Larreta arma su equipo porteño para ser presidente - Política y Medios
29-03-2024 - Edición Nº5901

LA INTERNA, DESDE ADENTRO

Larreta arma su equipo porteño para ser presidente

En el equipo del jefe de Gobierno empezaron a advertir que Patricia Bullrich puede rendir mejor que él caminando campos y montañas y por eso realzan la figura de Emilio Monzó, recordado por sus buenos oficios en la campaña de 2015.

Por: J.Nye

 

Emilio Monzó se reunió una sola vez con Horacio Rodríguez Larreta, pero el encuentro fue replicado con tantos detalles en los medios que parecieran haber sido varios más.

Para el diputado fue una de sus tantas charlas de rosca. Un mes después, también se encontró mano a mano con Gerardo Morales, el presidente de la UCR, partido que le permitió ganar su banca en la lista de Facundo Manes.

La conversación fue similar, pero la represión no se pareció en nada, porque el jujeño no tiene las armas del jefe de Gobierno para hacer de una foto una novela de varios capítulos, casi imposible de desmentir.

Larreta necesitaba la marca Monzó, porque la última reunión con Patricia Bullrich lo dejó preocupado. No logró convencerla de competir por la jefatura de gobierno y hasta lo desafió una interna presidencial.

“Con dos mangos te destrozo”, lo despidió la presidenta del PRO, convencida de un respaldo de Mauricio Macri, a quien visitó en su remanso de Villa La Angostura, que alcanzará casi dos meses.   

Bullrich confía en superar a Larreta en el interior del país por un margen que le permita compensar una diferencia en el área metropolitana. Quedó muy conforme con sus recorridas de campaña: paseó en auto, charló con vecinos y escoltó al menos una vez a los candidatos que ganaron.

El jefe de Gobierno viajó a algunas provincias en avión privado, con agenda acotada y sin pisar veredas.

Pero convirtió la sede de la Ciudad en un bunker de financiamiento, para que los candidatos le deban algo y entiendan que es mejor palmear su espalda. Ese es su estilo.

El diputado Álvaro González y el secretario de comunicación Federico Di Benedetto coordinaron las colaboraciones, un combo de logística y dinero.

Pero en el equipo de Larreta empezaron a advertir que la exministra puede rendir mejor que él caminando campos y montañas y por eso realzan a Monzó, recordado por sus buenos oficios en la campaña de 2015.

El diputado no confirmó si repetirá esa tarea para el jefe de Gobierno, pero aceptó gustoso que le suban el precio a meses de verse fuera de juego, cuando el PRO le cerró las listas.

A Larreta le hace falta: el resto de su equipo lo integran dirigentes de la Ciudad que se marean con un mapa. Un caso es el de Eduardo Macchiavelli, secretario de asuntos estratégicos, encargado de recorrer el país para chequear el reparto de víveres porteños.

Casi no hubo candidato que no viajara a la Ciudad para reprocharle a Larreta la impericia de su pupilo. Pocos saben su secreto: Macchiavelli consigue fondos para las campañas, lo que en la jerga PRO se llama “recaudar”.

Lo comparan con Edgardo Cenzón y Francisco “Pancho” Cabrera, tan valorados por Macri en otros tiempos por esos oficios.

Fernando Straface completa el cuadro larretiasta, con el cargo de secretario de Relaciones Internacionales, que supo hacer valer Fulvio Pompeo hace una década, para luego convertirse en el macrista de la Cancillería.

Los empresarios que se acercan a Uspallata no dudan: sólo se puede hablar con Diego Santilli, quien para temas administrativos tiene siempre a mano al legislador Bruno Screnci.

Diputados y senadores con aspiraciones de gobernar provincias y ciudades en 2023 sólo aceptan hablar con Larreta y empiezan a ver su escasa empatía con el interior como un problema.

Sobre todo, porque el desembarco de Jorge Macri como ministro de gobierno no lo resuelve: en el mejor de los casos, se limita a ser un nexo con los intendentes propios, que de todos modos lo apoyarán igual.

Su imagen positiva puede ser un engaño. También la tenía Antonio Cafiero en 1987 y no le sirvió para ganar la interna del PJ con Carlos Menem, quien se supo ganar el cariño en cada rincón del país.  

Carlos Grosso, otro de sus confidentes, se lo recuerda cada vez que conversan y lo incentiva a tomar precauciones, como la de llamar a Monzó.

Si la pelea Bullrich-Larreta llega a las urnas, el elector será Macri, quien si bien puede recriminarle a su sucesor en la Ciudad haberlo ignorado cuando le pidió ungir a la presidenta del PRO como candidata, debe reconocerle que jamás criticó su gestión presidencial, que bien le hubiera permitido sumar votos donde no los tiene.

Muchos en el PRO creen que esa mansedumbre le jugará a favor, frente a la furia de Bullrich, descrita por Macri en su libro como una funcionaria a la que de vez en cuando “hay que frenar”.

Si llega a presidenta, no será fácil detenerla. A Larreta, tal vez sí. Pero primero debe lograr que lo voten en todo el país. Y en una interna. 

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