El Gobierno se renueva para cambiar las expectativas y agilizar la gestión  - Política y Medios
26-07-2024 - Edición Nº6020

ACTUALIDAD

El Gobierno se renueva para cambiar las expectativas y agilizar la gestión 

El ingreso de Sergio Massa como ministro de Economía y los nuevos funcionarios al Gabinete se plantea como una salida a la crisis política, financiera y cambiaria que azota al país. La apertura de Alberto y Cristina para consolidar el Frente de Todos de cara al 2023. 

Por Patricio Ballesteros Ledesma 

 

 

Esta vez los trascendidos jugaron a favor, el blue y los dólares financieros cayeron en picada. El ilegal se quedó manso en $314 por unidad, mientras que el CCL cerró a $321,9 y el MEP a $298,15. Una buena para empezar. También subió la Bolsa, los ADR y bajó el riesgo país. 

Todo puede cambiar en los próximos días, como siempre, pero a diferencia de la estampida que provocó la salida intempestiva del exministro Martín Guzmán, que no logró calmar en nada el ingreso de su sucesora Silvina Batakis, la reacción del mercado a la llegada de Sergio Massa al Ejecutivo suena a bienvenida. 

Tras un intento fallido de incorporarlo hace un mes, finalmente el presidente de la Cámara de Diputados llega al Gobierno con un cargo a la medida de sus aspiraciones y de las necesidades operativas de la gestión: ministro de Economía, Desarrollo y Agricultura. En el pasado, las tres áreas funcionaban bajo esa órbita. 

El martes próximo habrá sesión en la Cámara Baja para aceptarle la renuncia (aunque puede pedir licencia), y elegir a su reemplazante que debería retener el oficialismo, aunque hay un macrista en la línea sucesoria. Se pensó en Carlos Heller y José Luis Gioja, pero al optar por una mujer surgió con fuerza la vice jefa de la bancada oficialista y referente del Frente Renovador, Cecilia Moreau. 

Massa será un ministro coordinador de Economía o un “superministro”, como marcan experiencias anteriores de suma de poder en ese puesto, sin embargo no es economista como aquellos, lo suyo es la búsqueda de acuerdos, las reuniones con todos y la “muñeca” política. Su expertise con los números no es lo que lo lleva al cargo, aunque lo tenga. 

De la Cámara Baja a la alta política 

 

Su llegada a factores de poder político y económico en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, pero también su cintura política para tejer alianzas con gobernadores, empresarios, sindicalistas y legisladores locales propios y ajenos es su valioso capital a los ojos de todos. 

Desde la dirección ejecutiva de la ANSES durante las presidencias de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner (2002-2007) hasta la actual gestión parlamentaria, se puede seguir su eficacia en el desempeño de las diferentes posiciones y la evolución de su ambición política. 

Quiso ser intendente de Tigre y fue votado, por casi un año ofició de jefe de Gabinete de la Nación al reemplazar a Alberto Fernández tras las crisis del campo, luego volvió al pago chico a completar su mandato y en 2011 fue reelecto al frente de la sede municipal.  

En 2013 fue elegido como diputado nacional por su agrupación Frente Renovador, cargo que ocupó hasta 2017 y dos años después, aunque su objetivo era presentarse en las elecciones generales como candidato a Presidente, en la segunda vuelta prefirió sumar sus votos al Frente de Todos y resignó su aspiración para el futuro. 

Su alianza con Cristina Fernández, como vicepresidenta y presidenta del Senado y el candidato elegido para ocupar el sillón de Rivadavia, no sólo le aportó a la coalición electoral casi 6 millones de votantes sino además un presidente de Diputados que tenía más coincidentes que detractores. 

Tras ganar las elecciones de 2019, y a pesar de tener un caudal electoral propio muy superior al que podría atribuírsele a Alberto Fernández como líder político, Massa tuvo que acomodarse a un reparto de cargos y funciones en el que sus seguidores no resultaron convidados.  

La segunda es la vencida 

 

Por eso, hace un mes y ahora nuevamente, cuando la oportunidad llamó a su puerta, la condición para ingresar al Gobierno con funciones ejecutivas fue no sólo asumir un cargo sino tener una cuota de poder real y rodearse de funcionarios de su entorno. 

En aquel fin de semana, y ante la urgencia de tener a Economía sin conducción, ni Alberto ni Cristina aceptaron esas prerrogativas y prefirieron buscar alternativas en sus propias filas. Pero en política siempre hay virajes, y nuevas oportunidades. 

Las cenas de los sábados entre el Presidente y la Vicepresidenta en Olivos parecen haber rendido sus frutos, así como los más frecuentes encuentros de Massa con cada uno y con ambos. La elección de los cargos ejecutivos estratégicos que lo acompañarían ya no era un tema excluyente sino debatible, y el lunes próximo presentará a su equipo. 

