inclina por los primeros, por el rol de intransigentes que tienen figuras como Mariana Zuvic y Paula Oliveto, tan antikirchneristas como Fernando Iglesias.

Carrió las apartó y mandó a López y Ferraro a negociar. Bullrich presionó como nunca a Gerardo Milman, segundo de Ritondo, para dejar las bancas vacías y sólo fue posible un consenso si asistían a la sesión las autoridades de bancada y algunos más.  

La mayoría de los PRO que ingresó son cercanos a Horacio Rodríguez Larreta y sólo una comitiva es fiel a Macri. Lilita envió a su dupla de autoridades, pero les pidió que no hablaran. 

Bullrich no se rendía y ordenó al PRO a retirarse después de votar para no poner la cara a agresiones que no llegaron. Se olvidaron que Máximo Kirchner no suele hablar desde que abandonó la jefatura de bloque. Esta vez ni fue.

A excepción de Milman, los diputados cercanos a Bullrich no se asomaron al recinto y Carrió se la cobró: al salir, López habló con C5N y dijo que la jefa del PRO “tiene la violencia como opción”.

Los halcones de Patricia no tardaron en exigirle una disculpa que no llegó. Sólo una aclaración de que no quiere romper Juntos.

Se trata, en tal caso, de acomodarlo a gusto de Macri y Carrió, los únicos líderes del espacio que no confrontan entre sí.

Se unen con la misión de acomodar las piezas de la segunda línea, que es donde están los confesos candidatos presidenciales.

Macri apoya a Bullrich en público, la respalda en sus peleas con Larreta, a quien no le perdona haberlo ignorado en el último cierre de listas. Pero permite que Carrió la humille. Jamás la defiende.

A la UCR no la trata bien ninguno de los dos, pero Morales juega su partido con Larreta. Lo sigue Martín Lousteau, confiado en ser jefe de Gobierno.

El final es impredecible. ¿Una colisión en la que todos pierden y Macri la salva con su candidatura? Tal vez se trate de eso.

O sólo de lograr que quien llegue a una candidatura presidencial lo haga condicionado. Y no se olvide de pedir permiso.

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