Termina otra semana de secuencias que parecen repetirse en Casa Rosada. Sucesos que, a la hora de remitirse a los hechos concretos, no parecen conducir a ningún cambio efectivo que colme las expectativas y calme las incertidumbres. Son los propios habitantes temporales del palacio gubernamental los que dicen, un poco en broma y un poco en serio: “parece que estamos en estado de reunionismo permanente”. El lunes todavía flotaban en el aire húmedo de Balcarce 50 las palabras improvisadas de Alberto Fernández en la Televisión Pública el domingo anterior. Esas que afirmaron que “hay una inflación autoconstruida que tiene mucho que ver con el modo en que se concentra la producción de alimentos”, y la existencia de “diablos que aumentan los precios”, y a los que “hay que hacerlos entrar en razón”.
Esos títulos son lo que se mediatizaron, y no el mensaje de “nos sacamos la soga del cuello”, con respecto al acuerdo con el FMI que quería instalar el ocupante del sillón de Rivadavia. Pero, eso sí, hubo definiciones en torno a temas que podrían perjudicar aún más el archivo presidencial, como por ejemplo el hecho de garantizar que no va faltar gas este invierno, en medio de una crisis local y mundial que tiene en vilo a quienes están hoy en el Poder y a los que vendrán. De hecho, ya hubo protestas por falta de energía eléctrica en diversos barrios del Conurbano y cortes en otros capitalinos, cuando recién estamos entrando en el otoño.
Lo cierto es que el tema que incomodó al mandatario en la entrevista del canal oficial es el mismo que hasta hace poco se negaba y ahora se minimiza: la interna entre el kirchnerismo y la mesa chica albertista, que deambula sin rumbo por las galerías de la sede del Ejecutivo y el Centro Cultural Kirchner. Fue precisamente en el CCK donde el martes se dio cita el Consejo Económico y Social. Un evento que en ese escenario ciclópeo tuvo reminiscencias a una convención empresaria que incorporó a esos líderes sindicales que juegan en todos los terrenos y en cualquier circunstancia que se presente.
El titular del CES, Gustavo Beliz (quien nunca habló con la prensa en más de dos años al frente de la Secretaría de Asuntos Estratégicos), fue quien abrió la boca para pronunciar las palabras que desviarían la atención de los puntos que él mismo intenta impregnar desde ese órgano colegiado. Habló de un “pacto para el buen uso de las redes sociales”, para que “dejen de intoxicar el espíritu de nuestra democracia”.
Los repudios no se hicieron esperar. Para colmo, los antecedentes en materia de intentos para ejercer control y violar la Libertad de Expresión desde la administración de Fernández son muy preocupantes. Juan Pablo Biondi, el renunciado responsable de Comunicación y Prensa de la Presidencia que sigue sus labores fuera del cargo, intentó junto a su segundo: Marcelo Martín, quitar ilegítimamente acreditaciones a periodistas de Casa Rosada a los que consideraba enemigos de la línea político-editorial del albertismo.
Las justificaciones del área que ahora también integra Gabriela Cerruti señalaron -en referencia a los dichos del exministro de Justicia de Néstor Kirchner- que “quizás fue una mala manera de querer expresar algo”. Sin embargo, lo peor aún no había sucedido. Fue el propio jefe de Estado el que se despachó con la propuesta de hacer una especie de “terapia de grupo” con empresas y gremios para enfrentar la inflación.
El extenso cónclave volvió a mostrar a un Fernández extenuado y agobiado, con pocos reflejos a la hora de analizar previamente lo que iba a decir. Se sabe que sus asesores procuraron hasta hace un tiempo torcer la verborragia que le ganaba ante el público. Hoy se limitan a dejar hacer y a desarrollar contraofensivas en dirección a tratar de aclarar lo ya oscurecido. El gesto adusto de Sergio Massa y el resto de los funcionarios que lo rodeaban contrastaba intensamente, y de manera proporcional, al forzado optimismo presidencial.
Sin conocer el trasfondo, esos rostros no se podrían comprender. Hacía horas Santiago Cafiero había caído derrotado en la interna del PJ bonaerense en su terruño: San Isidro. Los candidatos del hombre más cercano al primer mandatario perdieron contra una lista conformada por cristinistas y massistas. Una alianza que parece crecer de cara al futuro. El tigrense dejó circular versiones tendientes a promover que, si no hay unidad, el Frente Renovador podría irse de la coalición que administra el Estado. En Casa de Gobierno hicieron una lectura muy particular del tema: "Si Sergio se va es porque ya negoció ser el candidato de La Cámpora en 2023", afirmó un segunda línea que supo coquetear con Alberto, pero como tantos otros dirigentes, hoy se debate entre el débil mandato de Fernández y la potencia simbólica del kirchnerismo, representado en la figura de la jefa política que armó el espacio que gobierna y que mantiene su núcleo duro de votos, especialmente, en la inmensa Provincia de Buenos Aires.