Aunque asistió a la asunción de Silvina Batakis, ex funcionaria de Daniel Scioli durante su gobernación, la presencia de ambos bajo su esfera no hubiera sido posible por los hechos ocurridos en su vivienda familiar por aquellos años y sobre los que él y su mujer responsabilizaron al ahora ex ministro de Desarrollo Productivo. 

También es cierto que si un ministro entrante llega para cambiar la dinámica en forma urgente, la adaptación o desacuerdos con sus subalternos pueden dilatar la toma de decisiones en lugar de agilizar la gestión.  

Y ni que hablar si se decide unificar a tres ministerios para reorganizar las áreas económicas del Gabinete, con el objetivo de alcanzar un mejor funcionamiento, coordinación y gestión, según expresó el propio Presidente en un comunicado. 

Renuncias y designaciones minuto a minuto 

 

El primero en presentar su renuncia fue Gustavo Béliz, como secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, un incondicional hasta ahora del Presidente. Será reemplazado en su cargo por Mercedes Marcó del Pont, que deja la titularidad de la AFIP y asume un hombre de la casa, el contador Carlos Castagneto, fundador de Kolina y exviceministro de Desarrollo Social de Alicia Kirchner. 

Batakis entonces deja Economía y pasa a presidir el Banco Nación que hasta ahora lideraba Eduardo Hecker, mientras que Daniel Scioli abandona el Ministerio de Desarrollo Productivo y vuelve a Brasil como embajador. Por su lado, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca Julián Domínguez renunció a su cargo y, por estas horas, aún no se conoce su remplazo ni su permanencia en otra función.  

Tras barajar y dar de nuevo, las cartas están echadas y el juego continúa. Tras la crisis política del último año y en un contexto de debilidad financiera y cambiaria, en el Gobierno apuestan a calmar las desavenencias internas, despejar la incertidumbre general y enfrentar la estocada opositora.  

Todavía restan muchos meses de mandato y, en un mundo complicado por la guerra, la inflación en alimentos y energía, con crisis políticas generalizadas y desastres climáticos globales, los desafíos actuales exigen decisiones acertadas. 

Así como este sismo de gran magnitud provocó unas horas de vértigo, la desesperante situación socioeconómica de millones de argentinos debería movilizar, ya no sólo a los manifestantes en las calles reclamando, sino sobre todo a los integrantes de la coalición que ahora se consolida en la gestión pública. 

Que la renovación sea real más que formal 

 

Ya se atendieron las necesidades del FMI, de la pandemia, de los exportadores, de los inversores, de los empresarios, de los sindicatos, de las corporaciones y las pymes, de las economías regionales y de algunas organizaciones sociales.  

Es cierto que se necesitan dólares, nadie lo pone en duda, pero el combate a la inflación especulativa todavía está pendiente. Porque los pesos en las manos de los sectores relegados y con menos posibilidades de ganar lo suficiente para subsistir con su trabajo también escasean. 

Esta semana el Presidente anunció un bono “aguinaldo” de $11.000 en agosto para 1,2 millón de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo, que cobran el doble de ese monto como contraprestación del programa social.  

También está previsto para el mes próximo un aumento del salario mínimo, vital y móvil que tendrá su impacto y montos extra de $9.000 a $18.000 en la Tarjeta Alimentar, según prestación social y cantidad de hijos. 

Lo de un ingreso básico universal surgió hace meses como un proyecto alternativo al refuerzo de ingresos y al IFE, que rápidamente resultó impracticable desde una visión contractiva del déficit fiscal. Ahora se habla de un complemento de ingresos para un universo de 4 millones de personas.  

Encarar la puja distributiva es un factor clave 

 

No es suficiente, no incluye a todos los potenciales beneficiarios, pero peor es nada. Algo más grande, más abarcativo e incluyente debe surgir, cuanto antes mejor. La renovación en el Gobierno podría capitalizar su nombre y aportar ideas frescas, superadoras, contundentes. 

La Argentina está creciendo a una tasa que rondaría el 4% anual, que podría ser mayor aunque el acuerdo con el FMI pone ese límite, en un mundo que apunta a la estanflación, pero en el país se acumuló 36% de inflación en el primer semestre. 

Si se consume a nivel interno el 70% de lo que se produce, no hay nada más dinamizador de la economía que orientar los esfuerzos a las actividades más extendidas y con mayor impacto positivo en la población. 

La puja distributiva ocurre cuando se crece al 10% o al 4%, pero no hay derrame real y en este último caso, además con una participación decreciente del trabajo frente al capital, menos ganan más y la mayoría, lejos de empatar, pierde.  

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