La inflación de los alimentos sigue en alza y nada hace pensar que bajará - Política y Medios
20-05-2025 - Edición Nº6318

ANÁLISIS

La inflación de los alimentos sigue en alza y nada hace pensar que bajará

Aunque es un fenómeno mundial, en el país se suman otros factores y la presión sobre los precios no disminuye. Retenciones, evasiones, controles y descontroles.

Por: Patricio Ballesteros Ledesma
 

Ayer se conoció el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que publica todos los mediados de mes el INDEC, y marca un 4,7% para febrero (fue 3,9% en enero). Ese número si se anualiza permite estimar un valor para todo el 2022 de 52,3%, aún mayor al 50,9% alcanzado el año pasado. 

Algunos analistas proyectan un 60%, mientras que el Gobierno marca un rango entre 38% y 48%. Si la inflación es multicausal, como afirman el ministro de Economía Martín Guzmán así como el FMI, para atacarla hay que ir más allá de los formadores de precios, y controlar los factores fiscales y monetarios que también influyen.

En el rubro Alimentos y bebidas el salto fue del 7,5% a nivel nacional y tuvo la mayor incidencia en el índice general y el mayor porcentaje en casi un año. Varios economistas, con las subas de precios de la primera quincena de marzo a la vista, proyectan para este mes un valor cercano al 5% en la próxima medición. 

Pan, harina, fideos, aceite, leche, manteca, azúcar, carnes rojas, pollo, y ni que hablar de las frutas (10,4%) y verduras (32,3%), siguen la senda alcista del año pasado. Ya no se considera inercia inflacionaria o estacionalidad, sino una mezcla de expectativas y especulación. 

Suben los costos, los fletes, la industrialización, los precios mayoristas y los minoristas en el canal de venta final de la cadena. La remarcación ya no es mensual sino semana a semana, hay algunos que ni siquiera colocan el precio a la vista para no tener que actualizarlo tan seguido.

Los artículos de Precios Cuidados en muchos supermercados y mayoristas se acaban en minutos: se los llevan todos, unos pocos compradores. En los que no están regulados, las subas son más elevadas y eso forma parte del acuerdo en realidad. Las tarifas van a subir y los combustibles ya lo hicieron este lunes.

Más allá del fideicomiso que se está armando para resguardar el cupo de 800.000 toneladas de trigo necesarias para el abastecimiento interno, la promesa de un kilo de pan en valores cercanos a $250, ya está generalizando su precio final en torno a los $300. 

[Suspenden los registros, no las exportaciones]

La cotización internacional del cereal está en un nivel récord, pero esa trepada no podrá ser aprovechada por los productores y exportadores porque la actual campaña ya está vendida casi en su totalidad. Entonces, como el tema no pasa por ahí, este lunes se decidió suspender hasta nuevo aviso la inscripción de harinas y aceites de soja en el registro de ventas al exterior oficial.

Esta medida no afecta las exportaciones que ya estaban registradas y sólo debían ser embarcadas, las que podrán viajar a sus destinos externos sin cambios. Sí afecta a las ventas externas que estaban a punto de iniciar su registro y a los contratos firmados para los próximos días hasta que la medida se modifique.

Con el correr de las horas, esa medida previa, que casi siempre antecede a un retoque de los derechos de exportación, refutó los dichos del ministro de Agricultura Julián Domínguez al cierre de la Expoagro el viernes pasado y trascendió que se vienen nuevas subas de las retenciones al agro.

En principio, la alícuota de ambos subproductos de la soja, que tenían un diferencial de dos puntos con respecto al grano sin elaborar (31%), volverá al 33%, tal como estaba antes de la decisión de esta administración de premiar a los industrializadores locales que agregan valor a la oleaginosa para exportar.

Según la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva (27541), se podrían elevar tres puntos más a los derechos de exportación de los productos primarios, pero todavía no se habla de eso. Es cierto que trigo, maíz y soja están a valores constantes similares al 2012, pero debido a la inflación global actual esta alza es menor si se ajusta.

Si en el Gobierno suponen que de esta manera se va a bajar el precio local del trigo, para que luego baje la harina y al final de la cadena se mantenga el pan y otros farináceos accesibles al público se equivocan. En realidad, dicen que esos fondos adicionales se redirigirán a ampliar el fideicomiso del trigo para sostener el precio interno del cereal, pero su efectividad no es inmediata y todavía está por verse.