Las reuniones que le quitan tiempo a la necesidad de gestionar el trance que vive la Argentina continuaron desarrollándose en el CCK a mitad de semana con el Consejo Federal de Seguridad Interior, que tuvo como protagonista, además del Presidente, a Aníbal Fernández, en su flamante versión anti camporista. El quilmeño vocea su gratitud en cada devolución a las diferencias que plantean los kirchneristas puros, entre los que ya no se siente cómodo. Es que Fernández cumplió su sueño de volver a un cargo ministerial cuando todos lo daban por retirado. Y en esa línea “atendió” a su homólogo bonaerense, Sergio Berni, quien declaró hace unos días que “el Presidente gobierna con un diario que le escriben cinco alcahuetes”, entre los que, aunque no nombró, están Julio Vitobello (Secretario General de la Presidencia), Santiago Cafiero (Cancillería), Gustavo Beliz (Asuntos Estratégicos), Vilma Ibarra (Secretaria de Legal y Técnica), y Juan Manuel Olmos (jefe de asesores presidenciales). Aníbal manifestó sobre los dichos de su par, que habla por él y no en nombre de nadie, sabiendo que el aval a cada una de sus palabras, igual que a las de Hebe de Bonafini, Fernanda Vallejos, y agrupaciones tales como Soberanxs, provienen del Instituto Patria.
Mientras la Vicepresidenta publicaba la foto de su acercamiento al embajador norteamericano, Marc Stanley -a quien le pidió respaldo para la iniciativa que pretende recuperar capitales fugados que se dirigirían a saldar deuda- las usinas albertianas fogoneaban con un encuentro “secreto” entre el mandatario y los principales referentes de la CGT y la UIA en el gremio de Sanidad. Según se dejó entrever, con el fin de buscar una salida al riesgo inflacionario y energético. La entrevista era tan reservada que no figuró en agenda, pero insólitamente salió publicada (con lujo de detalles) en los tres medios gráficos nacionales considerados antikirchneristas, pero que paradójicamente, más pauta estatal reciben.
Vale decir que, en esa línea de batallas por el cobro de publicidad del Estado, cuando una periodista de Noticias Argentinas le preguntó a Cerruti sobre las denuncias del ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, contra Víctor Santa María por maniobras extorsivas y por tener listas negras en los medios de comunicación de su Grupo Octubre (que de repente se volvió antialbertista), la vocera contestó secamente: “No tengo comentarios sobre ese tema, gracias”.
El miércoles, 19 gobernadores dieron apoyo a la administración central en la disputa con Horacio Rodríguez Larreta por la coparticipación que se otorgó a la policía provincial y está judicializada por la jefatura de la CABA. Más tarde, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, brindó una extensa conferencia de prensa en el segundo piso de la Rosada, cuyo eje fue presentar el Plan Argentina Productiva 2030. Un paquete de medidas que algunos críticos propios consideran “otra batería de voluntarismo”. En rigor de verdad, la rueda con periodistas acreditados tenía como objetivo fundamental que el funcionario recibiera, e hiciera público en vivo, la baja del índice de pobreza que midió el INDEC en el segundo semestre del año pasado, y que fue de 37,3 por ciento, contra el 40,6 del primero de 2021. La portavoz Cerruti le acercó el papel con el dato, mientras Kulfas respondía en vivo, e interrumpió para celebrar la novedad y dar algún detalle. De todos modos, la cifra se mantiene en números altísimos porque implica que casi 17 millones de argentinos viven en la pobreza y 3,5 M son indigentes. En ese contexto, el titular de la cartera de Desarrollo se mostró a favor, al menos en lo conceptual, con el proyecto de ley de blanqueo del bloque que lidera CFK, y con respecto a otro de la oposición que propone dolarizar la economía, señaló que hay que ser más responsable con ese tema: “No sea cosa que el remedio sea peor que la enfermedad”, sentenció el Ministro.
Después de 14 días, Cerruti retomó su habitual conferencia de los jueves en Gobierno en la que adelantó que habrá un bono orientado a jubilados y pensionados que definirá el ANSES y se anunciará cuando estén determinados los montos. La funcionaria con rango de ministra repudió los actos de vandalismo contra una estatua de la expresidenta Kirchner en Río Gallegos, cuestionando a la vez el hecho de que, según entiende, se construye en los medios de comunicación y en las redes sociales, la estigmatización, persecución y violencia simbólica.
Consultada por este medio sobre las remarcaciones y faltantes en distintos productos alimenticios, y frente a la pregunta sobre qué se hará al respecto, Cerruti dijo que "se tomarán nuevas medidas y una nueva canasta más chica con valores que se van a retrotraer. Se están controlando los precios desde la Secretaría de Comercio y la AFIP, e insistimos a los ciudadanos que en el caso que puedan, deban y quieran, denuncien los sobreprecios para que los inspectores puedan ir directamente". De todas formas, reconoció que "esto no se soluciona con micro acciones, tiene que ser un acuerdo general de precios y en eso es en lo que se está trabajando".
