No todos lo saben, pero el gas natural se extrae del yacimiento como un subproducto, o al mismo tiempo que el petróleo. Y lo que tampoco está muy difundido es que, cuando en verano cae la demanda del primero, en los pozos que sí necesitan una extracción constante de crudo para combustibles, el gas se ventea (se libera al aire sin monetizarlo, se pierde en la atmósfera) e incluso con quema de flama.
Esto ocurre en la Argentina con regularidad, por limitaciones técnicas, normativas y económicas en las explotaciones hidrocarburíferas, aunque libera enormes cantidades de CO2, tiene efectos nocivos en el ambiente por la combustión del metano y va en contra de los objetivos de descarbonización.
El problema es que en inverno, cuando la demanda de gas aumenta, no hay capacidad para abastecerla con la infraestructura existente, no por falta del fluido sino porque los gasoductos actuales están a tope. Por eso, finalmente se está construyendo el troncal Néstor Kirchner y sus derivados, pero habrá que esperar por lo menos a fines del año próximo para cambiar en parte esta realidad.
Durante años se destinaron miles de millones de dólares para importar gas de Bolivia y depender del suministro eléctrico de países vecinos para solventar las carencias (aún con los sucesivos cortes), en lugar de invertir esos fondos para generar nuevas infraestructuras para no caer en la dependencia e inseguridad energética actual.
La balanza energética del país es deficitaria y llevará muchos años cambiar esa situación. Sin embargo, hubo un tiempo en que la Argentina tenía superávit en esta materia y exportaba, incluso a los que ahora son sus proveedores y aliados.
La importación de GNL es todavía un problema más serio, porque su demanda y precio internacional subieron en forma exponencial desde la invasión rusa a Ucrania. En lo que va del 2022, el Gobierno apenas importó 9 cargamentos y gastó el 75% del monto total invertido el año pasado (US$1.092 millones por la carga de 56 buques).
Mientras tanto, para que haya suficiente gas natural para calentar los hogares que tienen red en invierno y para las industrias, muchas de ellas con contratos interrumpibles a favor de la provisión domiciliaria, y para no destinar una mayor parte del vital fluido como insumo para generar electricidad, el Gobierno debe negociar todos los años con sus países vecinos. Y 2022 no ha sido la excepción.
[La electricidad desde Brasil está garantizada]
“Lo que logramos con Brasil y Bolivia le da a la Argentina mayor certeza y tranquilidad en el campo energético”, resumió el ministro de Economía Martín Guzmán al terminar la reunión bilateral el viernes pasado en San Pablo.
Se refería a la negociación y el acuerdo firmado con el ministro de Minas y Energía de Brasil, Bento Albuquerque, por el que el país vecino garantizará el volumen de energía eléctrica necesaria para los meses que van de mayo a septiembre, por lo que se podrá liberar parte del gas utilizado en las centrales térmicas para otros usos. Las centrales hidro, con las recientes lluvias, también harán su aporte en esta línea.
“Este anuncio, junto al entendimiento con Bolivia vinculado al suministro de gas, nos dan un horizonte para este año de mucha mayor certeza en el campo energético y la posibilidad de dar más previsibilidad sobre la posibilidad de satisfacer la demanda”, remarcó el titular del Palacio de Hacienda.
Un día antes, Guzmán estuvo reunido en la Casa Rosada con el ministro de Hidrocarburos y Energías de Bolivia, Franklin Molina Ortiz, y ambos acordaron el suministro de gas en volúmenes significativos para el país durante el resto del año.
“Se logró un acuerdo positivo que da previsibilidad y mayor tranquilidad en un contexto de crisis energética internacional. Los volúmenes acordados garantizan la fluidez del sistema en todo el norte del país y dan certeza a toda la demanda”, comentó el ministro argentino al concluir ese encuentro.
El convenio firmado por ambos gobiernos, y que será pormenorizado entre YPFB e IEASA, implica la provisión de 14 millones de m3/d de gas firmes durante el periodo invernal, junto a un compromiso de priorizar el suministro de volúmenes adicionales por hasta 18 millones de m3/d a la Argentina en función de la disponibilidad.
[Bolivia proveerá gas a precios convenientes]
Los precios del gas a aplicar a este acuerdo tendrán un esquema por el que la Argentina pagará el precio vigente en la adenda de 2021, entre US$7 y 9/MMbtu por un volumen de hasta 8/10 millones de m3.
Por el excedente de ese máximo establecido, el precio será ajustado trimestralmente de acuerdo a la fórmula PCDA=Brent * 10,5% (cerca de US$18 el millón de BTU), lo que arrojaría un precio promedio ponderado de US$12,18 por MMbtu por el tramo firme del acuerdo.
El secretario de Energía Dario Martínez, que también participó del encuentro, aseguró que “este acuerdo, de por sí muy bueno, resalta más aún en el contexto internacional de incertidumbre, escasez y precios exorbitantes de la energía. Es un paso adelante, con volúmenes y precios muy convenientes para el país”.
Para el funcionario argentino, el precio promedio que se acordó es altamente conveniente para el país, rondando los US$12/MMbtu, ya que el precio internacional del GNL más que lo triplica y el del gasoil más que lo duplica.
Además, en la reunión que mantuvieron Alberto Fernández y su par de Bolivia Luis Arce, el presidente argentino manifestó su voluntad de propiciar las condiciones para avanzar en una mayor interconectividad eléctrica entre ambas naciones.
La gran incógnita persiste con el gas natural licuado que la Argentina necesita importar y cuyo precio internacional estaba a poco más de US$8/MMBTU en 2021 y ahora va camino a los US$40 como derivación del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. A esto se suma la necesidad de fueloil y gasoil, que también es provista desde el exterior y cuyos precios también están en alza.
El mundo vive una crisis energética, en el medio de una transición hacia las fuentes renovables, tras una pandemia sanitaria de dos años y con una guerra en Europa desde hace un mes desatada por una potencia estratégica en esta industria. La Argentina no está exenta y su gran problema es la disponibilidad de divisas para comprar lo que le falta antes de que sea tarde.