[Dejarían sin efecto el diferencial para subproductos]

Todos los que producen y exportan trigo y soja no son los mismos, pero además, una suba de retenciones o una baja de ese diferencial siempre se trasladan como un costo desde las exportadoras a los productores de los que reciben los granos. Además, el precio FOB (con flete) que fija a diario el Estado es para el exportador pero no para el productor, que recibe menos del CIF (sin flete). 

Entonces, la gran multinacional del comercio exterior no cede margen, tampoco lo hacen el molino o la aceitera que industrializan los granos, que pueden o no ser los mismos, simplemente se lo cargan a los pools de siembra o a los agricultores individuales argentinos que le entregan sus cosechas.

Si bien los tres cultivos principales (trigo, maíz y soja), más la cebada forrajera experimentaron fuertes subas de precios a nivel global en lo que va del año, y más desde la invasión rusa a Ucrania, desde el Gobierno siguen repitiendo que no subirán las alícuotas a las exportaciones de esos granos y cereales, que hoy están en el 12% en los dos primeros.

De inmediato, desde la oposición salieron a criticar la medida, agitaron a la mesa de enlace de las entidades agropecuarias con el recuerdo de la 125 y, algunos con responsabilidades legislativas, aprovecharon para condicionar la votación del acuerdo con el FMI esta semana en el Senado si se tocan las retenciones.

Eso no es lo que hizo el Gobierno aún, al contrario, quitó las retenciones en las ventas al exterior de muchos productos de las economías regionales (maní, sorgo, maíz pisingallo, cebada, sémola, harina de maíz) y bajó 5% en las ventas al exterior de soja, maíz y trigo de origen orgánico.

Durante la presidencia de Mauricio Macri sí se aumentaron los derechos de exportación de los productos agrícolas, que no tenían las ventajas de precios de hoy, y desde los sectores ligados al campo nadie salió a quejarse y todos acompañaron la medida resignados.

[¿Y si en lugar de subir impuestos se controla su pago?]

Así como se debería profundizar la investigación de elusión y evasión impositiva a nivel general, tal vez sea hora de usar los pesos y medidas e iluminar lo negro. Empezar a utilizar en forma rigurosa la potestad del Estado para usar las balanzas que pesan cuántas toneladas de granos y otros productos agropecuarios antes de salir por los puertos del país con destino a los mercados externos.

Y, al mismo tiempo, investigar las triangulaciones de las exportaciones, vía Paraguay y Uruguay, para conseguir que se paguen los tributos correspondientes fronteras adentro. Así se aumenta la recaudación y se baja el déficit fiscal sin cargar de más retenciones a los cultivos, o aún cuando se decida esto último.

Como dice el exviceministro de Economía de Cristina Fernández, Emmanuel Alvarez Agis, el Gobierno puede pelear con siete grandes agroexportadoras, cinco multinacionales, en lugar de enfrentar a 47 millones de argentinos que consumen la canasta alimentaria. 

Además, aclara, entre 60 y 70 países gravan sus exportaciones de varias materias primas, como relativizando la posición argentina en esta materia. En los últimos días, muchos países cerraron sus exportaciones de diferentes commodities, para resguardar sus stocks y controlar la inflación interna.

Para no ahogar a los agricultores que sí pagan sus impuestos, lo más justo no es aumentar los derechos de exportación sino cortar el descontrol y cobrar mejor los que hoy están en vigencia. Y esto vale no sólo vale para la soja, sino para todas las demás posiciones arancelarias del comercio exterior de la Argentina que están flojas de papeles.

El Presidente dijo la semana pasada, con una metáfora desafortunada en este contexto, que “empieza la guerra contra la inflación en el país”. Junto a los ministros Julián Domínguez, Martín Guzmán y Matías Kulfas se reúne para elaborar nuevas estrategias de combate y trascienden algunas medidas para frenar las subas. 

Pero no se observan nuevas ideas o herramientas efectivas que permitan alcanzar resultados diferentes a los obtenidos en los últimos meses, y como todos los años marzo es un mes con alzas significativas en el IPC, y en los alimentos en particular, más allá de las coyunturas. 

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