La vocera debió referirse al numeroso acampe de las organizaciones sociales no oficialistas en la avenida 9 de Julio, en los alrededores del Ministerio de Desarrollo Social, desde el cual su jefe, Juan Zabaleta, ya advirtió que no se darán más planes, pese a reuniones que hubo con los referentes que reclaman la apertura del plan Potenciar Trabajo, que administran los secretarios de Estado y líderes del desmembrado Movimiento Evita: Emilio Pérsico, Fernándo “Chino” Navarro y Daniel Menéndez, que integra un sector de Barrios de Pie ahora anexado al ME. Al respecto, la portavoz reiteró que "el ministro está trabajando en una reconversión de los planes sociales en empleo formal. Nos parece que es un momento de dar trabajo, no es un momento de dar planes sociales". La tarde se fue complicando entre las fuerzas policiales porteñas y los manifestantes que quisieron cortar más vías de tránsito. No llegó a haber enfrentamientos ni detenidos, aunque el campamento se mantiene en el lugar y se tensa el clima.
Un dirigente de base peronista que integra el Frente de Todos y conoce como pocos el devenir de esta administración, señaló que “mientras el Gobierno trata de esconder el quiebre de la coalición, sabiendo todos que la ruptura sería el acabose, no sólo del Gobierno, sino del país mismo, la izquierda trotskista se envalentona en la calle pidiendo más planes mientras admite que votará en contra del proyecto que contempla la repatriación de los fondos fugados al exterior. Contradicciones de una izquierda que pide planes sociales para tener cautivos a los pobres, pero no levanta la mano ni la voz para condenar al poder real”, y añadió irónicamente: “Ya lo veo a (Nicolás) del Caño con un cartel: "todos somos evasores."
El mismo referente histórico observa con tono crítico el Patio de las Palmeras, pero a la vez hacia afuera del palacio rosado, y asegura que “la oposición también juega su interna y Gerardo Morales se aleja de Mauricio Macri y Larreta tratando de resucitar a la vieja UCR”, para reflexionar: “La verdad de la milanesa está justamente en el precio de la carne y el pan. La principal preocupación de nuestro pueblo es la inflación. La imparable suba de precios, que licúa cualquier índice en crecimiento que el Gobierno pueda mostrar. Ese repunte de la economía, en las mesas más humildes es apenas un espejismo muy muy lejano”.
No pasó mucho tiempo de estas declaraciones en off, para que fuera el propio Ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien apuntara al equipo económico de Alberto Fernández, al declarar que “así como el Fondo generó una discusión dentro del FdT, esta (la situación económica) es otra de las discusiones que se vienen dando, y donde no hay coincidencias", y a la vez explicó que “nosotros vemos ese segmento de la sociedad con mucha preocupación y entendemos que hay que encontrar una forma para garantizarles que los salarios siempre le ganen a la inflación. Ya sea con políticas activas en función del salario, o con políticas mucho más contundentes en la cadena de valor que están generando distorsiones".
Desde su despacho, y alejado de periodistas y agendas relevantes, Juan Manzur juega el sueño de los héroes que no fueron. Sus reuniones se han convertido sólo en un informe que envía el equipo de prensa que trabaja para él, y en el que no se informa nada relevante. No falta en Rosada el que desliza por lo bajo que no tiene sentido debatir sobre la continuidad o no del jefe de Gabinete porque ya es como si no estuviera. La desintegración frentista se hace sentir en todas las áreas ejecutivas. Los actos son lo único visible y concreto en el corto plazo. Una coyuntura que los accionistas frentistas saben que es insostenible e insustentable.
Llegado el viernes, y en materia de conmemoraciones, el Presidente recibió en Casa Rosada al premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, para descubrir una obra de su autoría en la escalera Carpani del histórico edificio de Gobierno, para luego visitar el Patio Islas Malvinas. En la continuidad, el sábado 2 de abril, cuando se cumplen 40 años del desembarco de las tropas argentinas en la capital malvinense, el jefe de Estado encabezará una actividad central en el Museo de las Malvinas. Mientras tanto, las definiciones aguardan en el seno del oficialismo. Los hombres que intentan tejer puentes entre Alberto y Cristina sostienen que, por ahora, cada uno llevará su agenda sin ceder posiciones. Citando a la portavoz Cerruti, la realidad puede desmentir todo. Lo indiscutible es que este complejo entramado tiene una particularidad: nunca se sabe cuándo puede estallar y requerir la necesidad imperiosa de que surja la exigencia de hacer los cambios que se vienen aplazando por divergencias, que, por cuestiones electorales, se evitaron discutir en el momento en que se constituyó el frente que, por obvias razones, ya no es de todos.